Capítulo 19

Me levanté, sintiendo como Adrick se ahogaba en el miedo, y una cara deformada y oscura aparecía frente a mis ojos. Aprete la empuñadura de mi espada con las dos manos y fijando mi objetivo, lo corte en dos. Y una extraña calma llegó a mi, por unos segundos.

Un fuerte gruñido me hizo ponerme en guardia por instinto, mis hermanitos menores estaban en la escalera curiosos por saber lo que estaba pasando. Yo me voltee y ordene que se alejara de aquí, lo más pronto posible. No me dio tiempo a reaccionar cuando la puerta de madera de abeto se rompió, dejando ver una extremidad de aquella asquerosa criatura.

De un salto me alejé del lugar, para que no me tocara esa viscosa sustancia. Solo fue por un momento, un pequeño segundo en el que pude ver detrás de aquellos monstruos, a mis parientes y mis hermanas desmayadas en el piso, si no estaban muertas antes, los enormes pies planos de aquellas criaturas ya las habían matado al entrar al territorio.

Mis ojos se conectaron con los negro de una de esas criaturas, que al notarlo solto un grito frenetico y se abalanzo sobre mí, lo esquive a duras penas, y salí por la ventana que daba al patio de adelante. No tuve tiempo ni de inspeccionar los cuerpos que yacían por todo el piso, cuando escuché el grito de mi primo. Quien intentaba llamar la atención de aquellos monstruos, pero ellos solo se centraban en mí.

Me puse en posición de batalla, intentando no caer en el pánico, y de pronto un fuerte y rápido golpe me dejó atónito, me hizo escupir sangre, y me había quitado el aire. Caí en la hierba, apretando la espada con mi mano, antes del siguiente ataque, tomé impulso y me levanté para bloquearlo con mi espada. Era tan fuerte el golpe que me hizo retroceder unos centímetros. Volví a preparar mi espada, y golpeé rompiendo la conexión entre la muñeca y el brazo de aquel monstruo, que era el más cercano a mi. Escuché su aullido de dolor, que provocó euforia en los otros monstruos que empezaron a acercarse con más velocidad intentando encerrarme.

Mi hermano mayor, fue el primero en saltar sobre una de las criaturas utilizando sus hechizos, para separar los dos brazos del torso de uno de los monstruos, él se acercó a mi, preocupado, aun en posición de lucha.

—¿Qué está pasando? —me preguntó poniéndose a mi lado. Con su daga bendita.

—Hasta ahora, esos monstruos quieren matarme. Y no sé por qué —aclaré, y él solo sonrió.

—Perfecto, ahí vienen —me comentó y en una de las colinas, apareció a caballo uno de mis primos del oeste, con su arco de fuego, y junto a él, estaban muchos de mis familiares—. Tienes que sobrevivir hasta el final —aclaró mi hermano, levantando su brazo. Yo solo choque su brazo con el mío, formando una equis.

—Hasta el final.

La pelea era fuerte, un hilo de sangre caía por el costado izquierdo de mi labio, como consecuencia de una de mis imprudencias. Los hechizos de energía eran inútiles contra aquellos monstruos debido a que lo absorben, aunque algunos llegaban a su límite y explotaban, pero eran demasiados como para destruirlos de esa manera. O al menos eso pensaba, pero podía sentir una magia distinta, Adrick estaba ayudando desde la oscuridad de los árboles, lo sabía y eso provocaba que una chispa en mi se prendiera; quería ayudarlo.

De repente un fuerte y agudo gruñido empezó a sonar, y todos aquellos monstruos empezaron a alejarse, y cuando desaparecieron como una estampida de toros enojados, solo quedaron los cadáveres de mis familiares. O al menos pensé que eran cadáveres, pero ellas empezaron a levantarse con sus rostros completamente confundidos.

Yo mire todo el campo, estaba totalmente anonadado de todo lo que estaba pasando, mi cerebro no podía entender que era todo esto.

¿Qué eran estos monstruos?

¿Por qué empezaron a atacarnos?

¿De donde salieron?

¿Por qué me persiguieron?

Pero todas mis dudas pasaron a segundo plano, ante la pregunta más importante de todas, y que surgió en el momento en que mis ojos y los suyos conectaron.

¿Qué hace Adrick aquí?