Las gotas de sudor resbalaban sin contemplación por el rostro de Jovanka hasta impactar con el suelo donde se evaporaban en segundos, su respiración era acelerada y las pulsaciones de su corazón excedían lo normal. Sus músculos comenzaban a resentir el esfuerzo excesivo al que los estaba sometiendo. Una mueca atravesó su cara cuando sintió un tirón en su pantorrilla y deseo con todas sus fuerzas terminar con la sesión de entrenamiento lo antes posible.
_ El ataque debe ser lo más corto posible, los movimientos largos toman más tiempo para ser ejecutados.
Jovanka levanto la mirada y se enfrentó con el rostro serio y a la vez sereno de Nael, no pudo evitar hacer una mueca y poner los ojos en blanco. Detestaba entrenar con él porque siempre la superaba en todo lo relacionado a combate cuerpo a cuerpo, pero era el mejor y necesitaba mejorar su condición.
_ Solo tienes que centrarte en que los movimientos sean: rápidos, fuertes, cortos y naturales. Muy simple.
_ ¿Muy simple? _ Jovanka enarca una ceja dubitativamente._ ¡Claro, simplísimo!
Nael se encogió de hombros y le lanzo un palo de combate.
_ Practicaremos las técnicas de desarme.
Ambos se miraron fijamente, se colocaron en sus posiciones y regularon sus respiraciones. Cada movimiento tenía que ser natural, permitir que los movimientos afloren de manera instintiva ya que en situaciones de peligro no hay tiempo para realizar movimientos complejos.
Chocaron los palos de combate, sus miradas se fijaron y Jovanka ejerció toda la fuerza que le quedaba en empujar a Nael hacia atrás, él aprovecho la fuerza de Jovanka y se inclinó hacia atrás haciéndole un barrido con las piernas y tirándola al suelo. Jovanka soltó su agarre en el palo de combate cayendo acostada sobre el frio linóleo mientras que Nael presionaba su palo de combate sobre su pecho.
_ Tienes que ser más lista_ Le dijo Nael._ cuando te enfrentes a alguien más grande y más fuerte debes utilizar su fuerza en su contra, de lo contrario te agotaras y posiblemente te maten.
_ Lo tendré en cuenta.
Nael se mantuvo sobre ella sin moverse un centímetro, le gustaba el hecho de tenerla presa sin ninguna posibilidad de escapar de él. Jovanka le sonrió y su corazón se contrajo por dos largos y dolorosos minutos.
_ Creo que es todo por hoy.
_ Gracias al cielo._ Resoplo con alivio Jovanka.
Nael se puso de pie y la ayudo a levantarse, noto que pequeños hematomas se formaban en sus brazos y por un momento se sintió culpable por ser tan rudo con ella pero ese sentimiento se disipo rápidamente. Era preferible ser exigente y rudo con ella en los entrenamientos antes que dejarla morir en alguna acometida con demonios.
_ ¡Hey!_ Les grito Arif mientras atravesaba el salón de entrenamiento._ Los he buscado por todas partes.
_ Ya nos encontraste._ Le dijo Jovanka sin prestarle mucha atención.
Arif movió su cabeza de un lado a otro.
_ La unidad de Kayden fue atacada._ Nael se crispo de inmediato mientras Jovanka abría sus ojos sorprendida._ Owen está mal herido y Kayden está de un humor fatal.
_ ¿Owen va a estar bien?_ Se apresuró a preguntar Jovanka.
Arif asintió.
_ Pero Caeli ha traído un regalito directo del bando enemigo.
_ ¿Qué quieres decir?
Arif se cruzó de brazos, sentía que la sangre le hervía en las venas al recordar que Caeli había introducido al castillo a un desconocido.
_ Un hijo de Caín.
***
Lugh intentaba seguir el hilo de la conversación pero la verdad es que su mente estaba vagando de un lado a otro sin comprender una sola palabra de lo que su padre le estaba diciendo. Su cabeza había explosionado en cuanto su padre menciono las palabras Hijo de Caín dentro del castillo. Se preguntaba en que podría estar pensando Caeli para introducir a un desconocido al castillo desobedeciendo las normas y cómo fue posible que Kayden se lo permitiera.
_ ¿Me estas escuchando, Lugh?
Sin darse cuenta negó con la cabeza.
Una delicada mano se posó sobre su hombro y lo apretó con fuerza, lentamente giro su rostro y se encontró con la mirada marrón de Aria que le sonreía divertida.
_ Lugh, no has escuchado nada de lo que tu padre nos ha dicho.
_ Perdón.
Zadquiel dejó escapar un suspiro de frustración, se cruzó de brazos y se levantó de su silla. Apoyo las manos sobre la mesa y se inclinó sobre su hijo y Aria.