Los Hijos de Anac y las Marcas Sagradas

capitulo 29

Ula y Cappi se encontraban con Maeve cuando de pronto cayó al suelo retorciéndose y gritando con un gran dolor. Ambos fueron testigos de cómo sus venas se abultaban y cambiaban a un color tan negro como la misma oscuridad, Ula intento acercarse a Maeve para ayudarle pero Cappi la detuvo sosteniéndola por el brazo. Lo que le estaba sucediendo al líder de los Sidhe podría causarle la muerte a ella por el origen de su divinidad.

_ ¿Qué está sucediendo, Cappi?

Ula miraba a Cappi con sus ojos purpura llenos de preocupación y angustia, podía ver cuánto deseaba ella ayudarlo, aunque ya no se pudiese hacer nada por él y por ninguno de los suyos.

_ Han roto el juramento._ Le respondió Cappi. Su ceño se mantenía fruncido y su mandíbula tensa._ La magia oscura se ha apoderado de su cuerpo, si te acercas a él en este momento podrías morir ya que su oscuridad es como el veneno.

La líder de los Fuath dio dos pasos hacia atrás cubriendo su boca con una mano. Eso solo podía significar que alguien los había traicionado y ahora serían considerados perjuros del cielo ante los ojos de los siete mayores y de todos los líderes de las siete ciudades.

Después de un tiempo Maeve volvió a la normalidad, Cappi le quiso ayudar a levantarse pero se negó. Maeve se quedó de rodillas en el suelo, sus manos apoyadas en el frio suelo del fortín de Ula mientras miles de lágrimas se derramaban de sus ojos deslizándose por su rostro como ríos hasta el suelo.

_ ¿Por qué?_ Sollozo Maeve._ ¿Por qué, Enid?

Maeve sentía un gran dolor en su corazón, no necesitaba ninguna confirmación para tener la certeza de que su hija los había traicionado. Él la conocía mejor que ninguno, ella siempre fue una jovencita difícil, de carácter inmanejable y terca como ninguna otra. Muchas veces cuestiono las decisiones de sus ancestros, nunca oculto su molestia por tener que renunciar a su magia, Maeve siempre vio en ella señales de rebeldía y grandes posibilidades de que se dejara llevar por sus juveniles e inmaduras creencias.

Cappi se arrodillo junto a Maeve y coloco sus manos en los cansados hombros de su antiguo amigo, de pronto parecía más viejo, más cansando y mucho más débil. Cappi comprendió que eso no se debía al veneno que ahora corría por sus venas sino más bien por el gran sufrimiento que le producía pensar en que su propia hija les había condenado.

_ Amigo mío, quizás no fue ella.

Maeve levanto el rostro para encontrarse con la mirada comprensiva de Cappi.

_ Claramente no fue Cedric, solo ella tiene las agallas para hacer una tontería tan grande._ Maeve trago con dificultad._ Mi propia hija nos ha condenado.

En ese momento Ula también se acercó para brindarle algo de consuelo, un consuelo que jamás encontraría hasta que no restableciera el juramento de sus ancestros y librara a toda su gente del inmenso horror de su magia.

_ No puedes pensar de esa manera._ Le dijo Ula._ Todo puede ser un mal entendido.

_ Cappi, necesito que me ayudes a enviarle un mensaje a Cedric._ Maeve se levantó de pronto.

No tenía tiempo para regodearse en su pena ya que tenía cosas mucho más importantes que hacer. Su gente había prometido luchar al lado de los Arcángeles, habían jurado lealtad al cielo y declarado que jamás volverían a sucumbir ante el veneno de la oscuridad. Existían decisiones muy difíciles de tomar pero el haría lo necesario por su pueblo aunque eso implicara destruir a su única hija en el proceso.

_ ¿Qué quieres hacer, Maeve?_ Pregunto Cappi algo preocupado.

_ Cedric debe saber que debe matar a Enid.

Ula trastabillo al escuchar aquellas palabras, ¿Cómo podía tener el coraje de sacrificar a su propia carne? Miro fijamente a Maeve y en sus ojos encontró únicamente dolor, Ula comprendió que aquella decisión no era tomada a la ligera pero que también era irrevocable.

***

Los Arcángeles reunieron a todos los Vigilantes que mantenían a su disposición y comenzaron a prepararse para la batalla que les avecinaba. Las guardias de ángeles se encargaban de mantener todo en orden y de suministrar las armas necesarias para que todos estuvieran preparados para la gran batalla.

Sin embargo, nadie esperaba que los seguros muros del castillo pudieran ser burlados por los demonios, nadie nunca espero que portales de luz se abrieran en medio de los patios donde permanecían las Guardias y que de un momento a otro miles de demonios avanzaran sobre ellos con feroz e implacable ira.

_ ¡Nos atacan!_ Anuncio un ángel a los Arcángeles que se mantenían en el gran salón._ Demonios Famori y Ojáncanu han burlado nuestras defensas penetrando hasta el castillo.




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