Los gunnes y sus relatos de espanto y miedo

Cuentos Parte III

El magnate Jack

- ¡No puedo ver! ¡No! ¡Huumm!!

- ¡Tranquilo Jack! Solo te observaremos lo suficiente.

- No te esfuerces por hablar, tu lengua sabe amarga, y tus ojos padecen el espanto.

Las damas solo quieren lo que les pertenece.

La cabeza del obeso Jack se desprendió con cierta facilidad. Luego sus brazos, y piernas.

Dicen que el magnate de buena vida, era un cortesano opulente que disfrutaba el placer de inocentes mujeres que encerraba en una bóveda a oscuras. Dicen que el tiempo en esa suerte de cueva se paraliza. Dicen tantas leyendas entre ellas que aquél lugar no es como lo mencionan.

Un descuido en una puerta metal frio que quedo semiabierta. La luz generó una fuerte contusión mental; una exquisita enajenación del sentido visual, y un primordial deseo irracional por la carne de Jack, pero Jack no lo supo hasta que en su amada silla curul se encontraba confrontando a esos cuerpos en pena de unas señoritas que lo invitaron a un festín.

La casa del magnate se encuentra en soledad, y a oscuras, sin nadie que salga, e ingrese.

La cueva

Es tan oscuro que apenas puedo ver mi respiración que se agota con cada pensamiento del pánico que me invade. Al principio era una gran aventura hasta que la luz se desvaneció en éste profundo infierno. Debo serenarme. Puede que haya una salida ¡No! No la hay ¡Dios! no la hay! De inmediato oigo rumores. Son voces ¿Hay alguien aquí? ¿Hay alguien? ¡Ayúdenme!. Ayúdenme e- e- e (eco incesante).

¿Nadie está aquí? ¿Algo se mueve? Palpo la pared. Una viscosa baba es percibida por la yema de mis dedos. Eso me acaricia, y atrapa mi mano. ¡Ah! Siento la sangre. Parte de mí se ha desprendido. ¡Debo salir de aquí! Mi tenue luz alumbra lo peor. Es algo siniestro. Debo correr hacia donde sea. Tropiezo con un charco de agua estancada y detrás de mí se aproxima ¿Mi casco?

Una voz me invade ("no hay salida", "no la hay"). El mareo y el oxigeno me abrazan. Me incorporo, y comienzo a correr. ¿Es eso lo que pienso? Descubrí un camino, ¡si! Hay un brillo, debo ir allí. Ese brillo se hace más grande ¡Es la salida! Por fin soy libre. Estoy pasando al otro lado ¡Si lo estoy haciendo! Soy libre ¡Ah! el bello campo. El bello aroma. Jamás regresaré. Por fían he escapado. Ahora puedo recostarme. Si, recostarme, unos momentos ¿Qué es eso que se acerca? Mis ojos están en penumbras, y se acerca más ¡¡Auxilio!! Todo es tan oscuro. Tan oscuro.

Los reptiles

El planeta tierra es un misterio dentro de otro, y otro. Alan se introduce por un orificio de la cueva en donde con Jonás y Stef planearon el trabajo de extraer suficiente en Oro como para convertirse millonarios. Será un gran negocio comenta Alan, será una gran inversión. Las excavaciones perforaron lo que no debían. A la tribu del inframundo no le gusta que usurpen sus tierras, y el hombre es bastante negligente cuando de respeto se trata. Jonás fue el primero, al encontrar uno de los empleados mineros en partes, o eso piensa Alan. Jonás ahora es comida de los reptiles.

- ¡Vamos Stef!.

- No puedo entrar.

- ¡Vamos! ¡Debemos salir de aquí!

- ¡Ahh! ¡Auxilio! ¡Alannn!

Alan al voltearse desde el hoyo veía como la cosa devoraba la carne de su amigo. Luego otra especie humanoide se acercaba llevándose un brazo. En su mano la cabeza de Jonas con unos ojos brillantes que iluminaban el macabro destello de la muerte.

Alan comienza a introducirse más y más en un agujero que se reducía, intentando escapar. Hizo unos metros y no pudo percibir que lo siguieran. Llegó a un punto en donde del otro lado se podía vislumbrar una salida. Generó el esfuerzo suficiente hasta llegar al final. Su cabeza se asomó, pero era tan estrecho aquel sitio que su cuerpo se había comprimido, atorándose. Con lento y sumiso andar una criatura tímida se acercó a él. Olfateó su adrenalina; el estudio del miedo era tan preciso. Alan cerró sus ojos para no ver lo peor. La transpiración se transportaba por todo su ser. La criatura titubea y se escapa. Se sintió a salvo. Movió un poco su cuerpo. Estaba a la mitad de poder salir del agujero. Respiró hondo, y consiguió abrirse de allí. Al salír volvió a respirar una bocanada de oxigeno. A unos metros la salida. Comenzó a arrastrarse cuando la verdad fue evidente. Parte de sus extremidades estaban aún en el orificio. Los reptiles no tardaron en consumir esa carne. El dolor apenas era perceptible. Y la figura de aquel animal que se acercó antes, ahora regresaba. Cerró los ojos una vez más, al abrirlos, la bestia masticaba su cabeza.

La cueva se selló de forma misteriosa con un cartel de precaución.

Las imágenes

Al encontrar a Estela colgada de una soga de pies a cabeza, Calvín intentó buscar una forma de bajarla de allí. Estaba amarrada al techo. Algo con ojos brillantes desde lo alto comenzó a subirla, y él quiso aferrarse a ella para evitar que se la llevarán, pero fue inútil. Ellos la tenían, y devoraban su carne. El jugo estomacal gástrico se diluía en el suelo.

- ¡Déjenla! ¡Malditos! - y arrojó un objeto solido a la imagen gris que se desvanecía. Calvín salió con prisa de la habitación y tropezó con una madera floja de un piso carcomido. Estaba allí cerca de la puerta de salida, aunque una de las imágenes la custodiaba. Se incorporó en cuando unas manos espectrales intentaron tomarlo desde su pecho. Visualizó la ventana abierta, e inmediatamente se dirigió al único lugar donde escapar del terror. Las imágenes lo perseguían entre risas. Las gotas de sangre de los muertos hicieron del suelo un charco de líquido. Aquél se lanzó al otro lado de la ventana en una fuga fatal. Parte de su cuerpo aún estaba dentro del otro lado, y la persiana de la ventana como una guillotina se cerró cortando parte de éste a la mitad. Logró huir con vida unos segundos gateando entre los pastos, mientras las imágenes se llevaban sus piernas y restos de intestinos en la oscuridad. Encontraron sus sobras siendo picados por unos cuervos.




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