El ataque a Verna comenzó en la noche, con un intenso bombardeo de artillería pesada que retumbaba hasta nuestra posición. A momentos, los sonidos de artillería aliada paraban para dar paso a la contrabatería enemiga, aunque con menos fuerza, nuestra artillería es superior a la de Lancois. Previo al asalto de la infantería, la artillería actuaba primero para destruir las fortificaciones de la ciudad y así hacer más fácil el ataque.
Dentro de la trinchera, vi nuevos reclutas, soldados inexpertos en la naturaleza de la guerra, no podían dormir y por el ruido y el nerviosismo que se les notaba. Para mi y para otros más, esto es lo normal, estamos acostumbrados. Fui a dormir, tenía que estar preparado para el asalto de mañana. Me detuve al observar que un soldado se acercó a los reclutas y les habló, no pude escuchar bien que les dijo, tal vez que se fueran a dormir de una vez. Luego de terminar de decirles lo que fuera que les haya dicho, vino hacia mí. Pude apreciar todos sus rasgos, pese al casco que tenía, podía ver que es de pelo castaño, es mayor y más alto que yo. También vi una cicatriz un poco grande en su cachete derecho.
—Un consejo para los novatos no está mal jaja, yo también pase por lo mismo.—me dijo tocándome el hombro.
¿Un consejo? ¿Le ordenaron que instruyera a los novatos? No pude evitar preguntar.
—¿Por qué les diste un consejo? ¿Te ordenó un superior?—Por alguna razón me miró extrañado, confuso, como si dijera algo ilógico. No sabía el porqué.
—No, nadie me ordenó hacerlo. Es normal ayudar a los novatos ¿no crees? La vida en la guerra es algo que no te enseñan en tu instrucción.—dijo al mismo tiempo que sacaba un cigarrillo y encendedor, lo prendió y empezó a fumar. Se sentó en uno de los tablones de la trinchera hechos para que los soldados se subieran y pudieran disparar.
No comprendía del todo sus razones, si no se lo ordenaron por qué lo hace ¿por qué es normal hacer eso?
—Pero si no te lo ordenaron ¿por qué lo haces?
—Para eso no hay necesidad de una orden, es solamente ayudar por ayudar.
Ayudar por ayudar, o sea, hacerlo ¿por que si? Extraño, es lo único que pude pensar, aun así, no me pude sacar esa frase de la cabeza. Hacer algo sin que te lo ordenen. Se supone que somos soldados, seguimos órdenes y ya está.
—Por cierto.—me bajo de mis pensamientos—¿Cómo te llamas? Creo haberte visto antes del asalto a la trinchera de lanquesa, pero ya sabes, uno está ocupado en vivir otro día y ya no te seguí el paso.
—Me llamo Hans Walter, y si, participe en el asalto a la trinchera enemiga.
—Jajaja, no seas tan serio.—No sabía por qué dijo eso, así es como normalmente hablo.—Hans Walter… espera ¿eres el mago de fuego?—De repente se sorprendió al enterarse quién soy.
—Si, soy ese mismo.
—Sabía que estabas aquí, pero no pensé que te dejarían en las trincheras de primera línea, tal vez seas de los primeros que comiencen el ataque, de cierta manera es una buena noticia jaja.
—No tengo permitido decir más, bueno, voy a ir a dormir.—Estaba en lo cierto, pero no podía decirle nada, eso fue lo que me ordenaron.
—Por cierto —me habló antes de irme a otro lado.—Me llamó Matthias Köller. —Luego de decirme eso se marchó, tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó para apagarlo.
La artillería se seguía disparando, pero no le prestaba atención. Mi conversación con él, con Matthias, fue distinta a las que he tenido, no se como describirlo. Ayudar por ayudar, tal vez lo intente. Ahora mismo solo dormiré, mañana será otro día.
Editado: 15.10.2024