JANETH
Respiro hondo, con evidente pesadez y con los dedos temblándome cuando recojo una fresa entre mis dedos. Está brillante y es jugosa al morderla; pero siquiera dicha mordida logra relajarme en lo absoluto. Kiareth mantiene un peculiar silencio desde hace un rato y hasta llego a pensar que incluso se ha dormido en mi regazo.
Si bien el tema de los sentimientos es algo complicado para ambas dado lo que sucede en estos momentos conmigo (sobre todo), hicimos lo posible para que al menos nuestra conversación no terminase… mal.
Acepto que sus nervios tienen justificación válida y justa; acepto que me he precipitado a “declararme” de esa forma y acepto que no ha sido tampoco una buena elección ni el momento; claro, no cuando todo lo que gira en mí es pánico, horror, estrés y todo lo negativo que la libertad de Darío significa para la mía. Tantas cosas unidas y de repente vengo a decirle a Kiareth que incluso desde la universidad yo sentí (y siento) algo por ella. Sus nervios y su inseguridad duelen; pero tiene toda la razón al no creerme de buenas a primeras.
Aun así, estoy dispuesta a que mis sentimientos por Kiareth florezcan y sean tomados en cuenta; pero ella también tiene razón al decir que primero debo esperar a que mi vida y salud, tanto mental como física, se ordenen y arreglen, que lo caótico en mí ya disminuya hasta convertirse en algo sano.
Sano.
Me inclino para depositar un beso en la frente de Kiareth; ella es quien más se ha relajado después de esa peculiar conversación y (al parecer) ha logrado dormirse un largo rato desde que llegamos. Por el contrario, a mí, yo he picado la comida que ella ha traído; frutas, galletas y un arroz con huevo que le ha quedado sumamente delicioso y que acompaño con un ruidoso paquete de papas fritas; pero no se siente lo mismo esto tan bonito después de una discusión como esa, no se siente bien tenerla apoyada en mis muslos después de que ella casi ha llorado.
«Tiene toda la razón» me repito mientras siento culpa por haberla hecho sentir mal. Eso de llegar a pensar que quiero jugar con ella desde el momento en que mi rostro se ha acercado al suyo y mis labios rozaron esos tan bonitos de los que ella es dueña, sí que me hace sentir culpable.
No es absoluta curiosidad.
No soy una adolescente que quiere jugar con los sentimientos de otros solo para descubrir su sexualidad o ver si aclaro una confusión mía, mucho menos soy una persona que quiere escaparse de su pasado mediante un juego con otros. O lo que sea. No soy una persona mezquina que busca felicidad mediante otros solo para sentirse apreciada y con un poco de valor. Y eso es algo que no sé cómo expresarlo sin que Kia piense que me siento involucrada de manera sentimental solo por la forma tan especial en que me trata.
Kiareth de repente se mueve, sus ojos abriéndose, me mira adormilada y vuelve a acostarse; pero esta vez sobre la manta, la cabeza entre sus brazos y parte del cabello pronto cae sobre su frente.
Todo su cuerpo está agotado, es muy evidente a mis ojos cuando yo también me he sentido así mismo; más allá de estarme ayudando, creo que también le pesa factura el hecho de acostarse muy tarde por culpa de los trabajos universitarios que poco a poco se acumulan y se tornan pesados.
Y luego vengo yo a cargarla con más.
🌻🌻🌻
—Solo te pido, Kiareth. ¿Puedes darme tiempo al menos? ¿Por favor?
—No es como que esté tan urgida de una pareja, ¿sabes? —Kiareth se rio y ha acariciado mi mejilla de una manera tan bonita que por poco y se me han escapado lágrimas por lo que me abruma el descubrir y saber que aquel infierno con Darío ha sido una completa tontería de la que pude haber escapado antes de todo si no fuese tan ilusa.
—Prometo…
—Esa… Esa palabra es peligrosa, mejor no la digas —Su gruñido me ha alertado—, no completes esa frase cuando siquiera sabes si vas a cumplirla.
—De gustar a amor hay varios pasos y quiero cumplirlos.
—Primero pensemos en ti.
🌻🌻🌻
Tiempo. El tiempo no ha sido mi mejor amigo en estos años; pero quiero creer que va a poder acompañarme lo suficiente como para salir adelante y sentirme bien, como para descubrir cómo amar correctamente y no solo sentirme obligada a expresarlo sin que me nazca de una forma tan… falsa y horrible que se siente como las peores de las mentiras. Solo necesito descubrir cómo olvidarme bien de todo el daño que Darío ha causado en mi cuerpo y a mi forma de ver el mundo.
Acaricio la frente de mi amiga, y despejo su rostro con mis dedos; cada cabello es blanco, suave y precioso; se ve delicado, así como ella y me tienta muchísimo la idea de besarle de nuevo sobre la cabeza. Sin embargo, no me atrevo a moverme más allá cuando descubro que sus ojos están fijos en mí.
—Lo siento —susurro al verla un poco adormilada, despierta—. ¿Mi culpa?
—Hmn, no. Todavía tengo sueño… ¿estás bien?