Los Hijos de Aigua

Capítulo 2

Musiara Inferiore, 1311.

Hay una niña cerca del río junto a sus hermanos. Una pequeña castaña con preciosos rizos que poco sabe realmente del mundo que la rodea, y que no le interesa. Para ella, lo más importante está justo a su lado. Su hermana mayor se estaba encargando de sustentar las cantimploras nuevamente de agua, trabajo que le tocó originalmente a Sline, pero Zacharias no dejaba de maravillarla con los peces que veían ocasionalmente por el río. Parloteaba de sus habilidades para respirar bajo el agua y el movimiento de sus colas para ir contracorriente, incluso le habló de un extraño pez japonés que contaba con la fuerza para nadar cascada arriba y en recompensa por su esfuerzo y valentía se le otorgó la capacidad de convertirse en un precioso dragón.

- ¿Todo eso es cierto, Zac? – preguntó la pequeña con un poco de recelo. – Suena a uno de tus cuentos.

Es cierto que el niño tendía a inventar cosas para escandalizar a su hermana, al que le tocaba tranquilizar a Sline luego de esto era a su padre, el más paciente en comparación a su esposa, sabia pero muy tosca al tratar con la inocencia de los niños. En eso y muchas cosas más se demostraba el equipo perfecto que formaban, en especial criando a los niños.

- ¡Por supuesto que es cierto! – replicó indignado. – Papá me lo dijo, ¿no es cierto? – se giró rápidamente hacia donde estaban sus padres, hablando en voz baja.

Por poco los más pequeños no vieron a sus padres, a pesar de que estaban cerca de ellos y que podían verlos perfectamente a la orilla del río, para los niños estaban casi escondidos entre la maleza y los árboles. Al segundo llamado de su hijo Alessandro tuvo que levantar la mirada, sus dos hijos le estaban haciendo señas al mismo tiempo que discutían entre ellos. Por un momento tuvo el deseo de contener el momento en el tiempo.

Alessandro era de esos hombres que se sentían muy cómodos en el bosque, mucho más que entre la sociedad con tantos protocolos e incomodidades que en medio de la naturaleza no eran realmente necesarias. Desde que nacieron sus hijos intentó enseñarles ambos lados del mundo, el natural y el que los hombres con sueños muy diferentes diseñaron. No se cansaba de alardear de los primeros conejos que Zacharias cazó sin su ayuda. Gracias a esas enseñanzas, el camino con los niños había sido relativamente pacífico y sin peros, porque después de todo siguen siendo niños y “jugar al bosque” les parece aburrido de vez en cuando a los más pequeños.

Sline y Zacharias sabían que algo extraño estaba pasando con sus padres, los viajes nunca eran tan largos como el de esa ocasión. Pero lo ignoraban por completo, su confianza en ellos era increíble. Antonella, la mayor de los hijos, por otro lado… Bueno, no es fanática de los secretos y era consciente de que los adultos mantenían un secreto lo suficientemente grande para sacarlos de su hogar de la noche a la mañana y casi sin explicaciones. Por eso mismo estaba encargándose de ignorar a sus padres como castigo hasta que decidieran darle explicaciones verdaderas.

- ¡Un momento, Zacharias! – pidió antes de que su insistente hijo lo volviera a llamar. En cambio, se volvió hacia su esposa de nuevo. – Deben saber que estamos tomando esta ruta para tener cerca el río. – susurró con cuidado de que sólo Helena escuchara.

No tuvieron mucho tiempo para planificar, solo empacar lo necesario y dejar todo lo demás atrás. Y solo después de cinco días empezaron a preocuparse por las municiones que realmente llevaban y no las que creían llevar. Las raciones de comida cada vez eran más pequeñas para cada uno y con períodos de tiempo más largos entre una comida y otra.

- Podemos cazar, Alessandro, pero sin el agua nos alcanzarán aún más rápido incluso si cambiamos de rumbo. – su esposa mantenía su mirada en los tres niños, verlos le ayudaba a pensar con claridad.

Tenía razón, por supuesto, y discutirlo sería no más que una pérdida de tiempo. Necesitaban el agua más que nadie y si era un punto clave para llegar a Piamonte sin complicaciones ni enfermedades. Alessandro había escuchado que era un buen lugar, uno tranquilo y que no llamaba la atención de nadie. Pero todavía no alcanzaban ni la mitad del camino, hecho que comenzaba a preocuparles a ambos.

- Quizás… - ignoró el gesto negativo de su esposa. – Escucha, solo… Puedo desviarlos. Me voy en mi caballo, dejo mi rastro y hago que me sigan unos días. Puedo despistarlos después y volver con ustedes antes de que siquiera lo noten. Son solo cuatro días más de viaje, cariño, podemos hacerlo.

Se apresuró en tomar la mano de Helena, no le cabía la duda de que no estaría de acuerdo con su plan. Aunque la verdad es que Alessandro se trataba de un excelente cazador, pensar como la presa era el truco perfecto. Sus perseguidores sólo estaban pensando en eso mismo, perseguirlos y asumir que sus acciones no cambiarían en ningún momento.

- No sabemos cuántos son. – argumentó Helena, mirándolo por primera vez desde que empezaron a discutir. – No sabemos qué tan buenos son ni qué tan rápido vienen o no. – se encogió de hombros, perdiendo un poco de su calma. – Es mucho más peligroso para ti que una salvación para todos. No es una opción.

Todo eso también era cierto, lo único seguro era que alguien los estaba siguiendo. Aunque ambos sabían que, en efecto, se trataba más de una decisión ya tomada en silencio. Conocía a su esposa como la palma de su mano, cada vez que se ponía de los nervios con una decisión que no quería tomar era porque debían hacerlo, aunque ninguno de los dos quisiese. Y tampoco iban a mencionarlo, no en voz alta, fue lo mismo al decidir mudarse tan deprisa, por no llamarlo huir. Así que, se limitó a besar la frente de Helena, quizás por más tiempo del requerido, como si quisiese recordar cada aspecto del momento. Finalmente, pudo levantarse y se dirigió hacia donde estaban sus hijos, todavía hablando sobre los peces que veían y las leyendas que él se había encargado de que supieran.  




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.