Martes 15
— ¡Policía local de Jarama! Señor Dokesh, abra la puerta por favor — exclama Anderson dando dos golpes a la puerta.
— Algo me dice que el señor Dokesh, no está por la labor de colaborar — la inspectora Lorena Santos se estaba cansando de esperar. — Creo que es un buen momento para entrar.
El inspector Anderson le asiente en silencio con la cabeza, haciéndole entender de que tenía toda la razón. Por lo que, sin esperar ni un segundo más, le hacen una seña a los agentes que sujetaban un ariete, para que derribaran la puerta. Una vez dentro, ambos inspectores se dan cuenta de que, aquella casa parecía algo abandonada; no parecía que nadie hubiera estado ahí desde hace semanas.
El inspector Anderson, un joven de metro ochenta, veinticinco años y un corte de pelo bastante particular, se había situado en el lado izquierdo de la entrada; desde donde pudo observar gran parte del salón de aquella casa, y unas escaleras de madera, que subían a un segundo piso. Por otro lado, la inspectora Santos, una mujer de treinta y seis años, metro setenta, y un cabello liso de color negro que le llegaba hasta la nuca y patillas, se encontraba en lado derecho de la entrada; desde donde podía observar la pequeña y estrecha cocina que había a su derecha, además del largo pasillo que le seguía frente a sus ojos.
A continuación, entran el resto de los agentes que aguardaban a las espaldas de los inspectores. Todos se dispersan por toda la casa, y la registran al completo.
— ¡Despejado! — comienzan a decir todos los agentes, que estaban ayudando a Anderson White, y Lorena Santos. Los encargados del caso, para poder ayudar a aquella jovencita llamada Draven Parker, quien le había pedido ayuda la mañana del sábado pasado.
— La verdad es que, sabiendo lo que he leído sobre ese señor, no me extraña que se haya pasado por una persona normal todo este tiempo, y ahora, tras lo que sospecho que habrá sido una discusión familiar, haya decidido asesinar a su propia mujer, de la que fingió enamorarse.
— Espera ¿Qué se supone que has leído del señor Dokesh? Estoy intentando seguirte, pero entre que hablas rápido y no me has puesto en contexto, se me hace imposible.
— ¡Ah, si! Perdona. Aquí tienes — le entrega su móvil con toda la información, que había encontrado la noche anterior sobre aquel asesino en serie, que en su momento logró escapar de la cárcel y desaparecer durante años del radar de la policía. Hasta ahora, pocos se acordaban de su presencia en el mundo. — Jhon Dokesh, un hombre que a sus dieciséis años, es arrestado y llevado a un penitenciario de menores, tras asesinar a sangre fría a toda su familia, y devorarse a sus hermanos.
— ¿Un asesino en serie caníbal? — interrumpe el inspector Anderson sorprendido.
Lorena, su compañera, le asiente.
— Esto se pone cada vez más interesante…
— Luego, cuando este cumple los dieciocho, es llevado a una prisión de alta seguridad con aislamiento incluido. Pero, con solo dos años desde su entrada a aquella cárcel, logra ingeniar un plan para escapar y pasar desapercibido entre los guardias. Es desde ese momento, que la policía lo pierde de vista, pero sin pasar por lo alto que, horas antes a su escapada, uno de los guardas de esa cárcel, recibe una transacción anonima de unos diez millones de euros, en donde alguien le amenazaba con que, sí no ayudaba al señor Dokesh a salir de allí, ese alguien le iba a matar.
— Joder. ¿Algo más?
— Pues poco más. Ahora hay que encontrar el motivo, de porqué Dokesh, ha decidido asesinar a su mujer, incriminar a su hija más pequeña y dejarla viva, mientras desaparece junto al resto de los hermanos. Todo esto sin olvidar que, también habrá que averiguar sí ha decidido en algún momento, cambiarse el nombre. Porque si es así, esto va ser más un simple pilla pilla, y tu amiga puede estar en un grave peligro.
— Esto va a ser divertido — afirma Anderson aún sorprendido, e intentando procesar toda la información que le había dado su compañera. — ¿Y de la señora Parker sabes algo?
— A excepción de que su hija se la ha encontrado muerta, creyendo que ha sido ella, y que al parecer era un autora de libros best seller… Nada más. Así que… ¿Por donde quisieras empezar?
El inspector White, estaba a punto de responder cuando entonces, la voz de uno de los agentes se hace presente en las radios.
— Inspectores, creo que deberían bajar aquí y ver esto. Al sótano quiero decir.
— Recibido. Ya vamos para allá —
Tras el aviso de aquel agente, todos bajaron de inmediato.
Ambos inspectores, fueron quienes llegaron primero al sótano. Después de tener que bajar unas escaleras de acero, ocultas tras una puerta de madera, por donde el otro agente había entrado.
— ¿Qué sucede? — pregunta Lorena de forma expectante, deseando saber qué había encontrado el agente Victor Brown.
El sótano de aquella casa estaba bastante oscuro, lleno de polvo, además de un repugnante olor a muerto.
— ¡Joder! Menos mal que he desayunado temprano, y ya he hecho la digestión — Anderson se queja en voz alta, poniéndose el mentol justo debajo de sus fosas nasales. — ¿Qué se supone que hay aquí?