Los intérpretes

Capítulo 1

No tuvo que pasar mucho para que se vieran los resultados de su decisión. Ya a la tarde del día siguiente, cuando el sol se mantenía en lo alto de la vieja casona, se empezó a escuchar un llanto incesante junto a mis oídos que por la cercanía hizo que fuera la primera en reaccionar. Girando apenas para ver de reojo a Jul quien ni cesaba el griterío ni las lágrimas moviéndose inquieta a punto de caer del borde de mi cama, aún adormilada, volví sobre mi misma para intentar reconciliar el sueño murmurando apenas un leve "shh". Fue cuando se escuchó un ruido sordo contra el suelo y el llanto se volvió de dolor enloquecedor que desperté y si mis hermanos y padres también lo hubieran hecho me habrían hallado arrodillada en la cama, horrorizada con la mirada fija en el suelo a un costado, con mi rostro palido y ojos entornados y asustados intentando comprender, "creí que era un sueño" hubiera intentado defenderme, en cambio tuve que ir gateando hasta el borde de la cama para comprobar si era real y lo era. Jul estaba en el suelo, estirada con el rostro rojo por el llanto y sus ojitos húmedos. Quede en blanco mirando para todos lados en busca de ayuda pero parecía que nadie nos había notado, ni siquiera mi madre. Solté un suspiro intentando relajarme y superando mi pánico caí a un lado de la beba quedando de rodillas junto a ella y viéndome a su lado sin hacer nada los gritos se volvieron insoportables. No se me ocurrió mucho más que ir por ayuda, descalza y aún en mis ropas de dormir, dejando a Jul. Salí de mi cuarto y recorrí el pasillo hasta el final para abrir la puerta de la habitación de mis padres sin importarme la escena que hallara, pero la realidad fue muy diferente a lo podía haberme imaginado. Allí no encontré ni a mi madre y por el contrario, vi el placar vacío con una que otra prenda tirada en el suelo y la cama. Entonces no lo comprendí, si habíamos tenido que huir no había razón para que nadie me hubiera avisado; de haber sido la idea dejar al más débil tenía sentido lo de Jul, pero yo no era una pieza descartable o eso quería creer después del accidente, que me habían perdonado. Me acerque a la cajonera y cajón tras cajón tampoco tenían nada, ni las joyas, ni los libros, ni siquiera estaba la ropa de nuestro padre; se lo habían llevado todo. Frustrada y urgida ya no solo por los gritos de Jul, fui directo a buscar a mis hermanos, ansiosa por encontrarles. Quede atontada por las puertas un segundo, pero al final me decidí por la de mi hermano mayor, que a pesar de que no tuviera trato con él, confiaba en que de huir ahora, el sería el segundo más valioso como para abandonar.

Al llegar a su puerta, esperaba que fuese que no se había despertado ni aún con todo el ruido así que intente directamente abrir pero llevaba llave por lo que me esforcé en golpear la puerta hasta que el mismo, adormilado y enfurecido apareció abriendo la puerta. No llego a preguntar que ocurría distraído viéndome en pijamas y descalza con mis cabellos revueltos y mi rostro adormilado y temeroso, que le interrumpí

 

—La habitación de mamá y papá está vacía —Sus ojos se levantaron hasta los míos instantáneamente e iba a abrir la boca pero le volví a callar— ¿qué sabes? —mi voz sonó colérica, traicionada. El asintió mirando el techo sin comprender mucho, pero yo volví hablar esta vez con impotencia— y Juliet se calló —el volvió a la realidad mientras yo me alejaba para abrir las últimas puertas que me faltaban. 

 

Tenía la certeza hacía ya varios meses de que mi juventud no sería eterna y mi hermana tomaría mi lugar tarde o temprano; lo notaba en la mirada de los clientes que aún con esfuerzo se les escurría hacia ella dejándome abandonada. En ese momento, habiendo visto a Meyson tan olvidado como Jul y yo, comprendí que nunca habíamos sido irreemplazables por más talentos que me aprendiera. Estando en frente a la puerta de mi hermana me sentí vacía, ya no era solo impotencia, era comprender que era un trapo sucio e inútil. Valiéndome de coraje abrí encontrándomela sin seguro y resguardando dentro a Pamela, desparramada sobre su cama. Frunciendo el ceño continué con la siguiente puerta y tras abrirla también me encontré con Ronny en su cama. Nuevamente no comprendía

 

— ¿qué haces? ¿Dónde está? —desconcertada apenas escuché a Meyson y lo guíe hasta mi cuarto, donde permanecía la niña en el suelo, inquieta intentando voltearse. Él se acercó a ella y quedando de rodillas a su lado, se congeló unos segundos hasta que empezó con sumo cuidado a inspeccionarla, primero reviso con la vista para luego empezar a palpar su cabecita, estaba sin rasguños pero se notaba el comienzo de un morete sobre la cien que al rozar volvió a comenzar el llanto aunque la acuno con sus brazos y empezó a moverse por el cuarto tarareándole suavemente.

 

—Para —le detuvo Ronny desde la puerta junto a Pam, lo que nos sorprendió a ambos—, la vas a marear —y al instante él se detuvo y nos miró, era el mayor y tampoco sabía qué hacer. Fue hasta que se oyó un rugir del estómago que supo cómo continuar, abrazando a Juliet contra su hombro se abrió paso hasta bajar hacia la cocina mientras las lágrimas de la pequeña humedecían la tela de su camisa.



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En el texto hay: mentiras, aprendizaje, familia amor y amistad

Editado: 02.06.2019

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