Los Magos de la Gran Guerra

Segunda Batalla de Verna

//Aquí esta el nuevo capitulo después de bastante tiempo de pausa. Gracias a todos los que han leído y siguen leyendo mi historia, espero que lo sigan haciendo.

Nos encontrábamos a tan solo unos cientos de metros de Verna, en un pequeño pueblo llamado Soffen en el que en estos instantes vive una intensa batalla. Ya habían pasado unas dos horas desde que el primer disparo que marcó el inicio del enfrentamiento se dió. Una férrea defensa nos estaba esperando antes de nuestro ataque, chocamos contra una pared infranqueable, Incluso con mi habilidad no podía avanzar. Los lanqueses realizaron modificaciones a las fortificaciones que había alrededor del pueblo para que el efecto de mis llamas fuera contrarrestado, ya sabían que estaba aquí.

Me asignaron a un nuevo pelotón de ataque para dirigir la ofensiva e intentar tomar los dos fuertes del flanco derecho. En un inicio todo iba bien, pero al llegar a Soffen nos rechazaron, ahora estamos detrás de un montículo de tierra para protegernos de las balas enemigas que pasaban sobre nosotros.

—¡Maldita sea! ¡No podemos avanzar! —dijo nuestro jefe de pelotón. —!Hans¡ —añadió.

—¿Si, señor? —pregunte.

—Vas a tener que hacer un flanqueo a esa fortificación y despejarla, te daremos cobertura —me ordenó.

— Entendido, señor —dije.

Desde mi posición hasta el punto donde tengo que llegar, son apenas unos 300 metros, no es mucho, pero, a veces, en un campo de batalla, eso es como 3 kilómetros. Este es uno de esos momentos en los que aplica eso, en los lugares donde había pequeños montículos de tierra me deslizaba detrás de ellos, donde no, solo quedaba correr. Escuchaba disparos cerca y lejos de mi, explosiones de morteros y algunos gritos a la distancia, la tierra se me quedaba pegada en la ropa y piel. Tenía que cumplir la orden de mi superior, tengo que hacerlo.

El camino fue corto y largo, pero logré completarlo. Doy un pequeño vistazo sobre el montículo de tierra que me esconde y protege del enemigo Frente a mí y a tan solo unos metros se alza la fortaleza de hormigón que nos fue arrebatada y por la cual estamos peleando con furia. Me preparo para el ataque, la música de la guerra disminuye poco a poco, de manera inexplicable el corazón me late muy rápido, siento que va a pasar algo, pero no se el que. No hay tiempo que perder. Trepó mi cubierta de tierra y corro hasta una de las troneras de la fortaleza.

Pum Pum.

Siento que mi corazón está apunto de estallar. Es raro, he estado en situaciones similares a esta y nunca me había latido tanto él corazón.

Pum Pum.

Presiento algo, no se el que. Una imagen quiere aparecer en mi cabeza, pero, por alguna razón, no se forma, no se que me pasa. Sea lo que sea, tengo que seguir con la misión. No tengo que fallar.

Doy un profundo suspiro y me asomo por la tronera. No había nadie de este lado, todos los soldados lanqueses estaban en la parte delantera, gritando y disparando. Unos corrían de un lado a otro cargando munición. Todos estaban distraídos, defendiendo su posición. Es el momento perfecto para atacar. Empiezo a concentrar todo el calor en una de mis manos, lanzaré una gran carga para eliminar a todos los enemigos de la fortaleza. Acerco mi mano a la tronera, pero cuando estoy a punto de expulsar mis llamas escucho un crujido a mi izquierda. Rápidamente volteo con el mismo brazo que iba a usar apuntando a la misma dirección del sonido. Una mujer de pelo castaño amarrado en una coleta estaba ahí parada, o más bien congelada, tenía el uniforme lanques, pero desarmada.

—Um… ¿Hola? —dijo.

¿Por qué dijo eso? Estamos en medio de una batalla, somos enemigos, tenemos que matarnos… y eso estoy por hacer.

Expulse todas las llamas que estaba acumulando en su dirección. El ataque fue directo, si seguía viva sería por pura suerte. Sorpresa fue la mía al ver que mis llamas desaparecieron y un humo blanco se elevaba desde donde ella estaba. Un fuerte golpe resonó y en menos de un segundo ella salió de la cortina de humo hacia mi. No tuve tiempo para hacer nada, fue un ataque sorpresa. Me tumbo al suelo agarrándome de los brazos y presiono mis piernas con las suyas. Ya no me podía mover, hacía fuerza tratando de zafarme, pero sin resultado, ella tiene mucha fuerza, demasiada. Intenté expulsar otra vez mis llamas, pero ella expulsó mucha agua desde sus manos, rodeando casi todo mi cuerpo y evitando que mi fuego se expandiera, es un mago… Las fuerzas se me agotaban.

Creo que hasta aquí llegaré, moriré… Deje de hacer fuerza, mi respiración está muy agitada… Sus ojos son verdes. No sé porque me fijo en eso ahora mismo.

—Uff…¿Ya te calmaste? Quiero hablar contigo —me dijo de repente.

¿Qué? ¿Quiere hablar? No entiendo, porque no me mata, soy un mago y ella también, ambos sabemos que ningún bando nos toma como prisioneros, si pueden, nos matan. Esta es una situación perfecta para matar a un mago, yo lo haría en su posición, pues esas son las órdenes de mis superiores.

—¿¡Hablar!? ¡Estamos en medio de una batalla! —le grité, creo que nunca le había gritado a nadie, por lo menos no así de fuerte. Las palabras solo salieron.

—Sé que esto es raro, pero tienes que escucharme —hizo una pequeña pausa, suspiro y continuó—. Nuestros enemigos no son nosotros mismos, sino los altos mandos, el estado mayor de mi país y del tuyo.

—¿Qué? ¿No entien… —Fui abruptamente interrumpido por el sonido de un proyectil de artillería aproximándose. La piel se me erizo. La maga lanquesa me soltó de inmediato y se puso contra el suelo boca abajo. Yo hice lo mismo, pero también me tapé los oídos y abrí lo más que pude mi boca. Desde que el silbido de la artillería empieza, transcurren 3 o 4 segundos antes del impacto, pero no se porque siempre se sienten eternos.



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En el texto hay: magos, misterio, guerra entre bandos

Editado: 09.12.2024

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