Sentada sobre el pasto, con un libro entre las manos y pinceles manchados de color a su lado, Marlen buscaba inspiración para su próxima pintura. La brisa jugaba con su cabello desordenado, mientras sus ojos se alzaban hacia el grupo de chicos populares que pasaba no muy lejos.
Entre ellos, Darren.
El típico líder carismático, con una sonrisa encantadora y una mirada que parecía tener la respuesta a todo. Lo observaba desde lejos, preguntándose por qué sus ojos siempre terminaban en él, aunque sabía que un chico como Darren jamás se fijaría en alguien como ella.
Marlen era todo lo opuesto al estereotipo de chica popular: no se arreglaba, vivía manchada de pintura y su cabello parecía no conocer un cepillo. Pero tenía algo que la otra chica —la que siempre estaba con Darren— no tenía: talento. Marlen era una artista, auténtica, apasionada.
Levantó la vista una vez más, admirando la figura de Darren. Sintió su mirada cruzarse con la de él, y rápidamente volvió la vista a su libro, como si nada hubiese pasado. Pero entonces, escuchó pasos acercarse. Levantó la vista con el corazón latiendo con fuerza.
—Hola —dijo él—. Soy Darren. Mucho gusto. ¿Cómo te llamas?
Por un momento, Marlen quedó en blanco. Justo cuando iba a responder, una voz femenina los interrumpió.
—¿Qué haces aquí, amor? —preguntó una chica de cabello perfectamente planchado que lo abrazó por el brazo.
—Bueno —dijo Darren con una sonrisa incómoda—, será para la próxima que me digas tu nombre. Hasta luego.
Se fue con ella, y Marlen bajó la mirada. No supo qué le dolió más: no haberle dicho su nombre, o descubrir que tenía pareja.
—¿De verdad estoy sintiendo esto...? —murmuró mientras miraba su celular y notaba que llegaba tarde a clases. Pero no le importó. Se fue al estudio de arte con una sola idea: dibujar a Darren.
Mientras trazaba líneas en el lienzo, sus pensamientos volaban.
—Me gusta demasiado ese chico... Creo que estoy perdida. Tiene pareja, es guapísima, y yo... soy solo yo. Nadie se va a enamorar de alguien como yo.
Suspiró con tristeza y comenzó a guardar el lienzo. Justo en ese instante, la puerta del estudio se abrió. Era él. Darren.
—Hola de nuevo, chica sin nombre —dijo con una sonrisa que derretiría cualquier muro de hielo.
—¿Chica sin nombre? —rió nerviosa—. Bueno... Me llamo Marlen. Y perdón por antes, estaba concentrada en mi lectura y...
—Vaya, pensé que nunca me dirías tu nombre. Me gusta. Es bonito.
El corazón de Marlen latió como nunca antes. ¿Esto estaba pasando en serio?
—¿Te gustaría salir a dar un paseo por la uni? Pero si estás ocupada, no hay problema.
—No sé... No quiero tener problemas con tu novia o que alguien piense cosas que no son.
Darren sonrió con picardía.
—¿Te asusta que mi ex te busque pelea? ¿O que toda la escuela te odie por estar conmigo?
—¿De verdad crees que me importa lo que piense la escuela? Tengo mejores cosas que hacer. Además, dudo que tu ex sepa siquiera dar un buen golpe.
Darren se acercó un poco más.
—Me gusta tu actitud. Y por si quieres saber... terminé con ella hoy.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Marlen, aunque quiso disimularla.
—Espero que esté bien y no saque conclusiones apresuradas.
—Yo también lo espero. Entonces, ¿aceptas dar un paseo?
—Está bien. Solo un rato, tengo clases luego.
—Perfecto. Te espero afuera.
Marlen lo observó desde la ventana mientras él se acomodaba bajo un árbol, alejándose del sol. No podía creer lo que estaba ocurriendo. Darren... ¿realmente estaba interesado en hablar con ella? Aunque algo en su corazón le decía que esto era demasiado bueno para ser verdad.
—Esto es un sueño —susurró con una sonrisa ilusionada—. Estoy segura de que estoy soñando. Pero no me importa... No quiero despertar. No todavía.
Guardó con calma sus herramientas de pintura y, tras unos minutos, salió del estudio. Encontró a Darren recostado bajo el árbol, con los ojos cerrados.
—Creo que me tardé un poco... ya está oscureciendo —dijo suavemente al acercarse.
Darren abrió los ojos y la miró con una sonrisa amable.
—No te preocupes. Si ya no quieres pasear, puedo llevarte a casa. Me encantaría hacerlo.
Marlen dudó unos segundos, pero su corazón la impulsó a aceptar.
—Está bien... gracias por ser tan amable.
—Perfecto. Entonces guíame —respondió él, algo tímido.
Mientras caminaban, Marlen mantenía la mirada al frente. No se atrevía a girar la cabeza y verlo directamente, aunque podía sentir su mirada sobre ella. Todo parecía tan surrealista… hasta que una voz quebró la atmósfera.
—¿Qué haces con esta nerda, amor?
Marlen reconoció de inmediato la voz. Era la misma chica de antes, Carolina.
—Carolina, no la llames así. Se llama Marlen —respondió Darren con tono firme.
—No me importa cómo se llama. ¿Me vas a decir qué haces con ella o no? ¿La estás llevando a su casa?
—Eso ya no te concierne. Tú y yo terminamos esta mañana. No tengo que darte explicaciones.
—¿Qué? ¡No me hables así, Darren!
—Vámonos, Marlen —dijo él, tomando su mano—. No pierdas tu tiempo con gente como ella.
Marlen asintió en silencio. Sentía cómo su corazón latía a mil por hora mientras corrían, alejándose del drama. No podía dejar de pensar que este momento era perfecto, como sacado de uno de sus sueños.
—Esto es lo mejor que me ha pasado —pensó con una sonrisa interna—. No quiero despertar nunca.
Pero entonces, la realidad la sacudió.
—¡Marlen, despierta! Vas a llegar tarde a la escuela —gritó una voz familiar.
Abrió los ojos de golpe. Era su madre.
—Nooo... mamá, ¡estaba soñando con algo increíble!
—No me interesa con qué soñabas. Se te está haciendo tardísimo —dijo ella mientras se preparaba para salir.
—Ugh... tienes razón. Si llego tarde otra vez, el profesor me va a mandar a regularización en verano...