Los Hijos de Anac y las Marcas Sagradas

capitulo 36

El viento azotaba con gran fuerza mientras las olas chocaban contra las rocas lavándolas y desmoronándolas en pequeñas partículas que caían al mar perdiéndose en sus profundidades. Metatron observaba el espectáculo desde el borde del risco, la sensación de que podía caer en cualquier momento le hacía sentir vulnerable y aunque eso pareciera ridículo en algunas ocasiones eso era lo que necesitaba sentir.

Había dejado que el hijo de su hermano Zadquiel y sus amigas escaparan, no sentía ninguna diversión en mantenerlos cautivos y más cuando tenían un problema más grande con la descendiente de los Sidhe, eso era suficiente distracción sin que él interviniera. Pero estaba seguro que Azrael había tenido algo que ver, podía imaginar sus planes sin que se lo compartiese y esperaría el momento en que ya no le necesitara más para deshacerse de él de una buena vez y para siempre. Habían sido expulsados del cielo por traidores pero jamás permitiría que entre sus filas alguien se osara a traicionarle a él.

Recordaba el día en que los Sidhe decidieron darle la espalda, estuvo furioso con ellos durante años pues él les había creado con un poco de ayuda demoniaca, pero la verdad es que también se había sentido aliviado. La magia oscura con la que los había creado los consumía y terminaba transformándolos en criaturas traicioneras, impredecibles y letales. Al final lo habrían traicionado; aun así, no les terminaba de perdonar.

Ahora podía sentir como la oscuridad se fortalecía en el corazón de aquella chiquilla, sus intenciones eran malvadas y presentía que el hijo de su hermano se encontraba corriendo peligro. Aquellos Sidhe eran letales, su naturaleza demoniaca les convertía en seres sin escrúpulos, criaturas que una vez probaran la sangre no dejarían de desearla. En el fondo esperaba que el joven Hijo de Anac tuviera lo necesario para tomar decisiones sin poner de por medio sus sentimientos.

_ Otra vez solo._ Azrael volvía a aparecer sorpresivamente.

_ Me gusta estar solo._ Dijo Metatron con frialdad.

Azrael se acercó lentamente al borde del risco, miro a su líder con el rabillo del ojo y pensó en lo fácil que sería deshacerse de él en ese preciso momento, pero entonces sus planes se verían arruinados.

_ ¿Qué harás con el Santo?

_ Nada.

_ ¿Qué harás con los que escaparon?

_ Nada.

Azrael frunció el ceño, lo miro inquisitivamente pero Metatron nunca lo volteo a mirar.

_ ¿Te estas arrepintiendo?

Metatron rio con fuerza._ ¿Dónde estabas, Azrael?

  • Acaso importa._ Respondió tajante, negándose a admitir que lo de la Sidhe había sido su plan._ Lo que importa es si tú te arrepientes.

Metatron lo volvió a mirar, luego se alejó dejando a Azrael al borde del precipicio. No tenía por qué darle explicaciones a nadie de lo que planeaba hacer o de lo que dejaría de hacer, le importaba muy poco lo que Azrael pensara de él, finalmente no era su problema, se trataba de su venganza y punto.

***

_ Hay muchas cosas que deben conocer._ Dijo Ankou mientras guiaba a su hija y a los otros hasta su gruta secreta._ No se los diré todo, solo lo necesario.

 

El camino a la gruta era demasiado oscuro, agua goteaba de las firmes paredes de roca oscura y el aroma a musgo y humedad era tan fuerte que el respirara se convertía en algo difícil de hacer. Morrigan caminaba con su mano derecha deslizándose sobre la roca, era la única manera para saber por dónde caminaba ya que la luz que emitía la antorcha que su padre sostenía era muy poca.

 

_ Eso no parece justo._ señaló Esus.

 

_ ¿Y que si lo es?_ Les cuestiono Ankou._ Lo primero que deben aprender es que habrán decisiones que serán más difíciles de tomar que otras, pero harán lo que tienen que hacer, aunque no lo sientan justo.

 

De pronto una fuerte luz los obligo a cerrar sus ojos, al momento en que los volvieron a abrir se encontraron en medio de una gran habitación adornada con grandes antorchas, los espacios en las paredes estaban cubiertos por pergaminos y en el medio una columna que sostenía un gran cuenco con el agua más nítida y cristalina que jamás habían visto.

 

_ ¿Qué es este lugar?_ pregunto Morrigan a su padre.

 

_ Esto es el arca de la muerte, aquí se ocultan los secretos del mundo entero.

 

Ankou sonrió al notar las expresiones estupefactas de aquel singular grupo de jóvenes._ Acérquense._ Les llamo la atención._ Necesito que vean algo.




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