Los lios de Serena

CAPITULO IX EL INTENTO DE SECUESTRO.

 

 

 

          Cuando salieron del restaurante, ella lo llevaba tomado del brazo y llevando una sonrisa que le prometía mucho, cuando llegaron al departamento; Max entro primero y al ir a encender la luz, recibió un golpe, pero no llego a perder el conocimiento; Serena rápidamente encendió la luz y vio que dentro había dos hombres que trataban de golpear a Max, quien como buen experto en artes marciales los tenía casi dominado, cuando uno de ellos saco una pistola y comenzaba a apuntar con ella a Max, Serena comprendió que pretendía matarlo; por lo que sin medir las consecuencias, tomo una pesada estatuilla de bronce y le pego con ella al hombre de la pistola, dejándolo inconsciente, mientras Max, noqueaba al otro atacante, ella corrió a los brazos de Max, y se apretó al cuerpo jadeante del hombre que con ternura le pasaba las manos por la cabeza para tranquilizarla y con una voz dulce que no creía poseer le decía

-Recuerda querida que a ti solo te asustan las cucarachas-

-¿Y esos que demostraron ser?, oh Max, y si ese hombre te hubiera disparado, y si hubieras muerto; que hubiera hecho yo sin ti- le pregunto llorando, no con aspavientos ni reproches, solo grandes lagrimas corriendo por sus mejillas

-Déjame llamar para que vengan por esta basura y nos vamos a tu casa-

-Si, llama para que se los lleven, pero nosotros nos quedamos aquí-

-NO seas caprichuda Serena, nos vamos.- le dijo, pero ella sin decir nada se metió a su recamara.

 

          Minutos más tarde, después de que llegaran los agentes y se llevaran a los secuestradores, y de que un especialista cambiara en minutos la chapa de la puerta, Max se aseguró de que todos los agentes se fueran, a fin de poder sacar a Serena de su habitación, pues desde que había entrado no la volvió a ver y de eso hacía más de 30 minutos

-Serena, abre la puerta, tenemos que irnos- dijo seriamente

-Ya te dije que no me voy-

-Te digo que abras la maldita puerta- grito exasperado

-Que no, si tú quieres irte, pues vete.

 

          Molesto por su obstinación, dio una fuerte patada a la puerta y Serena que estaba recargada en esta, salió empujada hacia adelante cayendo en la cama.

-Que has hecho animal?

         

          Max se quedó atónito viendo a la chica con una toalla enredada en el cuerpo,  misma que por la posición en la que había caído en la cama, se había resbalado un poco dejando al descubierto sus senos, por lo que él pudo admirar la blancura de su piel, y dando un par de pasos hacia la cama, con la voz ronca y sin dejar de mirarla

-Tenemos que irnos de aquí

-Max, porque no nos quedamos aquí?

 

          Y tomándolo del brazo lo obligo a sentarse  en la cama, ya sin preocuparse de la toalla, se acercó a él, que tragaba saliva con dificulta y comenzó a besarlo con lentitud, primero los ojos y la frente, pero cuando ella acerco su boca a la de Max; este contuvo el aliento y alargando los brazos, la rodeo con ellos apretándola a su pecho mientras saboreaba la dulzura de sus labios.

 

 

 

 




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