Los privilegiados del azar

Capítulo 10 - Números índice





Un número índice es una medida estadística que muestra los cambios de una variable respecto a una situación inicial arbitraria.

No sentía frío pese a las bajas temperaturas y a las altas horas de la madrugada. Más bien le invadía una sensación de sofoco que era incapaz de controlar. Su mano temblaba mientras sujetaba la carta que ahora releía. Su estrategia consistía en comenzar por detectar títulos de sus canciones en el texto. “Balada anónima”, nada más comenzar la carta, era el aviso, la pista definitiva que Salka había utilizado para que él se diera cuenta. Y la mauritana se lo restregaba otra vez para que no tuviera dudas.

Por eso apelo a tu sensibilidad (…) ya que mezclo tu sensibilidad con mi dolor; quiero que, a través de tu emotividad, conectes con mi tragedia, por eso he enlazado ambas…

Isidro creía escuchar, entre estas líneas, la voz de Salka. “Para que no te quepa duda de que tengo en mi poder tus canciones”.

En el crucigrama aparecía explícitamente el título de uno de sus temas, “Complejos”, que versaba sobre el análisis introspectivo de un hombre acomplejado, un hombre que se ve reflejado a sí mismo mientras contempla el fuego de una hoguera en la noche de San Juan. Isidro pasó las páginas de su carpeta y encontró la canción. La leyó y se detuvo en el estribillo.

Se come la cabeza,

es una olla a presión,

silencios de amargado alrededor.

Presume de mujeres y de ser un ganador,

dotada la entrepierna de rencor.

Los músculos que exhibe

son un saco de complejos

pero tan transparentes

que cualquiera puede verlos.

Nunca jugó con fuego

porque era un libro abierto.

Tan solo las brujas lo consuelan al llorar

en la noche gris de San Juan.

Encendió su ordenador y accedió al lugar donde podía escucharla, http://cafema.webs.ull.es/TECNICASMUESTREO/informacion.htm. Quería inspirarse, controlar todos los parámetros.

También aparecía el nombre de Marlene; podría, perfectamente, referirse a la canción “Por amor a Marlene”. Respiró aliviado. Salka tal vez no conocía el nombre de su mujer. Solo conocía sus canciones. Pero ¿cómo era posible? No tenía ninguna respuesta lógica para explicarlo.

En 1997, Isidro había compuesto la mayoría de sus canciones “cerradas”. En la década del nuevo siglo su capacidad creativa se había agotado, pues, aunque tenía muchos proyectos en el tintero, era incapaz de terminarlos. Pero sus composiciones solo habían salido de su casa, de su ordenador, de su cajón, muchos años después, camino del Registro de la Propiedad Intelectual. Las melodías podían escucharse en su página…, aunque tampoco en esa época. Pero las letras… ¡Era imposible! Isidro trató de hacer memoria. ¿Llevó alguna vez las letras de sus canciones a la universidad? ¿Tenía una copia en su coche cuando Salka se subió en él? Pero, por más vueltas que le daba, la respuesta era siempre la misma. ¡No! No era posible.

Sabía que aquel era un callejón sin salida. Había sido muy cuidadoso y mimoso con sus temas musicales. Era un desconfiado, y por eso los había registrado. Si no lo hubiera hecho, tampoco habría colgado en su web las melodías. Antes de registrarlas, la única persona que tenía acceso, sin ser él, era Marlene. Pero su mujer era incapaz de coger una canción y sacarla de casa sin su permiso; respetaba mucho el hobby de su marido y tampoco tenía un interés excesivo en él. Era absurdo creer que Marlene le había dado una copia a Salka, a quien ni siquiera conocía. Aunque el misterio lo torturaba, hizo un enorme esfuerzo por apartarlo momentáneamente y concentrarse en el crucigrama.

Otro título evidente de una canción era “Mauro”. Ahora descartaba la idea de relacionar el nombre con el origen mauritano de Salka. Volvió a releer por tercera o cuarta vez las horizontales.

El 2 y el 3 causan el mayor daño físico. Entre ambos, el lugar donde el mar cicatriza las pisadas. En ese lugar también dejó huella el 4.

El 5 es el final de tu flor. Ojalá lo hiciera el eslabón más débil de la cadena, a su derecha.

6. A las primeras jamás las tuviste, ni siquiera en sueños.
La segunda era el material de la espuma.

La última es la que marca la diferencia.

Había descartado el hallazgo de algún título de canción más y se disponía a descifrar la primera línea horizontal, ya que la frase le había resultado familiar desde el principio. Ahora ya sabía por qué. Ahí había palabras suyas, vocablos incluidos en sus canciones. Pero, antes de centrarse en esa línea, en la última lectura global descubrió otro título, otra obra suya: “Sueños”. El profesor buscó la melodía en la subpestaña “CALIFICACIONES” de la pestaña “TÉCNICAS DE MUESTREO”. Al hacer clic, bruscamente cesaron los complejos acordes de “Complejos” para ser sustituidos por una balada lenta pero fluida. Isidro tarareaba para sí mismo algunas estrofas.

Soñó ser cometa y la galaxia cruzar.

Soñó ser la estrella sideral.

Soñaba luciérnagas brillando en champán.

Soñó que existía el más allá.

Soñaba despierto negando aceptar

que nunca fue aquello sino un simple lunar,

o incluso una ficha en el padrón municipal.

Soñó que la muerte no lo espera al final.

Soñó que su sueño era verdad.

Millones de rosas inundaban su hogar

y escupen aroma al reventar.

Estaba seguro de que le iba a dar un decisivo avance al crucigrama. Tenía tantos frentes abiertos que no sabía por dónde empezar. Decidió seguir el orden natural.

El 2 y el 3 causan el mayor daño físico. Entre ambos, el lugar donde el mar cicatriza las pisadas. En ese lugar también dejó huella el 4.

El “2 horizontal” tenía dos huecos, y el “3” uno solo. Así que el daño físico estaría referido a la primera palabra del “2” y también al “3”, ya que, “entre ambos”, entre el “2” y el “3”, tenía que referirse a la segunda palabra del “2”. La expresión “daño físico” no le sonaba para nada. No estaba en ningún lugar de su memoria, pero, en cualquier caso, revisaría minuciosamente sus canciones.




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