Capítulo 3: Solo yo puedo oírte

— ¿Empezar con qué? — preguntó confundido mientras sentía como se le aceleraba el pulso y le temblaban las manos. La verdad sea dicha, le tenía un miedo terrible a Keiden, a su sonrisa diabólica, pero en especial a todos los males que se escondían detrás de sus ojos.

­—Es hora de que dejes de correr, ha llegado el momento de que seas un hombre que pueda vivir sin buscar refugiarse todo el tiempo en el recuerdo de su madre — al notar la falta de respuesta y la confusión en los ojos grises de su versión humana continuó — Piénsalo de esta forma, por un lado tu dejas de ser la miserable excusa de humano que regularmente eres, y por el otro yo me divierto un poco.

— a menos que creas estar listo para reiniciar tu vida escolar siendo el caso de lástima de todos, ¿estás listo para que te señalen y susurren "su mamá murió hace poco, que lamentable"? si antes no encajabas ahora será peor, no todos te miraran con lástima, otros lo harán con burla, ¿está tu frágil mente lista para eso? Hace poco más de media hora tuviste una crisis solo porque YO, al que llamas un producto de tu imaginación, te llamó patético— Las palabras del reflejo resonaban con un eco en su cabeza

Es un producto de mi imaginación hablando, no hay nada que él diga que yo ya no piense, solo soy yo hablándome a mí mismo a través de una alucinación...no, eso no tiene sentido. Pero, si el realmente está aquí ¿Por qué solo yo lo veo? No, papá ha escuchado su voz en las noches, ¿o es acaso mi voz? Nada de esto tiene sentido.

Debo comentarle sobre esto al doctor Pearson, él sabrá qué hacer

— Si piensas más fuerte los vecinos también te escucharán, niño— dijo Keiden — vamos, ¿qué molesta a esa extraña cabecita tuya? —

No respondió, no confiaba ni en su lengua ni en sus labios para articular las palabras, apartó la vista de la llamarada en los ojos del reflejo y esperó, no sabía a qué. Quizá a que algún milagro lo sacara de esa situación, o a que alguien lo despertase de este sueño, no. De esta pesadilla.

— ¿te han comido la lengua los ratones? He hecho una pregunta, y quiero oír la respuesta —

— Eres un producto de mi imaginación, no tengo porque obedecerte — respondió automáticamente y al instante se arrepintió.

El reflejo soltó una carcajada que parecía haber estado conteniendo por largo rato e incluso se limpió una lágrima inexistente de su ojo izquierdo. Cuando por fin pudo recobrar la compostura apoyó su mano en el cristal desde el interior del espejo y le indicó a Kaidan que hiciera lo mismo.

Dudoso y sin tener idea alguna del porque le hacía caso a Keiden imitó el acto, donde sus manos se conectaron, a penas divididas por el fino cristal, sintió un calor abrumador y donde su carne chocaba con el vidrio una luz empezó a emitirse. En todo el tiempo que lleva de "conocer" a Keiden nunca había tocado el cristal, siempre le produjo pánico y ahora sabía por qué. Cuando el calor alcanzó una temperatura insoportable Kaidan apartó la mano y la examinó buscando heridas de quemaduras, no había nada.

— No soy un producto de tu imaginación, no lo tomes a mal pero no cuentas con la creatividad necesaria para imaginarme— respondió el reflejo — Sólo tú puedes verme, y Sólo yo te escucho, no tu padre, ni el doctor Pearson. Solo yo — Continuó hablando y por alguna razón los ojos de Kaidan se inundaron de lágrimas — Sólo yo, he estado aquí 6 meses más o menos, y me quedaré para siempre. Déjame ayudarte, ¿no estás cansado de luchar solo? Tienes un padre que solo te habla cuando vas a terapia, y un terapeuta que está esperando el menor error para mandarte a un orfanato, mereces un descanso niño. Solo deja que yo me encargue de todo, y tu único deber será hacer lo que yo diga —

Esto estaba mal, mal en muchos sentidos, pero el reflejo tenía razón en algo, el estaba terriblemente cansado, y la mayor parte del tiempo no sabía qué hacer. Por su parte, Keiden siempre parecía calmado y en control de todo, quizá, solo quizá.

— No — respondió la parte lógica de su cerebro poniendo fin a la hilera depresiva de pensamiento que se estaba apoderando de el — Es mi vida, y aunque mis decisiones sean una mierda soy yo quien debe tomarlas—

Tras haber dicho eso se alejó del espejo sin ver la reacción de Keiden, corrió escaleras abajo y decidió salir de la casa, no podía quedarse ahí más tiempo, tomó su teléfono, auriculares y fue a tomar una pequeña caminata por los alrededores, con la música a todo volumen observó a los niños saltar en las pilas de hojas color fuego, estaban en pleno otoño y por todas partes se veían decenas de hileras de lo que alguna vez fueron las hojas verdes de la primavera.

Vio a al menos 3 parejas caminar tomados de la mano, y sintió como algo se retorció en su interior, envidia, pensó

La tarde transcurrió de una manera extraña, evitó todas las superficies reflectivas que pudo y se mantuvo a fuera hasta que el sol se puso, finalmente tras una tarde pacifica donde puso todo su esfuerzo en no pensar en la conversación con Keiden admitió su derrota y se preparó para volver a casa, pero había un problema, no tenía idea de donde estaba.

Observó a su alrededor intentando reconocer el área, pero de seguro termino en alguna zona de la ciudad que rara vez frecuentaba, estaba en una calle comercial, con algunos cafés, tiendas de ropa y una que otra librería, entró a la tienda más cercana, una pequeña tienda de antigüedades que parecía estar vacía, a excepción por el chico tras la caja, un joven de cabello negro y ojos de color ámbar.

— Hola y bienvenido Al Bazar de antigüedades, ¿busca algo en específico? — preguntó el joven con tal alegría que Kaidan juró haber visto un aura de luz alrededor del chico.

— Yo...— dijo y por un momento sintió como si perdiera el aliento al ver los ojos del vendedor, sus manos empezaron a temblar y sintió un nudo en la garganta, al notar como el otro le sostenía la mirada bajó la cabeza apenado y susurró — Creo que me perdí, quería pedir indicaciones para volver a casa —