Los Hijos Del Sr.Mcsell

Capítulo Siete - Escandalo

Escandalo

Laine empezaba a creer que el mundo la trataba como si ella hubiese dado a luz en una vida anterior a Judas. Era lo mínimo que había hecho para merecer que por segundo día consecutivo, su celular la despertara con un bombardeo de llamadas que no hacía más que alterarla y darle una terrible mañana.

La joven mujer se encontraba sentada, aún envuelta entre las suaves sábanas de su cama. No había contestado ninguna llamada, ya que cuando planeó hacerlo, una letra entrante la interrumpió. Por lo que solo se sentó, volvió a cerrar los ojos y lo único que le impedía volverse a dormir eran las vibraciones de su celular cuando alguien más llamaba. Con los ojos medio abiertos, contestó la siguiente llamada que entró, dejando caer la cabeza sobre su almohada y solo esperando que la persona detrás de la línea hablara, cerró los ojos:

—¡Al fin contestas! —La fuerte voz de Elizabeth—Beth para sus amigos— hizo que Laine volviera a abrir los ojos—¿Visto lo que publicaron? ¡Owen está a punto de demandar al primero que se le pase por enfrente!

Las palabras de su amiga y hermana de su jefe hicieron que Laine se sentara por reflejo sobre la cama. Sus ojos estaban totalmente abiertos y el sueño que antes sentía parecía haber desaparecido por completo:

—¿Qué sucede? ¡Dios, Beth! ¡Apenas desperté!

Elizabeth detrás de la línea le envió un mensaje a Laine con el susodicho artículo y mientras el altavoz sonaba, la rubia vio al responsable de que su buzón de voz estuviera lleno, que su mañana fuese horrible y que posiblemente el resto de su semana también lo sería. Laine había salido de la cama y buscaba ropa que ponerse por toda su habitación mientras leía cuidadosamente el artículo que una revista de bastante prestigio y algo escandalosa había hecho en la madrugada de ese día. El artículo claramente no hablaba de ella, sino más bien de su jefe y una de las modelos más populares del momento. Ahí era donde Laine empezaba a maldecir por debajo.

“¿Romance a puertas cerradas?”

Ese era el título de aquel artículo, título que claramente no llevaba a nada bueno y en el momento en el que Laine abrió el enlace que la llevó a él lo supo: estaban en problemas.

“¿El muy reconocido empresario y heredero del grupo Mcsell, Owen Mcsell con la también muy reconocida modelo Brennth Morris?

¿Saben que es mejor que un romance secreto? ¡Un romance secreto entre grandes celebridades!

¡Dios! Es tan emocionante adentrarnos en un amor naciente, mucho más si se trata de los Mcsell, todos sabemos quienes son, sabemos que son, pero ¿Los conocemos? ¡No!. Eso es tan injusto, la familia deseada por todos y que rechaza a toda prensa ahora se encuentra en medio de un escándalo, y no es ni más ni menos que Owen el protagonista de tal escándalo y jugoso cotilleo.

La tarde noche anterior se vio al Ceo de Mc.Company en compañia unica, de Brennth Morris, Si, esa Brennth Morris, la muy aclamada modelo por los mejores diseñadores del mundo, esa mujer fue vista con ESE HOMBRE, y no solo “ese hombre” EL HOMBRE.

Todos sabemos que los Mcsell son conocidos por ser una familia que acepta todo aquel que esté unido a un miembro de esta, entonces… ¿Nuestra Brennth pronto será una Mcsell?

¡Muero de curiosidad!”

Como si un balde de agua fría hubiera caído sobre su cabeza, la rubia deslizó la pantalla de su celular hacia la continuación del artículo, encontrando las fotos que claramente habían sido tomadas el día anterior y que habían dado sustento a este ridículo artículo: ¡Laine realmente quería matar a su jefe!

Se preguntarán ahora, ¿por qué Elizabeth llamaba para informarle de aquello? Primero, porque la menor de los McSell era la encargada de relaciones públicas internacionales del grupo; segundo, porque aquel artículo no solo había sido publicado por una gran revista, sino que también había sido publicado por una gran revista a nivel internacional, y solo la publicación en línea había alcanzado niveles estratosféricos. Estaban jodidos.

—¿Laine, sigues ahí? —La voz de la hermana de su jefe hizo que la rubia, que se mordía los labios para no gritar maldiciones a su jefe, reaccionara y corriera hacia el baño.

—Lo estoy. Saldré de casa en cinco. Te informaré cuánto logre calmar al hij… al señor McSell.

Sin más, colgó, entrando apurada a la ducha y deseando que todo aquello fuera solo un sueño. Buscaba posibles soluciones para el problema. Aquí algunas de sus alternativas para decirle a la prensa:

  1. Ambos son grandes amigos.
  2. Fue un acercamiento amistoso entre conocidos.
  3. La verdad: había ido a firmar un contrato para un libro de moda. La secretaria de Owen no había asistido como debía porque los hijos del susodicho habían hecho un desastre, y posiblemente la foto fue tomada en un ángulo conveniente.

Con ganas de gritarle mil groserías en la cara, la rubia salió de su casa con una camisa blanca, pantalones negros y medias. Ese día no le había importado elegir medias verdes de limones, que apenas se veían por el corte ancho del pantalón. Corriendo nuevamente, tomó el primer taxi que pudo encontrar y pidió ir al departamento donde el día anterior había pasado todo el día.

Mientras esperaba el semáforo, o solo mientras el auto se movía, Laine revisaba los comentarios de la foto que había subido la revista. Veía los números de lecturas del artículo y buscaba en el buscador el nombre de su jefe para ver el alcance de todo aquel escándalo. El alcance cada vez era mayor; con cada minuto que pasaba, las vistas subían. Claro que los medios no dejaban pasar desapercibido todo aquello, por lo que el artículo ya había generado más artículos contando la misma historia.




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