Los inuit, cazadores del gran Norte

Prólogo

Para la mayoría de nosotros, el Ártico se muestra como una región remota, desconocida y salvaje. Las nociones de geografía que todavía recordamos, de nuestro paso por la escuela, no nos permiten más que situarla envolviendo al Polo Norte, y es gracias a las noticias del cambio climático, que periódicamente aparecen en los medios de comunicación, que recordamos que aquello es un inmenso mar helado que ahora parece derretirse a pasos agigantados. Y como todos los mares, este también está rodeado de costas que, aunque de forma difusa, situamos al norte de Rusia, Siberia, Alaska, Canadá, Groenlandia y Escandinavia.

Si bien, posiblemente, no seamos capaces de delimitar el contorno geográfico de esta extensa región, nos la imaginamos completamente cubierta de hielo y nieve, condenada a largos meses de completa oscuridad y sometida a temperaturas extremas donde únicamente son capaces de sobrevivir algunos animales. Sin embargo y pese a tan extremas condiciones climáticas, también la habitan seres humanos, como los esquimales. Hablamos de ese pueblo que en los comics suele aparecer envuelto en pieles, viviendo en esas características casas de hielo redondas (los iglúes) y pescando a través de un agujero en el hielo; sin que nadie pueda llegar a entender cómo puede vivir con tanto frío y comiendo solo pececitos.

Sin lugar a dudas, esta simplificación casi caricaturizada, es similar a pensar que los españoles vamos vestidos de toreros o sevillanas, según los sexos, y que nos pasamos el día tocando la guitarra y cantando alegremente alrededor de un vaso de vino.

Es verdad que los documentales y algunas películas de cine nos han acercado a ese mundo de hielos, pero también es cierto que puede que sean las regiones árticas y sus habitantes uno de los entornos más desconocidos para la mayor parte de los pobladores del mundo occidental. Afortunadamente, en este libro tenemos la oportunidad de conocer y descubrir, de la mano de Francesc Bailón, a los inuit, que es como realmente se denomina este pueblo.

El autor es un experto antropólogo que ha dedicado muchos años de su vida, sino toda ella, al estudio de la cultura de los inuit. Ha viajado en numerosas ocasiones a esas regiones para conocer de primera mano, y no solo por los libros, la forma en que este singular pueblo se ha adaptado a tan extremas condiciones climatológicas, desarrollando una cultura que, aunque en algunas de sus manifestaciones exteriores pueda parecer mantenerse en la Edad de Piedra, tiene toda la riqueza y la complejidad del espíritu del ser humano. Y fruto de todos esos años de intenso trabajo y de muchas vivencias, es este el segundo libro que escribe sobre el tema.

Mientras que el primero fue un acercamiento a la cultura inuit desde un triple punto de vista: personal, histórico y antropológico, en este, el erudito se manifiesta en toda su extensión y nos ofrece un amplio panorama que trasciende sus propias experiencias para sumergirse, y sumergirnos, en el mundo de una civilización que ancla sus raíces en un remoto pasado. Un pueblo que ha sabido adaptarse con éxito a un entorno inmisericorde y que, en la actualidad, se enfrenta a un doble desafío: el cambio climático y un cambio social; este último inducido por la globalización y puede que todavía más acelerado que el anterior.

De la mano de Bailón conoceremos lo que significa el término inuit; iremos descubriendo ese territorio donde parece imposible sobrevivir; nos acercaremos a un idioma diversificado por la extensión territorial y la dificultad para desplazarse. Asimismo, retrocederemos en el tiempo siguiendo las migraciones históricas que han llegado a conformar una gran variedad de grupos étnicos compuestos, en la actualidad, por unos 160.000 individuos que se distribuyen en un territorio de unos 25 millones de kilómetros cuadrados (aproximadamente cincuenta veces la superficie de España).

Lentamente, a lo largo de las páginas, el autor, con la delicadeza de quien está enamorado de lo que describe y la meticulosidad del especialista, va detallando los 21 grupos inuit que poblaban las tierras árticas cuando, en el siglo XVI, los barcos europeos se toparon con ellos. Paso a paso, el libro nos presenta cada uno de los grupos distribuidos por ese anillo de tierras que rodean al océano Ártico, detallando sus peculiares características (lingüísticas, culturales, económicas y sociales) que determinan su singularidad. Evidentemente, sin obviar las consecuencias que tuvo para cada uno de ellos la llegada del «hombre blanco» (tal como ellos denominaban a los occidentales) y explicando el proceso, iniciado hace unas décadas, para defender su cultura frente al desarrollo uniformador de los Estados modernos que, sin consideración alguna, invadieron sus tierras para tomar todo tipo de decisiones en cuanto a recursos naturales, fronteras…

Poco a poco, según avanza el libro y como si se tratara de un rompecabezas, las diferentes piezas, en este caso la información sobre los grupos inuit, se van uniendo mostrando un mapa de la riqueza cultural de este pueblo disperso por cuatro naciones. Una y otra vez, sobre un sustrato de diversidad cultural, lógico en unas comunidades que han estado aisladas entre sí durante cientos de años por grandes e insalvables distancias, van aflorando los rasgos comunes que los identifican como un solo pueblo: desde aspectos más externos como la estructura de sus viviendas, sus artes de caza y pesca, el tipo de utensilios domésticos o su vestimenta optimizada (para evitar la pérdida de calor del cuerpo), hasta aspectos más íntimos como la prioridad de la comunidad sobre el individuo, el valor de compartir y de ayudar al prójimo, la comunión con la naturaleza o el respeto por los animales que les circunda que, aunque necesariamente más pronto o más tarde se convertirán en sus presas, están dotados de alma y por lo tanto, merecen una consideración muy especial.

Al leer las páginas de este ensayo, que con todo derecho puede considerarse el primer tratado escrito por un español sobre los inuit, nos sorprende la adaptación de este pueblo a un medio tan carente de recursos. En un entorno dominado por el hielo y la nieve, donde el mundo vegetal apenas es capaz de hacer acto de presencia durante unos pocos meses del año, donde la madera es un bien escasísimo y donde los minerales, y más concretamente el hierro, son inexistentes, este pueblo tuvo que depender, para su alimentación, vestimenta y utillaje, únicamente de los animales que capturaba. Caza que, en el caso de los osos, ballenas y morsas, representaba un auténtico peligro mortal. Y todo ello en un entorno helado y cruel que no perdona la más mínima equivocación.



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En el texto hay: inuit, historias humanas

Editado: 16.04.2020

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