Los deseos de la luna

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los sostuve entre mis brazos, sus ojos eran grises como los de mi padre pero su cabello era rojo sangre como el de mi madre y el mío propio

los sostuve entre mis brazos, sus ojos eran grises como los de mi padre pero su cabello era rojo sangre como el de mi madre y el mío propio. Axel extendió sus manitas hacia mi rostro y yo deje salir un suspiro nervioso cosa que a él le pareció divertidísima ya que empezó a reír y yo lo acompañe.

—hola —dije mirándolos, los conocía hacía apenas dos minutos, pero yo ya sabía que mi corazón y alma eran suyos; los amaba, la diosa sabia cuanto los amaba.

los vi dar sus primeros bocados, sus primeros pasos, correr hacia mí con los brazos extendidos, huir de mi cuando jugábamos, ellos ayudándome a hacer los postres que más les encantaban, los vi parados en mi puerta en medio de la noche por una pesadilla o cuando habían truenos o cuando simplemente querían dormir conmigo. la luna sabia cuanto los amaba y cuanto los extrañaba.

besos en mi frente, dos brazos aferrados a mí con fuerza, el olor a menta y su cálida voz llamándome.

—shh, ya lena, tranquila —estaba llorando tanto que estaba hiperventilando, estaba sudando y mi cabeza estaba abombada. 

deje mis lagrimas salir sin control, estaba llorando desconsoladamente y no me importaba, el dolor que sentía en mi alma era inmenso; me faltaba el aire, patalee y grite tratando de respirar mientras Tom se aferraba más fuerte a mi cuerpo y trataba de dirigir mi atención a otras cosas para hacer que vuelva en mí, pero nada funcionaba por momentos perdía la conciencia por la falta de oxígeno, sentía que estaba muriendo.

Tom prácticamente se había subido sobre mi para contenerme y con paciencia me había ayudado respirar. hipaba y temblaba entre sus brazos y pronto volví a quedar dormida.

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ella lloraba en sueños y cada vez que despertaba la situación se repetía. llamo el nombre de sus hermanos entre sollozos toda la noche y en ningún momento me aparte de su lado; cuando por fin pareció quedarse inconsciente del agotamiento el sol empezaba a salir. el clima al parecer se mostraba empático con ella ya que las nubes grises de lluvia habían desaparecido por completo.

baje a la cocina donde me encontré con lesath consolando a syrma, ambos tampoco parecían haber descansado algo, me serví un vaso de agua en completo silencio, nos miramos entre los tres sin decir nada, nadie sabía que decir exactamente y simplemente nos quedamos en silencio.

lena durmió hasta tarde, cuando se levantó bajo a la cocina nos miró a todos y empezó a dar ordenas, hizo que lesath limpiara el patio, me hizo armar una mesa y ponerle un mantel, syrma fue a comprar bebidas mientras ella preparaba bocadillos y postres, nos hizo a lesath y a mi encender una fogata y colocar sillas a su alrededor; no dio ninguna explicación, pero todos comprendimos sus intenciones  

una vez todo estuvo listo llevamos todo afuera, ubicamos la comida en la mesa y pusimos en hieleras las bebidas para que se mantuvieran frías; cuando todo estuvo en su lugar nos sentamos alrededor del fuego la cual ahora la única fuente de luz ya que se había hecho de noche.

el ambiente se había animado bastante, lena había dejado las lágrimas atrás y ahora exhibía una radiante sonrisa, ella comenzó a contarnos como sus hermanos se las arreglaban para sacarla de quicio mientras bebíamos y nos llenamos los platos con la comida, nadie la interrumpió durante sus relatos, finalmente el reloj marco las una del 31 de octubre y ella se levantó de su silla, nos entregó una copa a cada uno y levanto la suya hacia el cielo

—feliz cumpleaños —celebro y nosotros la imitamos parándonos y levantando nuestras copas.

— feliz cumpleaños — dije yo y los chicos me siguieron brindando en honor a ellos. pasamos la noche ahí, junto a ella, escuchando las historias que tenía para contarnos y reímos junto a ella.

solo cuando syrma se había quedado dormido en la silla, descubrimos cuan agotados estábamos por lo que decidimos juntar las cosas y entrar.

cuando me estaba despidiendo ella me detuvo y me pidió pasar la noche con ella y acepte sin dudarlo, caminamos hasta su habitación y nos acurrucamos en su cama a pesar del calor que teníamos.

pase la noche abrazado a ella, en su cama, sin decir ninguna palabra, las peleas y los desacuerdos quedaron en el pasado, que importaba ya? lo único que era importante en ese momento era escucharla tararear un nana mientras estaba entre mis brazos con la cabeza sobre mi pecho y finalmente después de largas semanas sin poder descansar pude hacerlo.




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