Los Hijos de Anac y las Marcas Sagradas

Capitulo 14

Las noches en Dagda nunca habían sido tan frías y desoladas, la brisa que corría entre los arboles era lúgubre y el cielo permanecía cubierto por nubes oscuras que impedían el paso de las estrellas, hacía muchos años que en Dagda nada obstruía el firmamento. Eso solo significaba un mal augurio.

Tristán, el líder de los Jӓger había sido informado del ataque en el monte Stellae y luego de lo ocurrido en Balar, se preocupó por las noticias que Kadar le trajo de las tierras de los Hijos de Adán así que de inmediato reforzó las guardias en los alrededores de la aldea, también envió un mensaje con urgencia a sus hombres en las grandes ciudades para que permanecieran alerta e informaran de cualquier cosa fuera de lo normal que notaran. Después llamo a su hijo y a sus mejores hombres para ponerlos al tanto de la urgente situación que los apremiaba.

Nuestra causa es protegerlos, había dicho Tristán a sus hombres, fuimos escogidos para proteger a los nuestros y eso haremos hasta nuestro último respiro. Esas palabras no dejaban de dar vueltas en la cabeza de Arwen, ella mejor que nadie comprendía que desde su nacimiento su destino estaba trazado, pero aun así no dejaba de temer por su vida y por la de él.

_ ¿Qué haces aquí?

Kilian caminaba con pasos suaves sobre las tejas de la vieja cabaña, no podía entender como a ella le gustaba subir ahí, esa cosa podía caerse en cualquier momento y lastimarla. Se movió con agilidad y cuidado hasta que estuvo a su lado, se sentó y miro al cielo. Ahí no había nada que le interesara porque las únicas estrellas que deseaba ver estaban en los ojos de Arwen.

_ Me gusta ver la estrellas desde aquí._ Le contesto Arwen con una sonrisa traviesa.

_ ¿Sabes? Voy a tirar esta choza de una buena vez, talvez así dejas de ponerte en peligro.

_ No lo harías._ Ella parecía preocupada.

Kilian se rio al ver la expresión de pánico en el rostro de la chica.

_ Es peligroso, Arwen._ Estiro la mano y le aparto un mechón de cabello del rostro._ Deja que la tire al suelo y que te construya algo que no te ponga en peligro.

Ella le sonrió agradecida, él siempre insistía con lo mismo y ella siempre pensaba que exageraba demasiado.

_ Además ¿Qué estrellas estás viendo?_ Levanto la mirada al firmamento cubierto de nubes.

_ No dejo de pensar que es un mal augurio._ Susurro ella muy bajito.

Kilian la miro fijamente, tomo su rostro entre sus manos y la beso con fuerza, ella correspondió el beso deseando poder fundirse con él y así nadie nunca los podría separar. Cuando se separaron ambos se miraron con genuino amor, él se reflejaba en los oscuros ojos de Arwen y ella en su mirada esmeralda.

_ Tengo miedo._ Le confeso ella.

_ Lo sé, yo también._ Kilian sostuvo su rostro entre sus manos mientras acariciaba sus mejillas con los pulgares._ Pero es nuestro deber ayudar a los Hijos de Anac, es nuestro propósito defender a los nuestros.

Arwen no dudaba de su propósito pero eso no le impedía temer por la vida del hombre al que amaba. Todo estaba cambiando muy pronto para todos, nunca antes se habían visto frente a una amenaza tan latente, nunca habían tenido que enfrentar una guerra donde lo probable seria que murieran muchos de ellos. Ella estuvo a punto de confesarle eso a Kilian pero una explosión los sorprendió, el fuego se alzaba como una cortina desde el lado norte de la aldea, escucharon gritos y ambos se levantaron y saltaron al suelo para correr en la dirección en la que provenían.

***

Los demonios Famori, criaturas de tres pies de altura, con ojos rojos y cuerpos casi esqueléticos pero con una fuerza descomunal; atacaban todo lo que se movía. Lanzaban fuego por sus siniestras fauces y tomaban a la gente quebrándolas como ramitas secas. El panorama era horrible, la sangre cubría la tierra y los lamentos eran angustiosos. Los Jӓger más experimentados luchaban por defender su territorio utilizando sus arcos y espadas, pero los demonios los superaban en números.

Kilian llego al lado de su padre y colocándose espalda contra espalda comenzaron a lanzar sus flechas. Estaban tan acostumbrados a luchar como una unidad que cada movimiento que hacían era adivinado por el otro antes de que lo llevara a cabo. Juntos no había demonio que pudiera detenerles.

Un poco más lejos se encontraba Arwen tratando de sacar a los niños de las chozas y así poder llevarlos al bosque para que se ocultaran. Los niños lloraban asustados y sus caritas reflejaban el horror de haber visto como moría su gente a manos de aquellos monstruos. Rápidamente fue sacándolos e instruyéndoles para que corrieran en dirección a bosque.

_ No se detengan._ Les decía con desesperación._ No se detengan por nada, solo corran al bosque y ocúltense hasta que los Vigilantes o algún Jӓger valla por ustedes.




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