Los demonios no dieron tiempo a que los hijos de Anac se acercaran lo suficiente al campamento, los atacaron sorpresivamente en medio del bosque y arremetieron sanguinariamente contra la milicia de ángeles. El inevitable derramamiento de sangre llego más pronto de lo que los Arcángel habían deseado pero no podían retroceder, la única opción era enfrentarlos y luchar hasta el final.
Los siete Arcángeles desenfundaron sus espadas y enfrentaron a su enemigo siempre en al frente de la batalla, darían sus vidas antes que dejar perecer solos a sus guerreros.
***
A lo lejos Balthazar ordenaba a los hijos de Caín mantenerse alejados del combate a pesar de que una voz en su interior le gritaba que debía guiarlos hasta el frente de la batalla y luchar.
_ ¿Por qué estás perdiendo el tiempo?_ Niall se plantó frente a Balthazar con el ceño fruncido. _ No entiendo que haces aquí en lugar de llevar a nuestros guerreros a la lucha.
_ Fue orden de tu padre._ Balthazar resoplo._ Mantenernos al margen.
Los dos se miraron fijamente intentando de leer sus pensamientos.
_ Balthazar, ¿Sabes cuánto confió en ti?_ Asintió._ ¿Confías en mí?_ Volvió a asentir_ Mueve a los hijos de Caín y lucha al lado de los hijos de Anac, contra los demonios.
El rostro de Balthazar se contorsiono en una mueca de incredulidad. Se pasó una mano por el cabello intentando encontrarle sentido a lo que Niall le decía.
_ Amigo, aquí ya no hay una lado bueno y otro malo, ahora solo somos nosotros en contra de los demonios. Somos exactamente iguales y tenemos un enemigo en común.
_ ¿Los demonios?_ Consulto Balthazar.
_ Traicionaron a mi padre y quieren a Clío._ Balthazar se irguió en alerta con la mención de Clío. Si existía una persona en el mundo que le importaba, esa era ella._ No pienso permitir que pongan una mano sobre ella así que si tengo que aliarme con los hijos de Anac lo hare gustoso. Espero que tú me apoyes en esto, Balthazar, ellos te seguirán. Te necesito.
_ Cuenta conmigo.
Sin demora Balthazar comenzó a ordenar y movilizar a todos los hijos de Caín hacia el bosque donde la batalla se llevaba a cabo. Al principio todos lo miraron con incertidumbre y dudaron de que estuviesen escuchando bien los mandatos de Balthazar, pero en el momento en que él grito que los demonios los habían traicionado, que las líneas de los bandos se habían borrado y que ahora sus aliados eran los hijos de Anac comenzaron a moverse sin dudar.
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Un gran grupo de perros del infierno cayeron sobre Mikael, lo presionaron contra el suelo y lo mordieron en un costado causándole una gran herida que le robaba la mitad de sus energías. El dolor lo atravesaba hasta los huesos, su visión se nublo mientras enormes ojos rojos lo amenazaban a muerte. El agarre en su espada se debilito y la presión en su pecho le impedía obtener el aire suficiente para pensar con claridad.
La idea de que ese sería su final cruzo su mente unos segundos antes de que los perros del infierno fueran lanzados precipitosamente en otra dirección. De pronto el aire entrando en sus pulmones lo quemo mientras una mano se extendía hacia él brindándole ayuda para levantarse. Al principio no reconoció al joven que lo había ayudado pero en cuando estuvo de pie y la luz de la luna le brindo suficiente claridad reconoció en el cuello del muchacho la marca de Caín.
_ Me has salvado._ Le dijo Mikael aturdido y confundido._ ¿Por qué?
El joven sonrió irónicamente.
_ Tenemos un enemigo en común._ Le respondió el joven._ Además, ustedes cuidaron de alguien importante para mí. Digamos que les debo un favor.
Mikael miro al joven mientras se alejaba nuevamente a la batalla.
_ Por cierto._ El joven miro a Mikael sobre su hombro._ Soy Balthazar.
Mikael observo como Balthazar movía su espada en contra de los demonios y vio a muchos otros hijos de Caín mezclándose con los hijos de Anac y luchando a su lado como un mismo todo. Los hijos de Caín estaban borrando las líneas de los bandos brindándoles apoyo contra los demonios. Su enemigo ya no lo era más.
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En la mente de Balthazar solo existía un pensamiento, encontrarla. Avanzaba entre los demonios derribándolos sin contemplación mientras la buscaba entre los hijos de Anac. Necesitaba volver a verla, asegurarse de que se encontraba bien y de que estaba lejos de las manos sucias de los demonios. De repente, la vio. Dos demonios Famori la sostenían por los brazos y la arrastraban, la sangre de Balthazar hirvió con ira pura en el segundo que vio la sangre en su frente.
Sin detenerse corrió directo a ellos, los dos demonios se detuvieron al reconocerlo y ni siquiera se movieron mientras Balthazar blandía su espada en el aire y le cortaba la cabeza de un solo golpe. Clío cayó al suelo de rodillas mientras los cuerpos de los demonios se retorcían a su lado. Balthazar se arrodillo a su lado y la envolvió entre sus brazos recobrando el aliento y agradeciendo el haberla encontrado a tiempo.