Los deseos de la luna

32

ILENA

me sentía tan nerviosa como nunca me había sentido en mi vida y temblaba de arriba para abajo. maldije en mis adentros, no podría esconderme en el baño para siempre, miré la puerta con decisión, entonces en un acto de valentía hice girar el pomo abriéndola.

antes de poder cruzar el umbral de la puerta sus brazos me atraparon pegándome a su cuerpo, me miró sonriente antes de inclinarse para besarme, su aroma se impregnó en mi nariz, empecé a sentirme sudorosa, sentía mis mejillas calientes y estaba luchando por mantener mi autocontrol pero para mí mala suerte Tom había comenzado a recorrer mis piernas y caderas con sus manos.

la mente se me nubló, los nervios que había estado sintiendo fueron remplazados por un calor en medio de mis piernas, caminamos hasta la cama donde se dejó caer sentándome sobre el a horcajadas, sus manos se metieron bajo mi blusa recorriendo mi espalda, mi abdomen y finalmente mis senos.

mis caderas iniciaron un vaivén rozando nuestros sexos y pequeños jadeos y gemidos se escapaban en medio del beso. Tom me cargó para dejarme acostada en la cama, donde desabotonó mi short y lo deslizó por mis piernas.

besó mi cuello, descendió a mis clavículas, luego se topó con el cuello de mi blusa, se separó de mí, desesperado arrancó la prenda de mi cuerpo y sin demorarse un segundo atacó mi cuello mientras su mano se deslizaba por mi espalda y desabrochaba mi brasier.

su mano deslizó las tiras de mi brasier por mis hombros dejando libre mis senos, su boca abandonó mi cuello y bajó hasta uno de mis pezones donde lo metió a su boca lamiéndolo y mordisqueándolo mientras el otro era atendido por una de sus manos.

la mano libre descendió hasta mi centro acariciándolo dibujando círculos imaginarios, hundí mi cabeza en la cama y cerré los ojos. se separó de mí, se quitó la remera y tomó uno de mis tobillos.

-lena- murmuró- mírame, quiero que me veas- dijo besándome el tobillo, mis ojos enfocaron los suyos, nunca antes había visto esa expresión en él, su rostro estaba encendido en lujuria y deseo. me estremecí- no apartes la mirada- dijo en tono demandante.

sin apartar la mirada marcó un camino de besos desde mi tobillo hasta mis muslos internos, el mordió y lamió mi carne. fue acercándose cada vez más a mi entrepierna, para cuando llegó hasta ese lugar yo era un manojo de nervios y escalofríos.

besó mi entrada por encima de la tela, se enderezó para quitarme la braga y volvió a hundirse entre mis piernas, su lengua lamió entre mis pliegues y luego se concentró en mi monte donde simuló cruces sobre esta. enterré mis dedos en su pelo y mordí mis labios para no dejar salir mis gemidos.

todo pasaba muy rápido, la cabeza me daba vueltas, el me seguía mirando con deseo, uno de sus dedos se dirigió a mi entrada donde se metió arrancándome un grito de sorpresa, la piel me ardía y vi con horror como mis uñas crecían y se volvían negras y puntiagudas pero mi cuerpo ya no era mío y solo el placer lo controlaba.

-Tom, por favor- supliqué. él se separó de mi sexo y se acercó a mis labios.

-dime lo que quieres.

-te necesito dentro- ronroneé.

-que es lo que necesitas dentro?- preguntó volviendo a meter sus dedos iniciando un vaivén con estos.

-no quiero tus dedos Tom, te necesito a ti- dije tomándolo por el cuello para besarlo. sacó sus dedos y en medio del beso se quitó los pantalones junto con el bóxer y cuando volvió a acercar su miembro a mi, golpearon la puerta, un gruñido se escapó de su garganta.

-Ilena- llamó Bels del otro lado- necesito hablar contigo, es importante.

Tom se apartó de mi dejándome espacio para vestirme, me vestí sin ganas bajo su atenta mirada y salí de la habitación. Bels tomó mis manos y las reviso, luego tomó mi cara y revisó mis dientes.

- estoy bien -susurré- solo estaba muy excitada- me miró desconfiada- te lo juro.

-recuerda que sigues en celo, sin la parte en donde luna toma el control, si te preñas, como pretendes explicarle que será un lobo- dijo en voz baja. me congelé en mi lugar, no había tomado eso en cuenta, de hecho no había pensado en nada en ese momento.

- de acuerdo- dije volviendo a la habitación, Tom estaba acostado en la cama con el bóxer puesto evidentemente erecto, con los brazos cruzados tras la cabeza y los ojos cerrados. caminé hasta la cama en silencio y me recosté a su lado rodeándolo con mis brazos- lo siento.

-no tienes porqué- dijo acomodándose sobre mí, me miró con una sonrisa. este hombre perfectamente capaz de matarme y no se daba cuenta. me acomodé mejor y sin querer le roce esa parte con mi pierna haciendo que soltara un gemido -lena- murmuro.

-fue sin querer, te lo juro- cerro los ojos y se mordió los labios. negó con la cabeza y sonrió. se acomodó entre mis piernas, me besó las mejillas y luego siguió con mi cuello -Tom- dije tratando de mantener la cabeza fria - no tienes condones o si?- se separó de mí, por su rostro él tampoco había pensado en eso, se levantó de un salto de la cama, hurgó en los bolsillos de su pantalón y quitó de este su billetera, reviso cada compartimiento.

-no- dijo mirándome - tu no...

-yo no... - cómo le explicaba que él sería el primero. suspiro derrotado y caminó abatido hasta la cama. Abrí los brazos para recibirlo y él se acomodó sobre mí.

-no lo había pensado, perdón - se disculpó.

-no tienes porqué -dije mientras le acariciaba la espalda.

-creo que yo debería arreglar esto- dijo incómodo, pero antes de que tratara de levantarse lo sostuve.

-sabes, creo que yo te debería de devolver el favor- dije insegura.

-favor?

-sí, después de todo tu.., ya sabes, lo que hiciste- dije avergonzada apartando la mirada, mis mejillas estaban ardiendo -solo si tú quieres, claro.

-lena -dijo haciendo que lo mirara - no es necesario que hagas nada, además yo fui el que empezó, no crees?




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