Los deseos de la luna

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ILENA

 Sus brazos me rodearon, sentí su pecho pegarse a mi espalda y su mentón apoyarse en mí.

—estas bien? Has estado muy nerviosa últimamente

—¿lo estoy? —pregunto fingiendo tranquilidad mientras se pegaba más a su cuerpo.

¿Lo estaba? Claro que lo estaba, lo raro sería que no lo estuviera, más aun considerando la situación; ¿cómo podía estar tranquila si ese tipo se encontraba pululando a su alrededor?

>>no creo haberme sentido nerviosa.

—pero lo has estado — respondió el hombre.

Hizo que volteara para que lo mirara de frente, me arrinconó contra la mesada y sin esfuerzo me levanto haciendo que me sentara en esta.

También era imposible que su mente se encontrara tranquila, ella no podía evitar vagar en sus pensamientos; los dos solos en la casa, ella sentada sobre ese mármol frío, el hombre metido entre sus piernas y su aliento chocando contra su rostro por la cercanía.

—ahora sí que estoy nerviosa —respondí juguetona. El me miró sin entender y ella enredo sus piernas en sus caderas — me pides que no nos apresuremos, pero sin embargo me pones en esta posición en la que no puedo evitar pensar en un par de cosas que me gustaría hacerte.

Sonreí al ver que mis palabras provocaron el efecto deseado, mejillas sonrojadas y una expresión de incredulidad.

—tu realmente no puedes tranquilizar esa mente tuya, cierto? —dijo apoyando sus brazos en la mesada mientras me mirada a los ojos

—no, y tú? ¿puedes mantener tu mente tranquila? —dije rozando sus labios con los míos.

—generalmente es una tarea fácil, pero hay una persona a la que le gusta ponérmelo difícil —sonreí mientras pasaba mis brazos alrededor de su cuello, repartí besos en su rostro, sus brazos rodearon mi cuerpo en un abrazo que me saco el aire haciéndome soltar un quejido, el suspiro aflojando su amarre.

—me harás perder la cabeza lena — dijo hundiéndose en el hueco de mi cuello aspirando mi aroma, un escalofrío me recorrió al sentir su aliento en esa zona sensible de mi cuerpo. Nos separamos al escuchar como los chicos ingresaban a la casa.

—ya estamos —anuncio Syrma. Asentí bajando de la mesada.

—bien, es hora de marchar, nos espera una larga caminata.

Salimos de la casa, era un sábado soleado a primeras horas de la mañana, nos adentramos al bosque, habíamos decidido acampar allí, disfrutaríamos de las aguas del lago, por la noche asariamos carne en la fogata y volveríamos al medio día del domingo. Esa noche seria la primera vez que Tom y yo volveríamos a compartir cama después de casi dos meses, estaba emocionada, y no podía negar que tenia un par de expectativas que probablemente se verían frustradas por el rubio.

No iba a negar que tenia sentimientos encontrados con esa parte de los pensamientos de Tom, lena sabia que el había puesto limites entre ellos porque el iba a por algo serio con ella, eso le emocionaba ya que si el buscaba eso era porque la mujer realmente le gustaba, pero por otro lado también le frustraba (más a luna que a ella en realidad) el no poder tener cada parte de el era algo extraño, creía que era por ese instintivo sentimiento de propiedad, era cierto que al ser el un humado las cosas podrían complicarse un poco, pero al fin y al cabo ellos dos estaban destinados a terminar juntos.

¨supongo que es la impaciencia¨ pensó la pelirroja en sus adentros.

Durante todo el trayecto de casi dos horas la charla había sido amena, rieron e hicieron bromas, para cuando llegaron el rubio se veía visiblemente cansado, se echó al piso para tomar un respiro, mientras tanto nosotros nos encargábamos de montar las tiendas, separadas prudencialmente en pos de la privacidad, Syrma armo una pequeña pira para la fogata mientras que Lesath acarreo rocas planas para no sentarnos directamente en el suelo, yo por mi parte preparé los sándwiches para matar el hambre que teníamos, saque de la conservadora unas latas de cerveza y las repartí a cada uno, nos sentamos a comer y a descansar.

sentí unas manos acariciarme la espalda baja, volví la mirada hacia el dueño de las manos quien me sonrió y se acerco a besarme la frente.

—¿ya podemos ir a nadar? —pregunto Syrma emocionado.

Todos nos levantamos en respuesta a su pregunta, sin esperar más Syrma se despojo de la remera, calcetines y zapatos; corrió al agua aventándose a ella secundado por los otros dos, yo me tome el tiempo de dejar las toallas en el borde y comencé a desvestirme; pude sentir una mirada pegada a mi mientras me agachaba a dejar mi ropa doblada debajo de mi toalla. Camine lentamente adentrándome al agua, estaba demás decir que no había desaprovechado la oportunidad de enseñar mi figura con un bikini blanco con bolados, me acerque a mi mate y le sonreí.

Era mas que obvio que Tom se contenía a si mismo para no recorrerme con la mirada, me acerque a el quedando a tan solo unos pasos.

—el agua es tan transparente que se pueden ver los pies — dije mirando hacia abajo dándole la oportunidad, su mirada me devoro entera en su recorrido hasta el agua.

—así es —por su voz se lo notaba tenso.

—eres buen nadador? — pregunté inocentemente.

—soy un excelente nadador —dijo con tono soberbio.

—bien — dije simplemente y en un movimiento rápido enrede una de mis piernas a la suya desestabilizándolo y lo empuje haciendo que cayera de culo al agua, comencé a correr en dirección opuesta a él internándome mas al lago, escuche como tomaba una bocanada de aire al salir del agua y como soltaba una risa incrédula para después perseguirme a toda velocidad; voltee la mirada y solté un grito de espanto seguida de una risa al darme cuenta cuan cerca estaba de atraparme. Sus brazos me atraparon por las costillas peligrosamente cerca de mis pechos, comencé un forcejeo rabioso para tratar de soltarme y el ¨sin querer¨ entre muchas comillas había tocado un par de veces mis pechos, no lo culpaba porque yo le había restregado el culo en sus partes nobles en la lucha y no había sido sin querer; el refirmo su agarre y se dejó caer hacia atrás hundiéndonos a los dos en el agua, nos separamos y salimos a la superficie donde iniciamos una pelea lanzándonos agua mientras gritábamos y reíamos como locos. Nos detuvimos, mirándonos a los ojos mientras reíamos, nos acercamos el uno al otro, pase mis manos alrededor de su cuello sin romper el contacto visual, sus brazos se liaron en mis caderas y yo instintivamente enrede mis piernas en las suyas.




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