Los lios de Serena

Capitulo 3.   ¡SE DONDE CONVENCERLO!

 

 

          Ya estaba lista para salir cuando Max la detuvo.

-¿A dónde vas?

-Voy a desayunar en el club, luego voy a ir de compras y no sé qué más cosas tendré que hacer.

Serena estaba de buen humor.

 

-Las llaves de tu auto, por favor.- Dijo calmadamente al extender la mano

-Si quieres andar detrás de mí, es tu  problema, pero conmigo no te subes, está claro- Dijo seriamente ya que comenzaba a molestarse

-No, si no me das las llaves, no sales.- Serena simplemente dio media vuelta y se dirigió a la recamara de su padre y con coraje le grito

-Si no me quitas a ese  gorila de encima, te juro que te vas a arrepentir

-No puedo querida, lo siento- contesto riéndose.

-Como estas gozando esto, pero lo vas a lamentar.-Dijo seriamente, sin levantar la voz, su padre conociéndola sabía que cuando Serena no gritaba, o hacia aspavientos, las cosas eran muy serias.

 

-Como quieres que te diga, que no es cosa mía.-  Dijo su padre seriamente, pues se estaba tomando seriamente las palabras de su hija

-Pues cosa tuya o no, te prometo que ese orangután me las paga.-

Su voz era baja y calmada, saliendo del cuarto de su padre, sin hacer ruido y con mucha tranquilidad se dirigió al despacho de  su padre, ahora ocupado por los guardaespaldas y al entrar vio a los tres hombres, Max le presento a los dos miembros del equipo de seguridad.

-Él es Aníbal Jamesson y el Jonás Court

 

Ella con una sonrisa encantadora estrecho la  mano de los dos hombres ante la ira de Max y metiendo la mano al bolso saco las llaves de su auto y se las aventó y con una voz que no tenía nada de tranquila le dijo.

-Ya que también vas a ser chofer, apresúrate, porque me están esperando- él al vuelo pesco las llaves

-¿quiero saber con quién te vas a ver?- su voz era helada

-Con una amiga

-¿Su nombre? Por favor

-¡demonios! ¿es que también me vas a supervisar?

-Tengo que investigar a todo aquel que entre en contacto contigo, no sea un secuestrador  en potencia

 

          Serena con una sonrisa  traviesa le contesto

-Es mi mejor amiga, se llama Brenda, sus medidas son cien, -setenta, cien, mide un metro con setenta de estatura, es tenista profesional y es toda una come hombres ¿satisfecho?

          Los otros dos hombres tuvieron que aguantar las carcajadas al ver la cara impasible de Max.

-Vamos entonces- contesto con la boca apretada.

 

          Ya en el Club, el espero a que ella se sentara con una mujer rubia que la estaba esperando, luego se retiró a otra mesa, las dos mujeres cuchicheaban, volteaban lo veían y se reían ante su mal humor manifiesto; aburrido bajo la guardia un poco, pues se distrajo observando a  una chicas que salían de las canchas de tenis, y cuando se dio cuanta Serena y su amiga habían volado, rápidamente se puso a buscarlas y por fin dio con ellas, cuando las vio entrar por una puerta, así que salió corriendo a seguirlas tan rápido como pudo, sin prestar atención a nada más que a la puerta, por lo que no vio que era el baño de damas y entro como una centella, y se quedó helado ante la gritería que su presencia provocó en las mujeres y ante las carcajadas de Serena y Brenda, salió de ahí tan rápido como había entrado, vio que dos hombres con uniformes del Club se acercaron furiosos a él, por lo que con la calma que le caracterizaba mostro  sus credenciales, como agente del gobierno y los empleados del club lo dejaron en paz.

 

          Al salir del baño tanto Serena como Brenda lo veían con ojos risueños, y cada una tomo al hombre por un brazo y lo sacaron del pasillo, Max iba muy molesto ante la desfachatez de las dos mujeres y en la puerta del Club Brenda dijo a Serena

-Tráelo cuando no tenga trabajo que hacer

-Después de este trabajo, va a necesitar vacaciones, pero unas muy largas vacaciones- contesto Serena sonriendo sin soltar a Max del brazo

-¿A dónde vamos ahora?- aun de mal humor, Pues todavía le ardía la cara de vergüenza, ya que aún escuchaba los gritos de las mujeres que se encontraban en el baño y las carcajadas de Serena y su amiga Brenda.

-Vamos de compras mi querido guarura -  y ante ese sobrenombre él solo alzo una ceja, pues no creía en la sonrisa de ese demonio de chica con cuerpo de sirena.

-Llévame por favor a la tienda “la mujer de hoy”, ¿sabes dónde está?- 

Su sonrisa y su tono de voz que denotaba la risa que contenía.




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