Los deseos de la luna

39

Mi cara dolía por el ceño que se había adueñado de mi rostro durante todo el día, sentía la cabeza abombada y un malestar instalado en la boca de mi estómago

Mi cara dolía por el ceño que se había adueñado de mi rostro durante todo el día, sentía la cabeza abombada y un malestar instalado en la boca de mi estómago. Trataba de que mi cerebro se concentrara en la pantalla de mi portátil, leí y releí cinco veces un mismo renglón en vano ya que no lograba hacer que mi cabeza comprendiera lo que leía.

En definitiva, estaba con un humor de mierda, suspire mientras me desparramaba en el sofá fijando mi mirada en el techo, mi mente traía una y otra vez lo que había presenciado la tarde anterior.

Su idea era interceptar a lena en su camino a casa, invitarla a cenar y después sugerirle pasar la noche en su casa, porque mierda, extrañaba tenerla dormida entre sus brazos y poder hundir su nariz entre su pelo para embriagarse con su aroma; pero por supuesto que nada salió según lo planeado, ya que cuando por fin diviso a Ilena otro hombre se le había adelantado, conversaron un buen rato hasta que el hombre la tomo del brazo y se acerco con intenciones de besarle, y yo no había soportado terminar de ver la escena por lo que había optado marcharme a mi casa.

Saber que otro le ponía las manos encima y que ella no hubiera mostrado intenciones de alejarlo le había provocado una sensación desagradable en el pecho y unas profundas ganas de vomitar. El realmente quería creer que había malinterpretado la situación, pero lo que había visto le decía lo contrario.

Estaba abatido y lo último que se le antojaba era seguir con su trabajo, deseaba poder distraer su mente de ese recuerdo, unos golpes guiaron sus ojos a la puerta, se levanto y camino hasta ella para abrirla.

—¡hola! —saludo Syrma —quieres dar un paseo con nosotros —busqué a Lena con la mirada y no pude evitar sentir un poco de alivio cuando no la vi

—si, seguro. Voy por mi móvil y vuelvo.

—está bien.

—a donde iremos? — pregunte al salir de la casa.

—dicen que hay un mirador en el risco que es muy bonito —asentí mientras empezaba a caminar.

—y Ilena? —pregunte sin poder evitarlo. Ambos se miraron

—ehh, trabajando. Hoy Lesath se lució, por primera vez cocino algo sin que terminara en un desastre —dijo cambiando el tema.

Los observe, Syrma lucia nervioso mientras que Lesath lo miraba con mala cara. Una vez entramos al bosque ellos empezaron a cuchichear entre ellos y yo simplemente me limite a mirar los alrededores mientras nos internábamos más al bosque.

>> ya tengo un propósito de año nuevo —hablo syrma emocionado haciendo que le prestara atención.

—cual? —pregunto lesath.

—voy a leer todos y cada uno de los libros de la biblioteca de ilena.

—no sabía que tenía una biblioteca —dije por fin aportando algo a la conversación

—la tiene, pero está en el ático —asentí, tenia sentido que nunca la haya visto, ya que nunca había subido allí —de hecho, ya me he puesto a ello, hay cosas realmente interesantes allí, justamente ayer termine mi primer libro.

—y de que trataba? —pregunte.

—sobre seres sobrenaturales, pero no en plan novela romántica, habla sobre que realmente existen, personas que tienen la capacidad de transformarse en enormes depredadores como, por ejemplo: lobos —vi como ambos me miraban de reojo

—y tú crees que existan?

—bueno, seria tonto no hacerlo —dijo sonriéndome apenado.

—que quieres decir?

—quiere decir que si no creyera en eso seria un tonto, porque eso es lo que somos —lo miré incrédulo —no es cierto, Alpha? —dirigí mi mirada hacia donde el miraba. Mi cuerpo entero se paralizo y el oxígeno abandono mis pulmones. Mi cerebro pedía que corriera, pero mis piernas no obedecían. Aquella enorme bestia nos miraba atentamente, retrocedí lentamente hasta chocar con los chicos.

—no tienes por que temer, Tom —dijo Syrma dándome un apretón el hombro —ella no va a hacerte daña, ya la conoces, ¿recuerdas?

Tom —la voz de Ilena lleno mi mente, mire en todas dirección buscándola, tenía que sacarla de aquí, no dejaría que esa cosa le hiciera daño — soy yo, Tom —dijo al mismo tiempo que el lobo daba un paso hacia mí.

¿No quería creerlo, eso no podía ser la mujer que yo amaba, o sí? A mi mente volvió el día en que aquel lobo marrón me ataco, el mismo lobo que estaba frente a mí me había salvado y luego había despertado en su casa, pero ella me lo había negado; lleve mi mano a mi cuello, sentí en mis dedos aquella pequeña cicatriz en mi cuello, casi invisible e imperceptible, sin embargo ahí estaba, las marcas en mi ropa de sangre y tierra, muy bien lavadas, pero ahí estaban; las veces que había atrapado a lena mirándome el cuello con los puños apretados y el ceño fruncido y también los delirios que había tenido ese día de ver a ese inmenso lobo transformarse en ella. Sentí el sabor acido del vomito en mi garganta antes de inclinarme y devolver mi desayuno. Estaba en un completo estado de shock, Syrma trato de acercarse a mi haciendo que yo reaccionara y lo empujara haciéndolo caer al piso, escuche un gruñido y luego sentí como Lesath se abalanzaba contra mí con los ojos rojo.

Ilena lo aparto de mi dejándolo en el suelo, le gruñía mostrándole los dientes, mientras que le apretaba el cuello con una pata, a pasar de que Lesath era un hombre grande se veía diminuto en comparación al enorme lobo.

—Ilena, déjalo, lo estas matando — gritaba Syrma con lágrimas en los ojos tratando inútilmente de sacar al lobo de encima de su pareja — Tom, por favor ayúdame — gritaba desesperado. Quería ayudarle, pero en ese momento lo único que mi cabeza me ordeno que hiciera es que huyera y así lo hice.




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