El reencuentro

A veces aunque duela hay que hacerlo, hay que avanzar, hay que esforzarse, hay que luchar para lograrlo porque de nada ayuda estar en un lugar que no te hace bien, estar con alguien que no te da lo que mereces, porque si es cierto que en algún momento fuiste mi lugar seguro, pero ya no, ya no lo eras.

Porque eras tu mismo el que me lastimaba y me hería sin parar, curioso ¿no? Quién era mi apoyo en los momentos oscuros hoy es la misma persona que me lleva a ellos, que irónica es la vida.

Luego de romper nuestra relación imagine que no te vería, que simplemente no nos topariamos, pero eso es imposible viviendo en un pueblo tan pequeño, hoy te tengo frente a mí, justo en el lugar al que antes solíamos venir. Es el primer lugar al que decido salir luego de romper y tú justamente estas aquí...probablemente viniste a lo mismo que yo...ha darte cuenta si el ciclo había cerrado, si ya esta vez todo había terminado...

Mi mirada se encontró con la tuya y por un momento me quedé sin aire, inmediatamente desvíe mi vista con nerviosismo, pero segundos después me dí cuenta que ya no sentía esos dragones revoloteando en mi estómago. Que ya no quería correr a abrazarte, solo te veía y te detallaba a la distancia.

Tomé el valor para alzar mi rostro mientras poco a poco tus ojos y los míos se encontraban con perfecta sincronía, el color de ellos seguía igual de hermoso que siempre, tus labios se movieron como si quisieras decir algo y al notar tus intenciones de acercarte me di la vuelta y salí del lugar, en ese momento cuando corrí y salí de allí me di cuenta de una cosa... yo ya te estaba soltando, pero no podía enfrentarte, no ahora, no puedo hacerlo todavía.

Porque aunque ya te estoy dejando ir, aún debo encontrarme a mi misma.

Por ahora debo seguir escribiendo otros de estos tantos mensajes en esa carpeta que ya mencioné, en esa carpeta que lleva como nombre: los mensajes que nunca te envié.