Los gunnes y sus relatos de espanto y miedo

Criaturas de la criptozologia y mitológicas – historias – leyendas - parte dos - Arañas. -

Criaturas de la criptozologia y mitológicas – historias – leyendas - Arañas. -

Una particularidad de la criptozologia es probar la existencia de animales mitológicos y foráneos del folclore de cada región a lo largo del tiempo. Los crípticos llamados así por John Wall se han hecho presente, en su mayoría por informe oculares y fueron expandiéndose a lo largo de la historia.

¿Ahora por qué razón? ¿Será ansiamos una suerte de motivación en la vida para querer que la existencia de una criatura sea real? La verdad es que de alguna manera amamos esa suerte de descifrar lo oculto, lo que no ha sido descubierto y mientras más aterrador sea la narración, más épica se vuelve y mayor curiosidad adquiere.

Arañas.

Una de las criaturas que juegan con la imaginación entre la realidad y la ficción son las arañas. Todos hemos tenido miedo a tales criaturas, y posiblemente la más famosa sea la concurrente de los alrededores del Congo. En varias expediciones muchos lugareños han recibió las noticias de los nativos sobre una especie gigante que cava agujeros enormes y rellena con telas los arboles. Se esconde entre la maleza a esperar sus presas. Ciervos, búfalos, siquiera el rey de la selva, el león deja de ser parte de su menú. J´ba fofi fue el nombre con el cual acuñaron a tal monstruo.

Williams Gibbons no lo podía creer, aunque solo eran relatos

Rick Gunnes, fue parte de una de esas expediciones. Y quien relata lo sucedido

Nos habíamos adentrado en medio de la jungla, cuando el pantano nos complicaba el recorrido, hacíamos una pausa. Allí Henry, un explorador nato, encontró parte de un enorme cocodrilo. Estaba su piel gastada, y parecía como si hubieran robado todos sus órganos.

Fue la J´ba Fofi, confesó temeroso un guía de la tribu.

  • ¡Patrañas! ¡Vamos a proseguir y sin titubeos!

A medida que íbamos avanzando los cadáveres eran más prominentes. Dos pigmeos desistieron y regresaron, cuando comenzamos a ver la cantidad de telas y sedas que se iban bifurcando desde un sector a otro con una inmensidad increíble. Tal así que parecía un arpa mágica. Esteben toco la primera línea de seda. Eso comunicaba a todo el sector perimétrico. Ese fue un error fatal.

Fue solo un instante en que aquellas criaturas comenzaron a salir de todas partes. Primero sus crías que venían en cantidades y saltaban hacia los cuerpos de los nativos, consumiéndolos. Delante de nosotros una anatomía grande enredaba a mi compañero y lo llevaba hacia la copa de un árbol. Él ante la desesperación comenzó a gritar salí de inmediato de allí. Un torso fue arrojado cerca de otro cazador, y pronto se abrió para dejar escapar algunas larvas, otras diminutas especies. Un pigmeo Baka encendió una fogata y comenzó a quemar toda la zona de plantaciones secas, eso mermó el ataque. Habíamos perdido a casi 9 hombres. Solo regresamos el pigmeo Clif a quien apodé mucho antes de venir aquí y quien relata esta historia. Clif murió al otro día. Había sido contaminado por una de las especies que saltó detrás de él. No era mortífera pero incrustó en su cuerpo una suerte de huevos. Su estomago se abrió como aquel torso. Los mayores de la aldea incendiaron aquel que no estaba aún muerto, pero no paraba de gritar por quienes se lo comían por dentro. Mataron a las crías y concluyeron. Me largué de allí y jamás regresé, ni pensaba regresar, aunque hoy en día muchos temen a mi historia, incluso mis generaciones temerán.

Ampliemos el repertorio, ya volveremos con arañas famosas, y no me refiero al intrépido spiderman como superhéroes, sino a esas que nos adentran en el terror de la aracnología más increíble en el fondo de nuestro corazón

Antes no quiero dejar de mencionar. El miedo, o pánico a las arañas proviene de forma innata. Como suerte de peligro ancestral del cual nosotros como humanos estamos sincronizados. No olvidemos que los humanos tienen mecanismos de detección inmediata del peligro, y la visualización de una especie que parece ladina y cuyas formas no son acordes a nuestros querer del sentimiento, sino de un aborrecimiento y horror. Hay una realidad, no son nada bonitas. Y lo feo y bonito, aceptado o no, son dos caras de una moneda.

Leandro, era un tipo cuya patología con ellas era tal que se infundía en un miedo que no le producía dormir por las noches.

  • Les digo que debajo de mi cama, abundan ellas y van y vienen
  • ¡No digas tonterías!
  • ¡Es verdad!
  • ¡No seas tonto! – Su madre cambiaba las sabanas y acolchado cada dos días. El psicólogo le había dado indicaciones. E incluso con unas pastillas del psiquiatra.

Era claro que Leandro tenía un trastorno, pero él, aseguraba que cuando dormía y se tapaba, ellas caminaban pasando por sus piernas. Algunas palpaban con sus dos primeras patas. El se acurrucó entre la cobija y allí con un matiz rojo primero vio esos ocho ojos de color rojo, luego otros ocho ojos de color rojo, y luego otro, y otro y otro. Leandro encogió las patas y produjo un movimiento rápido, lo que las espantó, sin embargo estos seres son curiosos y comenzaron acercarse lentamente nuevamente. Querían algo de aquel ser humano. ¿Probar carne?

  • ¡¡Salga de allí!! – Lanzaba una que otra patada – ¡¡Lárguense!! – ellas venían y una saltó sobre Leandro, y éste colocó puñetazo al aire, pero no ocurrió nada, al mirar su cuerpo aquella estaba frente a él en su pecho - ¡¡Ahh!! - Y salió de la cama rápidamente al sillón. Al otro día tenía sus ojos irritados y estaba nervioso temblando. Sus padres se preocuparon por ello.

Leandro de ahora en más dormiría en otra cama. Era la solución más fidedigna. Al descansar en otra cama, no podía dejar de sentirse nervioso. En ese instante en medio de la noche en la cual noi ocurría nada, ellas aparecieron

  • ¡No!..¡¡No!!..¡¡Otra vez no!! - la adrenalina parecía explotar. Él salió de allí y de repente las veía por todas partes. No solo entre sus sabanas de una cama ajena, sino en otros sitios y venían hacia él. El adolecente no aguantó más y comenzó a correr por la casa asustado. Sus padres dormían plácidamente, o por lo menos eso pasaba. Algo mayor a ello lo confrontó y Leandro se vió frente a la mayor maquinación que su mente creo. Antes que ella se encargara de él, él decidió poner fin a su existencia con algo filoso.




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