La vieja televisión de la sala

En la sala esta un viejo televisor encendido, por el cual transmiten viejas historias del pasado, repitiéndose una y otra vez mientras las pantallas de teléfonos inteligentes deambula por la casa.

Desde la sala también está un pequeño router, distribuyendo la información a los teléfonos, las modernas pantallas nunca repiten información vieja y están siempre actualizadas.

En la cocina, una refrigeradora, no tan antigua como el televisor contiene las frutas y verduras para el día a día. Se abre y se cierra para dejar el paso de los alimentos, se abre y se cierra todos los días sin parar.

Los teléfonos continúan su deambular.

De vez en cuando se los oye cantar.

De vez en cuando se los ve actuar.

De vez en cuando pegan un grito cuando la aspiradora desconecta el router por accidente y el estruendo de la puerta se oye por toda la caza después de su reclamo.

La información debe fluir.

La comida debe fluir.

La casa debe estar limpia.

¿Quién mira la televisión?

Esta vieja pantalla a blanco y negro que apenas puede emitir sonidos.

Incluso la escala de grises se ha visto atenuada de más blancos que negros.

Pero sigue en la sala, ignorada por todos.

Nadie oye ya sus viejas historias.

Nadie ve sus viejos dramas.

Nadie noto cuando un día se apagó, pues, la información debe fluir, la comida debe fluir, la limpieza debe continuar.

La abuela cerro sus ojos y esas viejas historias nunca más se volverá a contar.