Los esposos de la reina

Capítulo 52. Llegando al meollo del asunto

Durante la infiltración y posterior captura de Rudy y su compañero de ventas, los duques y príncipes descubrieron que mucha gente estaba tan desesperada por conseguir la medicina “milagrosa” que, en plena calle, vendían sus cuerpos para poder conseguirlas. Brett, al escuchar lo que comentaban sus hermanos al respecto, no evitó pensar en su propia experiencia:

“Esos dos hombres no estaban mintiendo cuando me dijeron que era algo de todos los días. Puede que, en el fondo, comprenda a esas personas. Aún con mi estatus, ofrecí mi cuerpo a mi esposa para proteger a mis hermanitos de su ira. Pero, a la vez, pude escudarme en ella para evitar que esos soldados quisieran abusar de nosotros cuando nos sometieron ese día. Si, mi título me garantiza proteger mi integridad, pero, ¿el resto? ¿Cómo pueden lidiar con el día a día sin tener en qué escudarse?”

Y estaba tan absorto en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que un enfurecido Aaron se acercó rápidamente a él y le dio una fuerte bofetada, lanzándolo al suelo.

  • ¡Que sea la UNICA vez que haces esas cosas! – bramó Aaron, señalándolo con el dedo - ¡Eres un príncipe y debes cuidar de tu honor!

Luis se acercó y ayudó a levantarse a Brett, quien mantuvo la mirada al suelo mientras se palpaba la zona golpeada. Cuando consiguió ponerse de pie, respondió:

  • Si con esto he conseguido ayudarlos en su misión, no me importa haber perdido el poco honor que me queda. Pero… por esta vez… lo… siento…

Inesperadamente, Aaron le acarició la cabeza, despeinándole los cabellos, mientras le decía:

  • No le diremos nada a Rhiaim si nos dejas cuidar de ti mientras dure la operación. Por ahora, mantente cerca de Abiel y sigue sus órdenes, o yo mismo le pediré a tu esposa que te encierre en tu pieza por el resto del año.

En eso, Eber se acercó. Brett, mirándolo con pena, le preguntó:

  • ¿También me vas a golpear?
  • Esta vez paso – dijo Eber, encogiéndose de hombros – Además, ver tu cara hinchada será más que suficiente. Ja ja ja.

“¡Pesado!”

El recinto era bastante grande, con alguna que otra herramienta y varios accesorios electrónicos que las espías usaban para sus espionajes. Los soldados de la reina formaron una barricada por los alrededores para vigilar que los duques y príncipes permaneciesen en su interior. Los soldados de los duques, en cambio, permanecieron adentro y se encargaron de preparar las herramientas de tortura para iniciar con el interrogatorio.

Las espías de la condesa también se encontraban ahí, jugando con las medicinas que consiguieron comprar en el pueblo. Tal como les había dicho Rosa, eran de una apariencia débil y delicada, pero más les sorprendieron al ver que apenas eran unas adolescentes. Quizás fuesen un par de años mayor que Uziel, pero eran más pequeñas que él y, además, eran expertas en el manejo de armas pequeñas que escondían en sus cabellos. De esa forma, podían defenderse y ocultarse en cualquier rincón cuando debían huir del enemigo.

Las chicas, al recibir al grupo de nobles y soldados, comenzaron a emocionarse tanto que no paraban de rodearlos y hacer comentarios sobre sus apariencias.

  • ¡Guau! ¡Pero qué altos y gallardos!
  • ¡Y este es tan apuesto! Pero… ¡Uh! ¡Su cara está hinchada! ¡Necesita atención médica urgente! 
  • ¡El de lentes luce tan inteligente y misterioso que me fascina!  
  • ¿Son reales estos cabellos de fuego? ¡Parece que el sol acaba de bajar por los cielos!
  • ¡Y ese rubio luce tan valiente y arriesgado! ¡Lástima que sea casado!

Los duques y príncipes, pronto, se sintieron incómodos, pero mantuvieron la compostura. En esa, Aaron se acercó a ellas y les dijo:

  • Pequeñas damas, agradecemos la hospitalidad y la labor que tuvieron de arriesgar sus vidas para ayudarnos. Pero ahora… nos vemos en la obligación de pedirles que se retiren y aguarden afuera.
  • Lo que haremos ahora podría afectarles a sus mentes y corazones – continuó Abiel – Y para nada deseamos generarles traumas a tan hermosas doncellas.

Las dos mujeres no evitaron ruborizarse y, de inmediato, dijeron al unísono:

  • ¡Como ustedes lo ordenen, majestades! ¡Seremos buenas chicas y los esperaremos afuera!

Cuando se retiraron, Aaron comentó:

  • ¡Qué buenas niñas! Ojalá mis hermanitos fueran así de obedientes.
  • Yo creo que se asustaron al ver cómo golpeaste a Brett – dijo Uziel.
  • ¿Dijiste algo?
  • ¡No! ¡Nada!
  • ¡Bien!

Rudy y su compañero estaban atados en sillas. Uziel y Zlatan les colocaron mordazas en sus bocas para evitar que se mordieran la lengua durante su interrogatorio. Las mismas consistían en varillas de madera sujetadas con cintas, eran lo suficientemente estrechas para no impedir que hablasen pero, también, les mantenía la boca abierta para que sus dientes no hiciesen contacto.

Eber les pasó una caja de herramientas de tortura a los menores. Zlatan tomó un aprieta dedos y Uziel unas enormes tijeras que se usaban para cortar orejas.

Zlatan se acercó a Rudy y le preguntó:

  • ¿Dónde está la base de Roger?

Rudy no respondió. Entonces, el príncipe de los lentes se colocó detrás de él y le rompió uno de sus dedos con su herramienta. Aún con la mordaza, el grito del hombre retumbó por todo el recinto.

  • Nu se lus diré nudu – les advirtió Rudy – Puden rumperme tudus lus dedus que quieran que nu hublure.
  • ¡Uy! ¡Nos tocó uno difícil! – dijo Zlatan.
  • Bien. Comencemos por éste – dijo Uziel, señalando al otro sujeto cuya mirada reflejaba desesperación.
  • ¡Espera, hermanito! – le detuvo Zlatan – No hay que precipitarnos. Ya que este sujeto no quiere hablar, hagamos que su muerte sea lenta y dolorosa.
  • ¡Ah! ¡Entiendo! – dijo Uziel, mostrando una extraña sonrisa de frialdad psicótica e infantil – Lo torturaremos delante de su compañero para que vea lo que le espera.
  • ¡Claro! – dijo Zlatan, ajustándose los lentes – Además, deseo descargar mi ira contra éste – continuó, golpeando con su herramienta a la cabeza de Rudy y provocándole una herida abierta – por secuestrar a nuestro hermano e intentar matar a nuestra encantadora espía de pelo azul.
  • ¿Pelu azul?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.