Los gunnes y sus relatos de espanto y miedo

Los Gunnes. Los sospechosos de siempre. Hay gato encerrado en la pareja Gunnes. -

  • Bueno aprovechando que se ha ido de aquí podre dedicarme bien a mi trabajo – El toc toc, continúa en su ritmo.

Suena el timbre de la puerta principal.

  • Debe ser ella – Fui directamente abrir la puerta principal. Era Rebe.
  • ¡Buenos días! - ¿Vamos al negocio? ¿Lucius no vendrá no?
  • Para nada, tiene una audiencia. No sabes lo que me cuesta dormir por las noches – ¡Ohh! Bosteza con profundidad
  • ¿Es por alguna razón en especial? Y ya sabes a lo que me refiero
  • Para nada. No intimamos tan seguido – Expresó con naturalidad – Es como que despierto con cierto cansancio. Desde que compramos esta casa. Se oyen ruidos, algunos objetos es como que no se encuentran, y otros aparecen en otro lado
  • ¿Fantasmas?
  • No para nada. Aunque creo que deben ser mis actividades
  • ¿Y si Lucius se entera?
  • ¡No debe! Pero todo me está volviendo loca. Hasta poseo una paranoia
  • Podríamos ir ahora al local que te dije a las afueras.
  • ¿Quieres un café previamente?
  • ¡Podría ser!

Mientras me alejaba en el transporte público, iba analizando como llevar la audiencia del día de hoy. Pensaba en que mi mujer actuaba raro, pero tampoco quería que descubriera a lo que me dedicaba. Siempre quise comprar esa casa. Por una cierta razón. Sin embargo ahora no debo analizar las actividades, ni nada por el estilo, la familia Peels, me preocupa, y a sabiendas de que ambos son un matrimonio bastante problemático, con un hijo menor introvertido. Pero se los acusa de encontrar a las afueras en sus tierras un cuerpo en descomposición. Aunque no hay pruebas de que fueran ellos, ¿Vamos a ver qué indagarán?

Fui directamente a las afueras de la pequeña ciudad. Veía que los efectivos estaban en su búsqueda de las personas que habían desaparecido. El ADN del cuerpo encontrado en las tierras de los Peels, todavía no se había podido verificar. Tenía como un líquido extraño que impedía el análisis del mismo. Era como si hubieran extraído algo de allí importante. La ciencia de todas maneras había avanzado lo suficiente.

Estaban vinculando el hecho con el extravió de varias personas, entre ellos mi amigo Octavio del cual no se sabía nada.

Al llegar a sus terrenos. El niño estaba jugando con una tela de araña. Colocaba hormigas y veía como esa bestia salía de su madriguera para atrapar a sus presas y llevarlas a sus aposentos para licuar sus jugos. Asquerosa manera de morir. ¡Huak! -. Me dije –

  • Buenos días – Saludé, aunque no me prestó atención – ¡Buenos días! Continuaba en su mundo – Me remordí los dientes, y analizaba lo interesante que sería colgarlo con una estaca – Ya deja de remorder la mente, de mi bolsillo, saqué una cajetilla con pastillas médicas, agité y recogí una. El niño me vio. La tomé de inmediato, sin agua ni nada por el estilo. Era la hora de ingresar aquella droga en mi cuerpo
  • Quiero una – Expresa con arrogancia
  • No puedo darte..Y Buenos días, por empezar
  • ¡No tiene nada de buenos!
  • Niño..en mis tiempo, la gente era educada
  • Bienvenido a mis tiempos – Expresó con altanería
  • ¡¡ESCUCHA BIEN!! ¿QUIERESS UNA PASTILLA? – Me acerqué hacia él. Mi rostro se iba desfigurando
  • ¡¡Ahhhhh!! – El menor parecía asustarse
  • ¡¡ESTAS PASTILLAS, SON PARA QUE EL TIO LUCIUS NO SE VUELVA LOCO Y HAGA COSAS FEAS!! – He hice un ademan girando el dedo índice en mi cien
  • ¡¡Noooo!! - Salió corriendo a la casa
  • No olvides avisar a tus padres que estoy aquí..¡Gracias..!

El niño huyó.

  • Al final no me dio los buenos días – Encogí los hombros - ¡Ni modo!
  • ¡Doctor Gunnes! ¡Je! ¡Je! – Me dice Armando Peels – Pase, perdón si mi hijo fue grosero
  • No..no, para nada – El aire turbio de Armando se podía notar a leguas. Cada vez que se comunicaba, parecía que hablaba con un demonio
  • ¡Buenos días Doctor! Pase – Felicitas Glor de Peels. Su personalidad era tan parecía a Armando que podrían ser de la misma sangre. Un mensaje cae en mi móvil
  • Me disculpan
  • Si por favor
  • La audiencia se ha pospuesto para otro fecha – Leí –Parece que no tendremos audiencia
  • Eso es genial. Pero por favor pase, le daremos una taza de café.
  • ¡Estem!..¡Bueno! – ¡Claro! – Y me dirigí al interior mientras con la palma de la mano me llevaba Armando. El hogar de los Peels era una fachada muy antigua. Con cuadros de los antepasados, que parecían observar los movimientos con sus miradas antagónicas. Sus muebles victorianos y techos de paredes color crema gastado que llegaban al cielo mismo. Una casa gigante.

Pronto llegó Felicitas con una bandeja de plata en la cual había depositado las tazas de café con azúcar y edulcorante para los diabéticos como yo.

Al beber el primer sorbo, luego de agradecer, tenía un aroma fuerte pero satisfactorio. Incluso la taza parecía hablarme con el humo que aumentaba por el aire generando figuras extrañas e indeseables. Desde esas figuras veía las sonrisas blanquecinas de ambos. Esas de las cuales hay que cuidarse, como un puñal que puede perseguirte.

  • ¡Bien!, ¿Doctor como parece que pueda entonarse el caso?
  • Todavía no hay pruebas de nada. Un cuerpo que aparece. Casi carcomido por sustancias foráneas – Expresé en cuanto me comunicaba con el sorbo de otra calada de liquido oscuro.
  • Nosotros no sabíamos nada de nada – Expresa Felicitas
  • Compramos este gran terreno y la casa, posiblemente pudiera haber sido alguien que ingresó
  • Jamás ponemos medidas de seguridad, solo el alambrado
  • ¿Y ustedes suelen ir seguido?
  • Por las noches recorremos. Las estrellas son impresionantes - Comenta Armando
  • ¡Son las luces las que lo dejaron! - Dijo Emilio, el niño
  • ¡¡VETE A TU CUARTO!! – Le grita con enfado Felicitas
  • ¿Luces? – Pregunté
  • No es nada. Ya sabe como son los niños.
  • Ya veo.




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