Los discípulos de Sócrates

Los discípulos de Sócrates

LOS DISCÍPULOS DE SÓCRATES


 


 


 

ESTEBAN GALVÁN


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 

INTRODUCCIÓN


 

La realidad se nos presenta generalmente como algo definido y obvio, más bien preciso, evidente y concretamente simple.

Lejos de esto, la realidad es más compleja de lo que parece ser, es una sumatoria de percepciones, vivencias, sentimientos, emociones, ideas, pensamientos y demás elementos, que se unen en una complejísima red de manifestaciones.


 

Pero los seres humanos necesitamos una visión unificada del mundo para poder vivir tranquilos, para explicar las cosas que pasan desde uno o quizás unos pocos puntos de vista que tienden a hacer encajar la realidad en la explicación de la misma y no al revés.

Por obvio que parezca, las obviedades tienden a no ser tales, lo evidente puede convertirse en enigmático y misterioso, si solamente enfocamos mejor el lente que nos permite lograr una mejor visión de la realidad.


 

De esto precisamente trata la filosofía, de la maravillosa experiencia que tiene lugar cuando uno decide y descubre el mundo que lo rodea en sus distintas y múltiples acepciones y colores. Y de ésta forma, también se descubre a sí mismo como algo que antes no era o no lograba ver como posible.

La práctica de la reflexión y el pensamiento crítico han sido desde siempre atributos de una disciplina que se generó de la mano de hombres que se encontraban en cierto modo insatisfechos e incompletos con lo que veían, escuchaban u observaban de la realidad.


 

Y en éste contexto está Sócrates, el gran filósofo griego, creador de un método filosófico que posibilitaba hacer parir verdades donde parecía no haber nada y generar incertidumbre donde existían certezas.

De esta manera, Sócrates nos entregó un legado de un valor único y con consecuencias sorprendentes para todos nosotros: el pensar por si mismos, el aprender a pensar.


 


 


 

Ésta capacidad humana se encuentra ahí, en todos nosotros, esperando a que la pongamos en funcionamiento, esperando a que realicemos el esfuerzo de cuestionar racionalmente nuestra realidad, no para anularla, sino por el contrario, para comprenderla en su más completa dimensión y en sus múltiples grados de complejidad.


 

Pues solamente asistiendo a la transformación del pensamiento podemos aspirar verdaderamente a la transformación de la realidad.

 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 

CAPÍTULO 1


 

Hacía un espléndido día de otoño, el sol se levantaba lentamente por sobre las copas de los árboles que se sacudían a ritmo moderado, recibiendo la primera brisa de la mañana que estaba por despertar.

Aquel era un barrio tranquilo, pacífico, adornado de verde casi por completo. Sus parques, plazas y calles contrastaban perfectamente con sus casas pintadas y adornadas de colores tan diversos que, con la primera luz de la mañana daba una sensación y un espectro multicolor.

El movimiento matinal que comenzaba ya hacía sentir los primeros sonidos de motores, bocinas y voces de transeúntes, con los sonidos a la distancia de las fábricas más cercanas con sus torres de humo.


 

A Gastón, como cada mañana, el levantarse le estaba costando un poco más de lo debido; parecía como si tuviera que asistir obligadamente a un sufrido ritual que volvía a repetirse una y otra vez, mañana a mañana, día a día. Le parecía que, si bien el año curricular de clases ya hacía un buen rato que había dado inicio, no lograba acomodarse del todo a la rutina diaria que le imponía su ritmo.

Quizás lo que sucedía era que no estuviera hecho para estudiar, no al menos él, no logrando entender por qué su madre se esforzaba en insistir y recordarle una y otra vez lo importante que era para su futuo el acudir a clases regularmente y cumplir sus tareas de estudiante. Le había repetido hasta el cansancio que si no estudiaba no conseguiría nada importante en la vida, que ésta no tendría sentido y valor y por consiguiente no lograría nunca ser feliz.

A Gastón sencillamente le parecía que su madre podía estar exagerando un poco, para que ocupara su tiempo en los estudios y no se quedara en casa sin hacer nada o conectado a las redes sociales. ¿Qué tan malo podía resultar no estudiar? ¿Qué consecuencias de las que repetía su madre serían ciertas? ¿Y si simplemente trabajaba en algo para ganar dinero y poder sobrevivir?



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En el texto hay: filosofia, misterio, aventura

Editado: 24.05.2019

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