Los cuatro hermanos se encontraban en el campo de entrenamiento, debido a que los últimos acontecimientos les hicieron ver que en verdad les tocaría pelear contra sujetos muy rudos y fuertes. Por suerte, la reina mandó instalar una sección de prueba de armas de fuego, donde podrían practicar disparos y aprender a esquivar las balas que podrían acertarles en sus cuerpos.
Uziel y Zlatan, por su parte, decidieron entrenar con espadas de madera, simulando un duelo. Tras unos minutos, Zlatan fue desarmado mientras que Uziel comenzó a celebrar su victoria, alzando sus brazos en dirección al cielo.
Zlatan asumió con la cabeza, en silencio. Uziel infló sus mejillas al ser regañado por su hermano mayor.
Entrenaron un rato más hasta que Zlatan se cansó y dijo:
Brett, al ver que Zlatan se retiraba, lo siguió y le preguntó:
Todos los hermanos se quedaron extrañados. Brett, con un leve sonrojo, dio su excusa diciendo:
Zlatan guio a Brett a su dormitorio, en donde contaba con un estante lleno de libros de todas las formas y colores. “¡Guau! ¡Zlatan si que aprovechó el deseo de la reina para armar su colección privada!” pensó el joven príncipe, admirado.
El príncipe intelectual rebuscó entre los libros y tomó uno de color rojo, con el título de “Manual de seducción y conducta del buen esposo”. Cuando se lo pasó a Brett, éste le preguntó:
Zlatan se encerró en su pieza a leer, mientras que Brett prefirió ir al patio para poder disfrutar de la lectura al aire libre. Si bien no era un devora libros como su hermano menor, a Brett le gustaba leer y siempre sacaba algún tiempo para repasar sus estudios o disfrutar de alguna novela.
Tras estar media hora informándose sobre las técnicas de apareamiento entre parejas, decidió tomarse un descanso e ir a la cocina por un refrigerio. Durante el camino, se topó con la oficina de la reina, cuya puerta estaba abierta. Ahí, dio una mirada y la encontró hablando con un grupo de personas a través de su comunicador.
Brett decidió seguir su camino, ya que presentía que la charla sería muy larga. Recordó que su hermano mayor, a partir de sus dieciocho años, asistió con su madre a las reuniones y logró hacerse escuchar en más de una ocasión. Sin embargo, su situación y la de sus hermanos era diferente porque, por más que estaban casados con la reina del Sur, todavía eran vistos a ojos de muchos nobles como príncipes extranjeros de un reino enemigo.
“Quizás esa noche pueda consultarle al respecto”, dijo Brett. “El libro de Zlatan dice que debo aprender a ser persuasivo para que mi esposa esté dispuesta a cumplir mi deseo. Si con eso logro proponer mi iniciativa para apoyar a víctimas de estupros sin importar su género y estatus… ¡Ah! ¡Persuadir no es lo mío! ¡Ni menos si se trata de una mujer!”
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Cuando llegó la noche, Brett se dio un baño de inmersión en bañera. Tim y Sam vinieron para ayudarlo a exfoliar su piel y desenredar sus rebeldes cabellos. Normalmente, el joven príncipe prefería arreglárselas solo para las cuestiones de higiene, pero sus hermanos le insistieron que pida ayuda a los sirvientes que contrató ya que necesitaba lucir impecable ante su esposa en su primera noche compartida y ellos estaban realmente admirados por su peculiar belleza.