Los Hijos de Anac y las Marcas Sagradas

Capitulo 3

Vuelve.

Aquella simple palabra se repetía una y otra vez en la cabeza de Caeli junto con la imagen difusa de una misteriosa mujer vestida de blanco. Un suspiro entrecortado broto de sus labios y abrió sus ojos azules dejando escapar la ilusión de aquel extraño sueño que llevaba noches repitiéndose.

_ Solo es un sueño._ Se dijo así misma.

Encuéntrame, Caeli.

Pero el sueño no desaparecía, cada noche volvía robándole el sueño y durante el día la perseguían aquellas voces que le parecían tan familiares mientras dormía pero al despertar la confundían y mantenían distraída y cansada.

Extendió sus brazos y aspiro con fuerza el aire puro, sus preocupaciones se alejaron al tiempo que el aire entraba a su cuerpo. Después de un par de minutos lentamente bajo sus brazos y miro hacia la niebla que cubría toda la isla, en un día cualquiera se podría admirar el paisaje de las siete ciudades desde la cima del monte Stellae. Pero esa noche no era el caso, no había luna, el cielo estaba encapotado por nubes oscuras y la niebla era tan densa que Caeli apenas podía mirar su mano si extendía su brazo frente a ella.

_ Parece que la noche está tranquila._ Le dijo Kayden acercándose lentamente a su lado.

Caeli le miró fijamente y le sonrío, su corazón latía con fuerza cada vez que se encontraban así de cerca, uno al lado del otro. En algunas ocasiones no podía evitar sentirse eclipsada por la belleza casi dolorosa de su compañero. Su cuerpo atlético, cabello negro y su intensa mirada del tono de la turquesa le parecían irreales, como si fuera imposible que pudiese existir.

_ Tienes razón Kayden._ Le Susurro Caeli mientras se acomodaba un mechón de su largo y negro cabello tras la oreja. _ Tanta tranquilidad solo puede significar algo malo a punto de suceder.

Kayden la observo detenidamente, hechizado por el sonido de su voz, sus ojos azules y sus labios color sangre. Dentro de él deseaba encontrar el valor para confesarle sus sentimientos pero ese no sería el momento adecuado, realmente nunca era el momento adecuado para ellos.

Suspiro lenta y profundamente guardando sus sentimientos en el fondo de su alma, aunque el deseo de confesarle la verdad lo quemara por dentro era un paso que jamás daría, algo en su corazón se lo impedía, una sensación de que amarse sería incorrecto.

Un lento y largo suspiro se escapó dolorosamente de los labios de Caeli, busco como apartar su atención de Kayden y concentrarse en algo diferente. Sus ojos se fijan en el punto donde debería verse la antigua ciudad de Connan, la séptima ciudad de la gran Duranki. Un escalofrió recorrió su espina dorsal y un anhelo por correr hacia aquellas viejas ruinas invadieron su corazón. Quizás, el motivo de sus deseos nacía de la prohibición de pisar aquellas tierras, de hablar sobre sus habitantes y de lo que acabo con ellos.

_ Necesito comer algo…_ Dijo de pronto otro chico acercándose a ellos. Su cabello rubio y corto a los lados bailaba con la suave brisa que empujaban los árboles. Sus ojos azules parecían hielos afilados y a la vez cálidos como el cielo._ Estoy a punto de sufrir un coma de hambre.

Caeli y Kayden se miraron y de inmediato comenzaron a reír.

_ No existe tal cosa Owen._ Le dice Caeli aun riendo.

_ Claro que existe hermanita. Yo estoy a punto de tener uno.

_ ¿Owen, acaso no comiste antes de salir?_ Pregunta Kayden. Sabe que la pregunta no tiene sentido, sabe la respuesta de memoria.

Owen lo mira y de pronto las esquinas de sus labios se elevan en una enorme sonrisa._ Como si no me conocieras, Kayden._ Su risa se siente cálida a pesar del frio que los rodea.

Los muchachos ríen juntos por un largo rato hasta que un sonido de crujir de ramas los pone alerta, Kayden mira a sus compañeros y les hace señas para separarse. Caeli permanece en su lugar mientras su hermano se mueve dentro de los árboles y Kayden se pierde entre la neblina.

Caeli espera durante unos minutos tan solo escuchando a su alrededor, su mano permanece sosteniendo fuertemente la empuñadura de su espada Carnwennan. Nunca te separes de ella Caeli, puede herir todo aquello que no es sagrado o que no siga las reglas. Te mantendrá a salvo. El recuero de su padre entregándole su valiosa espada la hace sentirse segura, él confía lo suficiente en ella para confiarle el poder de tan valiosa arma.

Comienza a caminar tratando de sentir a su hermano pero está muy lejos o algo está impidiendo que pueda sentir su energía, tampoco lo puede escuchar en su cabeza. Algo está mal, por más lejos que estén siempre se pueden escuchar dentro de sus cabezas.

De pronto Caeli siente un frio correr por su espalda, la niebla se desvanece completamente permitiéndole darse cuenta que está rodeada por perros del infierno. Malditos perros gruñendo, mostrando sus dientes y sus malignos ojos rojos. Rápidamente desenfunda su espada y mira sonriente a los perros. Nunca se detuvo por un ejército de ellos. Los perros se abalanzan sobre ella al mismo tiempo que ella salta sobre ellos evitando el contacto, se lanza sobre uno de los enormes perros y corta su cabeza de un tajo. Es extraño todo el desprecio que Caeli siente por aquellas criaturas y lo mucho que disfruta con cortar sus cabezas.




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