Rhiaim y Yehohanan llegaron un poco después del tumulto. Se encontraron con los más jóvenes y éstos le explicaron lo sucedido.
– ¡Fue una suerte que tardaran en llegar! – dijo Zlatan - ¡Calmar a los invitados fue muy estresante!
– Ese Brett me sorprendió – dijo Uziel – Pudo guiarnos en esta operación y detectó al intruso de entre tantas personas enmascaradas. En serio… ¿Cómo lo hace?
Rhiaim no evitó sentirse orgulloso por Brett, al saber que se estaba comportando como un verdadero príncipe y líder.
– ¿Dónde está ahora? – preguntó Rhiaim – tampoco veo a Eber.
– Están interrogando al intruso – respondió Zlatan – a nosotros nos dejaron aquí para seguir atendiendo a los invitados.
La pareja se sentó en su mesa asignada. Al final, no pudieron disfrutar de la hermosa fiesta que organizaron los príncipes, debido al intento de atentado que surgió dentro de los muros del palacio. En un momento dado, el duque se planteó en voz alta:
– Quizás deba ir con ellos.
– Déjalos que hagan su trabajo – le aconsejó Yehohanan – ellos podrán con esto.
– Tienes razón. Discúlpame, es que todavía los veo como mis niños. ¡Han crecido tan rápido sin que nos diéramos cuenta!
Y mientras conversaban, vieron que las duquesas Dulce y Sofía, quienes decidieron asistir a la fiesta de disfraces, se acercó a Zlatan y Uziel, bastante agitadas. Éstos decidieron atenderlas y Sofía, de inmediato, les dijo:
– Sé que están con mucho trabajo, majestades, pero lo que sucedió es de suma urgencia. En nuestros ducados se volvieron a registrar otras desapariciones durante nuestras ausencias.
– Ni siquiera las tropas que la reina mandó en el ducado de Jade impidieron la desaparición de los niños – dijo Dulce, quien miró a Zlatan con cara de angustia – pensaba volver a pedir ayuda al príncipe Rhiaim, pero sé que él está muy ocupado ahora. Así es que, por favor, se los suplico, ayúdanos.
– Debemos informárselo a nuestra esposa – dijo Zlatan, manteniendo una expresión neutra delante de su vieja amiga de lecturas – pero ahora estoy preocupado: si han ocurrido casos en dos lugares al mismo tiempo, será difícil decidir por cuál comenzar primero.
– No importa dónde iniciemos, mientras al fin podamos salir de aquí – se quejó Uziel - ¡Ya me estoy asfixiando de tanto encierro!
– ¡Calma, Uziel! – le regaño Zlatan – ya que Brett y Eber están ocupados, lo mejor será que le pidamos consejos a nuestro hermano mayor. Aprovechemos que está aquí.
Se acercaron al príncipe y le explicaron lo sucedido. Éste se quedó reflexionando sobre la situación y, al final, les dijo:
– Creo que lo mejor sería que se separen en dos grupos. Ya que son cuatro, podrán repartirse de a dos en cada localidad y atrapar a los bandidos de una, para rescatar a las víctimas a tiempo.
– Sí. Estoy de acuerdo – dijo Yehohanan – los apoyaré desde la distancia, ya que también cuento con la misión de vigilar cada pueblo sigilosamente, así es que lo amoldaré a mi agenda.
Un poco después, vieron que Brett y Eber habían regresado a la fiesta. Sin embargo, ya no lucían sus disfraces, debido a que se tuvieron que cambiar tras el sangriento interrogatorio que orquestaron en el calabozo.
– ¿Rhiaim? – dijo Brett.
– ¡Hola, Brett y Eber! – saludó el mayor, con una sonrisa – Quise aprovechar la ocasión para ver cómo les trata su esposa.
– Estamos bien – dijo Eber – nuestra esposa es muy cálida y acogedora. Algo extraña, me atrevería a decir, pero no me quejo. ¡Es mi tipo!
– Ay, Eber, compórtate como un príncipe – le reprochó Rhiaim – Bueno, lo dejaré pasar por esta vez. A todo esto, ¿qué tal les fue con el interrogatorio?
– Fatal – dijo Brett, con una expresión apesadumbrada – Solo logramos sacarle un par de cosas y, lo único que sabemos hasta ahora, es que querían matar a la reina y llevarse una “muestra”.
– No importa qué métodos aplicábamos – dijo Eber – mantenía los labios sellados, hasta que tuvimos que detenernos porque a nuestra esposa le dio arcadas. Es la primera vez que nos encontramos con un sujeto muy difícil.
– Sí. Hay muchos así – dijo Rhiaim – no deben desmotivarse por eso. Lo que importa es que saben que quiso matar a la reina, están queriendo secuestrar a alguien y trabajaba para ese tal Roger.
– ¿Será que quisieron secuestrar a Uziel? – se preguntó Zlatan, mirando al menor – en el pueblo Verde, esos bandidos estuvieron especialmente interesados en él. Como es el más joven y el más pequeño físicamente, todavía hay muchos que lo confunden con un niño.
– ¡Pues no me atraparán tan fácilmente! – dijo Uziel, frunciendo el ceño - ¡Que sea chiquito no les da derecho a subestimarme!
– De todas formas, tengan cuidado – dijo Rhiaim – bueno, sé que es inútil decirles esto, pero no puedo evitarlo.
– Gracias por venir a nuestra fiesta, hermano – le dijo Brett.
Horas después, cuando terminó el evento y los invitados se marcharon a sus respectivos hogares, los príncipes, junto con las duquesas, le informaron a la reina sobre las localidades donde se registraron otros nuevos casos aún después de ser intervenidas por ella.
– Nos separaremos en grupo – decidió Panambi – como sé que mi esposo Zlatan es un buen amigo de la duquesa Dulce, dejaré que sea él quien se encargue de intervenir el ducado de Jade, junto a Uziel.
– ¡Me parece muy bien, majestad! – dijo Dulce, cuyos ojos brillaron de la emoción al saber que el príncipe de los lentes visitaría su palacio – voy a hospedar a los príncipes en mi hogar y los trataré muy bien. ¡Se los puedo asegurar!
– Entonces, yo iré con mis esposos Brett y Eber al ducado de Celeste – continuó Panambi, mirando a Sofía – tengo entendido que recién se está poblando esas tierras, así es que será sencillo intervenirlo. ¿Verdad?
– Hay muchas zonas rurales y terrenos sin explorar, su alteza – dijo Sofía – cuando lleguemos ahí, les pondré al tanto.