Los esposos de la reina

Capítulo 30. El paraíso de las mujeres

Roger había visitado una de las guaridas que aún no había sido descubierta por los príncipes. Ahí se encontró con Rudy y Azul, quienes mantenían cautivos a cinco niños recién capturados. Todos estaban atados y amordazados, sus ojos reflejaban el terror y la incertidumbre de su propio destino.

  • Esta vez nos hemos asegurado de que fuesen plebeyos – le dijo Rudy a Roger – Así, nadie se molestará en buscarlos.
  • Bien. Manténgalos así mientras preparo mi equipo – indicó Roger. Luego, miró a Azul y, con una señal, le dijo – sígueme.

Azul obedeció. Roger la llevó a un cuarto oscuro, donde había una mesa repleta de jeringas, sondas, trapos y tubos de ensayo.

Cuando la mujer se dispuso a ordenarlo todo, Roger se sentó en su silla y lanzó un largo suspiro. Ella se detuvo y estuvo a punto de preguntarle si se sentía bien, cuando el hombre le dijo:

  • ¿Sabes? En mi tribu existía una leyenda sobre este continente. Mis padres me contaron que Tellus era un mundo gobernado por mujeres, quienes lograron hallar el secreto de la eterna juventud y, con eso, dominaron el mundo.
  • ¿En su tribu? – preguntó Azul, sin entender.
  • ¡Así es! Yo provengo del “Viejo mundo”, donde apenas subsistimos mediante tribus que se enfrentan entre sí y nunca consiguieron unirse como sucedió en este lugar. Fue por eso que abandoné mi hogar para atravesar el océano y llegar hasta aquí. Lamentablemente, el viaje fue duro y gran parte de mi tripulación pereció. Los que quedamos, conseguimos llegar hasta aquí en calidad de náufragos.

Roger hizo una larga pausa, como si le diera nostalgia aquel recuerdo. Luego, continuó:

  • Me costó mucho habituarme aquí. Creo que llegué a este país cuando estaban en guerra porque querían independizarse de la Doctrina. Aún así, fui bien recibido por unos paisanos, quienes me pusieron al tanto de la situación y me explicaron cómo surgió esta sociedad. Con eso, he comprobado que lo de las “reinas jóvenes y hermosas” era una mentira, lo que me llevó a una terrible decepción.
    Aún así, no desistí de mi deseo de hallar “la fuente de la eterna juventud”. Y sabía que en este lugar podría lograr mi propósito. Solo tenía los datos proveídos por el jefe de mi tribu, pero no los recursos. Escribí una carta a los de la Doctrina para que me financiara mi proyecto, ya que tenía entendido que la Papisa era una mujer ambiciosa y que estaría interesada en permanecer en su trono celestial eternamente.

Roger volvió a hacer otra pausa, mientras miraba al techo con los ojos bien abiertos. Luego, se los cubrió con una mano y dijo:

  • Lamentablemente, la Papisa rechazó mi propuesta y, de nuevo, quedé a la deriva. Así es que no me quedaba otra opción más que dedicarme al comercio, a la estafa. Mucha gente es capaz de dar su alma para curarse de enfermedades mortales y me aproveché de eso. Cuando me descubrían, simplemente nos mudábamos de pueblo. Pero cada vez habían menos personas a quienes engañar, así es que decidimos permanecer en las grutas subterráneas por un buen tiempo.
    Y así supe sobre la caída de la Doctrina y la restauración de este reino. Pensé que, al estar las reinas libres de toda opresión, podrían interesarse en el proyecto y, así, hacer realidad esa leyenda pidiéndoles que contribuyan ellas mismas a ser parte del experimento. A pesar del tiempo, nunca obtuve respuestas. Y fue así que hallé un templo abandonado, donde encontré varios documentos interesantes que la Doctrina ocultaba al ojo público. ¡Sí! ¡Entre esos documentos hallé el ritual de sangre que las primeras reinas practicaban para mantenerse siempre jóvenes y hermosas!

Roger comenzó a reírse como un maniaco. Eso a Azul la asustó, ya que estaba enterándose de algo primordial para enviárselo a la condesa y, así, detenerlo en sus locuras.

  • Este continente logró establecer una sociedad muy interesante, a costa del sacrificio de muchas vidas – dijo Roger, moviendo sus brazos a la par que hablaba – las primeras reinas unificaron a las tribus que se formaron aquí, controlaron a la población masculina sacrificando solo a los niños varones y formaron la falsa ilusión de ser deidades terrenales para ganarse poderosos aliados provenientes de las tribus. Pero todo eso se arruinó cuando surgió la Doctrina, frenando todo avance científico y tecnológico y haciéndoles retornar al oscurantismo propio de las eras más antiguas. Aunque, por suerte, me siento afortunado de permanecer aquí y ver cómo los cuatro reinos se liberaron, avanzado diez años todo lo que no pudieron avanzar en cien en el aspecto tecnológico.

Roger giró la cabeza, miró a Azul a los ojos y le dijo:

  • Tú y Rudy han sido un gran apoyo para mí. No temen en sacrificar a los niños para lograr crear un sistema aún más perfecto para llegar a ser como los dioses. Pero pronto, ya no necesitaremos a esos pequeños cuando atrapemos a “esa persona”
  • ¿” Esa persona”? ¿Quién puede ser?
  • Lo diré muy pronto.

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Apenas pudo, Azul envió un informe detallado sobre lo que consiguió averiguar durante su misión de espionaje. Yehohanan, a su vez, le llamó a Rhiaim para avisarle sobre lo que Roger expresó a su espía, como una suerte de catarsis. Ambos quedaron consternados al saber que Roger, en realidad, estuvo más tiempo en el continente de lo que decían los informes.

  • Entonces no fue en el pueblo Verde donde hizo sus movimientos – dijo Rhiaim – Pero… ¿Dónde? ¿Y por qué esos pueblos no lo notificaron?
  • Fue en los tiempos de la guerra – dijo Yehohanan – En ese entonces, la gente habría estado más centrada en sobrevivir. Y, luego… ya sabes, el avance de las colonias, las batallas contra los antimonárquicos… y sin contar que Roger era solo un individuo perdido, sin dinero ni prestigio.
  • Lo entiendo – dijo Rhiaim – en ese caso, no me queda otra opción más que contactar con mi madre. Quisiera evitarla lo más que pueda, pero si tu espía dice que le envió esa propuesta de proyecto directo a ella…
  • Sí, de seguro lo tendrá archivado. También hablaré con mi prima, dado que la reina actual aún lleva pocos meses al mando. Espero que Aurora recuerde dónde lo guardó.




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