—Estimado Salomon von Sciocco, ¿tiene idea de por qué se le ha citado?
—Yo no quiero repetirlo por tercera vez —dijo Lady V.
—Es que no sé, estaba dormido. De verdad quiero saber qué está pasando.
—Se lo hemos repetido por vez tercera, y usted parece no entenderlo —dijo Lady J.
—Yo no creo que él finja ser un tonto, yo creo que realmente lo es —añadió Lady V.
—Paciencia, hermana.
—¿De qué se me acusa?
—De manipulación, engaño y abuso de su fuerza —comentó el Tribunal de Phygrabio.
—Me sorprende que su juego de fingir ser un idiota haya funcionado —dijo Lady V.
—Hermana, así como no vamos a repetirle los cargos al acusado, yo tampoco estaré repitiendo que controles tus impulsos.
—Está bien.
—Pero yo no hice nada, no le he hecho daño a nadie —dijo Solomon —. De hecho, soy yo quien ha sufrido, todos me tratan como si fuera un tonto, nadie quiere hablar conmigo.
—El Occiso da un testimonio distinto —reiteró el Tribunal.
—¿El Occiso?
—Conocedor de sus anomalías —dijo Lady J.
—Y nosotras también damos cuenta de ello —dijo Lady V.
—Ya les dije que yo no sé nada.
—Tal vez el espejo del trono blanco le refresque la memoria —dijo el Tribunal.
—Oh, ya recordé, qué divertido era hacer eso —comentó Salomon tras ver cómo el espejo reflejaba las ocasiones donde el acusado fingía ser un tonto para hacer maldades. Su risa era difícil de contener.
—¿Divertido? Claro, qué divertido robar a los demás.
—O seguirlos a cualquier lado para atentar contra su privacidad.
—Y con su paciencia. Todo lo hizo de forma deliberada, ¿por qué?
—No lo entiendo, yo estaba jugando.
—Esos no son juegos, niño —dijo Lady V—. Hermana, por ocasión única, quiero jugar con él.
— ¿Jugar?
—Sabes a lo que me refiero.
—Si con eso te comportarás, haz lo que quieras, yo no daré cara por tí —concluyó Lady J, mientras su compañera se sentaba al lado del acusado para toser y escupir frente a él. Posterior a ello, la dama procedió a lanzarle patadas y bofetadas a Solomon.
—¿Quiere parar ya? —gritó el acusado.
—Pero si es lo mismo que hacías con las víctimas que perseguías, incluído el Occiso ¿ahora entiendes por qué se te acusa?
—¡No sé quién es el Occiso!
—¡Orden en la sala! —añadió el Tribunal, golpeando el podio con su mazo.
—Mil disculpas, amo —comentó Lady V.
—Si no hay más tonterías a manifestar, es momento de continuar con el juicio. ¿Algo que deba decir a su favor, joven Salomon?
—Es que yo me acuerdo que los demás eran tontos. Si dicen saber todo sobre mí ¿por qué no mencionan la vez que alguien se acercó a lanzarme un golpe en la cara?
—¿Ignoras que fue en defensa propia?
—Así es —aportó Lady J—. Usted y otro par de caballeros llegaron a hostigar a un par de damas, y aún cuando ellas conservaron su paciencia, usted continuó molestándolas.
—Pero lo bueno es que el Occiso le arrojó un merecido bofetón.
—¿Y ese Occiso dónde está? —insistió Salomon— le hacen mucha mención, pero ni siquiera está aquí.
—Ha estado con nosotros desde que usted comenzó sus inconexas preguntas —señaló lady J, mientras el Occiso fijaba su brillante ojo hacia un Solomon que mantenía su intolerable actitud.
—¿Me trajeron aquí por un brujo?
—No es un brujo.
—Sí, y yo soy el conejo de Pascua.
—Estimado Solomon, queremos realizar este juicio por las buenas, pero su actitud está complicando los procesos a ejecutar.
—Entonces denme su contacto, para que pueda buscarlas. Quizás lleguemos a otro acuerdo —dijo Salomon, poniéndose de pie para realizar provocativas posturas.
—¡Sinvergüenza! —gritó Lady V.
—Perdonen, es que estoy drogado, de verdad no sé qué estoy haciendo, ¿me disculpan?
—Les dije que no finje, realmente es un idiota.
—Realmente es un idiota —imitó Salomon, usando un burlezco tono.
—¡Orden en la sala! ¡Segunda llamada de atención! —gritó el Tribunal—. Veo que su actitud no es distinta a lo visto en el pasado. Es hora de dar el veredicto.
—¿Lista, hermana?
—Así es. Ha sido suficiente.
—¿De qué hablan? —fue la última pregunta de Salomon, pues el chico despertó sobre una devastada plaza, a la par que cuatro varones lo rodeaban para darle una brutal golpiza.
—De verdad siento mucha pena por él —dijo Lady J.
—¿Después de lo que quiso hacerte? —preguntó Lady V.
—No exageres, fue sólo una provocación, menos mal que no me puso una mano encima.
—Pero desató un desastre en el recinto. Admito que le dí cuerda a sus actitudes, pero debo decir que este fue un caso especial.
—No te preocupes. Lo que sí te sugiero es que aprendas a controlarte, porque este caso es minúsculo a comparación con lo que nos queda por hacer —señaló Lady J.
—Así es. Respiro tranquila al saber que este juicio ha de pesarle por siempre —respondió Lady V, antes de realizar una pregunta—. Pero ¿realmente ves bondad en él?
—No, solo veo carencia de inteligencia. El problema es que, lejos de arreglarlo, él lo usó como una herramienta.
—Y ahora está viviendo las consecuencias de ello.
—Lamentablemente. Nuestra única responsabilidad es monitorear sus actos, no podemos hacer nada más —finalizó Lady J —.Es hora de volver.
—Bien dicho. El Tribunal espera.