Los esposos de la reina

Capítulo 46. Aclarando el malentendido

La secretaria estaba explicándole a Panambi sobre la tensión que gran parte del personal del palacio sentía hacia los príncipes, luego de que éstos fuesen humillados y castigados. Recordó que la duquesa Dulce se lo había advertido: mas de uno aprovecharía la situación para acusarlos de cualquier cosa y, así, dar motivo para aumentar sus amonestaciones.

Pero gracias a que mandó instalar el doble de cámaras de seguridad que tenían anteriormente en el palacio, pudo detectar a los guardias y sirvientes intrépidos y, de inmediato, los mandó a pasar la noche en las celdas por “intentar dañar a sus esposos”. Y aquellos que les prometieron respaldarlos dando falsos testimonios, terminaron por sincerarse ante el temor de ser ajusticiados.

  • ¡Casi no lo reconozco! – comentó la secretaria, quien también quedó a mirar las cámaras – el príncipe Brett parecía ser tan calmado y dócil antes…
  • Solo fingía serlo – dijo lady Queral – la ex reina Aurora comentó hace tiempo, que el príncipe Brett es como “un monstruo dormido” a quien sí o sí debes dejar en paz si no quieres sufrir de una muerte lenta y dolorosa. Ahora bien, considerando la situación, es como si estuviese buscando aliados, gente en quien realmente pueda confiar para protegerse de aquellos que lo odian.

Panambi tragó saliva ante las palabras de su dama de honor. Todavía recordaba cómo Brett la empujó por la pared y la miró con frialdad, como si deseara romperle el cuello ahí mismo. Para evitar apesadumbrarse por esa experiencia, comentó:

  • Entiendo su situación. Así es que no le veo de malo que haga eso siempre que no cometa la locura de escapar del palacio. ¿Y que hay del resto?
  • Se vio al príncipe Zlatan ingresar a la biblioteca y sacar un libro de ahí – dijo la secretaria – como usted les había indicado que solo podían moverse en el SPA, sala de juegos, patio y sala de entrenamiento, los soldados tomaron esa orden de forma literal y comenzaron a perseguirlo para que vaya a uno de esos sitios compartidos.
  • No le veo de malo que vaya a la biblioteca – dijo Panambi – esta vez fue mi culpa. Solo consideré los sitios donde se mueven normalmente y no sus aficiones personales. Mi idea era que pudiesen moverse en cualquier sitio siempre que sea dentro de los muros del palacio.
  • Los príncipes Uziel y Eber fueron a defenderlo, cuando el soldado de pasantía empujó al príncipe Zlatan al suelo. Y entonces…

Mientras la secretaria daba sus explicaciones, Panambi escuchó que alguien golpeaba la puerta, diciendo:

  • Su majestad, la reina. Tengo un mensaje del príncipe Brett para usted.
  • Adelante.

El sirviente entró y le entregó una nota. La reina Panambi lo extendió y lo leyó:

Querida esposa, le escribo para pedir que perdone a los sirvientes que me ayudaron a recoger las flores del jardín. Yo solo quería armar un ramo para usted, ya que no puedo ir a la Capital ni encargar nada porque me confiscó mi dispositivo, no me queda de otra que recurrir con lo que tenga a mano. Uno de ellos me dijo que salvé a su hija del incendio y quiso devolverme el favor apoyándome a armar el obsequio. El otro es su mejor amigo y quiso también darnos una mano, pero el guardia lo atrapó y le rompió el dedo por mi culpa. Fue por eso que decidí darle el día libre para que pueda curarse su dedo hinchado y apoyarlo durante su reposo. Espero haber aclarado este malentendido.

  • Aunque muchos son hostiles hacia ellos, una gran mayoría de la servidumbre los apoya y sienten mucha lástima – continuó la secretaria con su informe – pero tienen miedo de sufrir represalias si los ayudan a escapar, así es que intentan apoyarlos con lo que puedan.
  • Y de seguir así, el palacio sufrirá una tensión más fuerte de lo que ya sufre – dijo lady Queral – y es porque el príncipe Brett solo quiere ser servido por los subordinados de la ex reina, quienes acompañaron al príncipe Janoc hasta el palacio a petición de ésta.
  • Al final, de nada sirvió que les confiscaras los dispositivos para controlarlos, majestad – dijo la secretaria – porque están los escoltas, el príncipe Janoc y hasta los propios sirvientes que les son leales a sus esposos y se ofrecieron a ser su conexión con el mundo exterior. Si bien el príncipe Brett les pidió explícitamente que no se involucraran, ellos se sienten en deuda con él porque les ayudó a todos en el pasado y harán lo que sea para apoyarlo.
  • ¡Bien! – dijo Panambi, arrancando una hoja de su cuaderno y procediendo a escribirle un mensaje a su esposo oficial – le enviaré una respuesta a Brett. A ver si así consigo que se calme.

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  • ¡Vaya esposa que tengo!

Brett recibió la respuesta de la reina Panambi un poco después del incidente en el campo de entrenamiento. Ya era casi de noche y los príncipes decidieron prepararse para ir al comedor a cenar.

  • ¿Qué te dijo? – le preguntó Eber.
  • Solo me dice que tenga paciencia – respondió Brett, mostrándole la nota – y quiere vernos a nosotros dos esta noche, en su habitación.
  • ¿Qué? ¿Planea hacer un trío?
  • No todo se trata de “eso”- dijo Brett, fulminándolo con la mirada – seguro querrá “confesarnos su amor”.  

Las mejillas de Eber se colorearon repentinamente. Brett se tapó la boca para ocultar la discreta sonrisa de su rostro. Uziel y Zlatan solo atinaron a menear con la cabeza.

Cuando llegaron al comedor, se sorprendieron al ver sus platillos favoritos sobre la mesa. Un par de sirvientes se les acercaron y les dijeron:

  • Hemos decidido prepararles lo que más les gusta.
  • Pensamos que alegraríamos sus corazones con sus comidas favoritas. Lamentablemente, es lo único que podemos hacer por ustedes ahora.
  • ¿”lo único”? ¡Es más que suficiente! – dijo un entusiasmado Eber.
  • ¡Compórtate, Eber! Recuerda la etiqueta – le dijo Brett, al oído
  • ¡AH! ¡Lo siento!




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