Niall no se sentía orgulloso de sí mismo, sentía vergüenza de sus acciones pero en el fondo sabía que no tenía elección. Aquella era la vida que le había tocado y no podía huir de ella por más que quisiera. Regreso a la sala de la ciencia con la moral por los suelos, jamás imagino que atacar a Lugh por la espalda para entregárselo a un demonio le sería tan difícil. Pero lo fue. La mirada esmeralda de Clío le devolvió el calor a su corazón, ella era lo más importante en su vida, tanto que mataría por ella, sacrificaría su vida si fuese necesario solo por salvar la suya. Clío era su única luz en medio de ese mundo de tinieblas en el que habían nacido.
_ No te vez bien._ Le dijo Clío con un poco de tristeza al notar la sombra de desolación en su hermano.
Niall fue hasta ella, se sentó a su lado y la envolvió entre sus brazos para llenarse de su cálida presencia, de la pureza de su alma y de su amor sincero.
_ Claro que no me siento bien._ Le respondió con cansancio._ Lo he tenido que atacar por la espalda y luego lo entregue a un demonio. No creí que fuera tan difícil.
La jovencita dejo escapar un suave suspiro, conocía mejor que nadie el alma de su hermano y comprendía que para él, actuar de aquella forma era aborrecible. Niall era diferente, nunca quiso estar en medio de esa guerra, tampoco aprobaba los métodos de su padre, sin embargo; siempre obedecía sin reclamar. Lo hacía por ella, por encontrar al fin una manera de alejarla de ese mundo de tinieblas.
_ No tenías elección.
Niall la abrazo con más fuerza.
_ Si la tenía, siempre tenemos otra opción.
_ Eso solo te alejaría de mí._ Clío se giró buscando su rostro._ Yo no puedo perderte, no soportaría que él te alejara.
Niall paso su mano por el rostro de su hermana._ Yo tampoco lo soportaría._ Le confeso._ Hare lo que sea por ti, nunca te abandonare. _ Beso la sima de su cabeza._ Lo que sea.
Si debía entregarse por completo a la cruzada que su padre había comenzado en el cielo para asegurarse de que Clío permaneciera a salvo, lo haría. Nada lo detendría, ella era lo único que realmente importaba y se aseguraría con su vida de que su hermana consiguiera una vida lejos de toda aquella maldad.
***
La tenue luz de una vela iluminaba la pequeña habitación donde Owen descansaba, las sombras bailaban sin parar sobre las paredes blancas. El silencio reinaba en todo el cuarto, solo el ligero ruido de una rama chocando con la ventana interrumpía a breves momentos los pensamientos de Aria.
A pesar de estar sola no podía evitar que su corazón latiera como un tambor, le temblaban las manos y sentía un miedo horroroso de que Owen se pudiera despertar con el sonido de su respiración acelerada. Pero tampoco se podía marchar, quería permanecer un rato más a su lado, asegurarse de que dormía tranquilo y que nada malo le sucedería.
Muy tímidamente extendió su mano para rozar la de Owen, la poso muy lentamente y con muchísimo cuidado para no llegar a despertarle. La calidez de su piel le envió una descarga eléctrica por todo el brazo que se fue extendiendo por su cuerpo para morir finalmente en su corazón. Ella le quería, pero encontrar el valor suficiente como para confesarlo le era imposible. Eso le parecía una tonta ironía, ella podía pelear cuerpo a cuerpo con demonios, atravesarlos con su espada y enfrentarse a grandes y angustiosos peligros pero no podía confesarle a Owen que le amaba.
_ Soy una cobarde._ Murmuro para sí misma._ Una muy grande.
Con el mismo cuidado alejo su mano de la de Owen, se levantó de la silla y sin pensarlo por mucho tiempo salió a prisa de la enfermería. Ya no tenía más aire en los pulmones, sus venas se estaban quemando y su pecho ardía en dolor.
_ ¿Sucede algo, mi niña?_ La voz del padre Jorge la detuvo justo en la puerta principal de la enfermería.
Aria no quería voltearse, no quería que el padre Jorge se diera cuenta de que estaba a punto de llorar.
_ El amor suele ser muy complicado._ Comento el Santo mientras una carismática sonrisa se asomaba en sus labios._ Pero también es sorprendentemente curativo.
La jovencita compendio que no podría esconderse, al menos no del Santo. Muy lentamente se giró tratando de contener las lágrimas que se arremolinaban en sus ojos.
El padre Jorge se le acerco y tomo de la mano._ La vida es muy breve, hija. Nunca sabemos que día tendremos que partir definitivamente y sería terrible que cuando eso sucediera nos marcháramos cargando con la confesión de un amor tan grande.
_ Me da miedo_ Confeso Aria de pronto al borde del llanto.