Quién iba a imaginar que, tras aparecer la primera slide de la historia allá por 1987, acabaríamos sumergidos en un océano de bullet points y transiciones absurdas. Hoy, mi querido lector, vamos a descifrar la magnitud de este fenómeno que, según datos recientes, sigue reinando con puño de hierro en el mundo empresarial.
1. PARA EMPEZAR POWERPOINT
Empecemos con lo obvio: PowerPoint domina el mercado con un 95 % de cuota mundial, según Microsoft y la siempre con matices visitada Wikipedia. Un dato que hace que Kim Jong-un parezca un aprendiz de dictador. Y no solo eso: se calcula que se hacen entre 30 millones y 1.000 millones de presentaciones PowerPoint al día. Sí, has leído bien, mil millones. Eso es más que los cafés que se sirven cada jornada en toda España. Y, aunque algunos PowerPoints son casi tan necesarios como ese café -casi-, en otros casos, seamos sinceros, tienen el mismo valor nutritivo que un supositorio de gominolas.
En ciertos sectores, como el financiero o el legal, hasta el 33 % de los empleados confiesan usar PowerPoint cada día, con un 16 % reconociendo que dedican una o dos horas diarias a sus slides (datos de Templafy). Es decir: media jornada laboral dedicada a ponerle sombras y “zooms dramáticos” a palabras como “sinergia”, “visión 360” o “transformación digital” (cuando lo único que se transforma es la paciencia de los asistentes).
¿Y en la sociedad en general? En algunos países de los que tenemos datos como el Reino Unido, más de 20 millones de adultos —el 37 % de la población— han usado PowerPoint alguna vez, una cifra que aplasta a sus competidores como Google Slides (usado por apenas el 13 %). Es el rey sin discusión.
Con estos datos en la mano, solo nos queda preguntarnos: ¿en qué momento decidimos colectivamente convertir PowerPoint en el oráculo universal? ¿Por qué cada vez que alguien quiere compartir una idea, enseñar un proceso o hablar del cumpleaños del jefe, lo primero que se escucha es “haz un PowerPoint”?. Da la sensación de que PowerPoint es el verdadero director de Recursos Humanos de la era moderna, pues dicta el ritmo de las reuniones, marca los temas a tratar y decide cuándo es hora de cabecear sutilmente mientras la pantalla muestra un diagrama de flujo interminable.
Vamos a recordar un momento a Steve Jobs cuya aversión al PowerPoint era manifiesta. Según decía, fomentaba una comunicación superficial y poco creativa. Para Jobs esta herramienta promovía presentaciones que se centraban más en el espectáculo que en el contenido, y que incentivaba la falta de pensamiento crítico y la poca interacción en las reuniones
Porque PowerPoint, cuando se usa con mesura y cariño, puede ser un aliado extraordinario: permite estructurar ideas, clarificar conceptos y darle un hilo conductor a tu exposición. Pero cuando se convierte en el fin, y no en el medio, es como un vecino que viene a ayudarte a colgar un cuadro y termina amueblándote toda la casa con muebles de Ikea que ni necesitas ni habías pedido. ¿Conclusión? Si PowerPoint fuese un departamento, ya tendría cartel propio en la oficina.
2. PARA CONTINUAR TEAMS
Y ahora vamos a por un recién llegado: Teams; el gran contaminador del silencio y las agendas
Mientras las presentaciones se suceden, una aplicación campa a sus anchas en nuestro día a día: Microsoft Teams. Desde inicios de 2024, supera los 320 millones de usuarios activos al mes , en una adopción que incluye a más de 1 millón de empresas, entre ellas el 93 % de las Fortune 100 . Su cuota en conferencias web roza el 32 %, segundo solo por detrás de Zoom .
El crecimiento es imparable: pasó de 270 millones de usuarios al mes en 2023 a los citados 320 millones en 2024 . Y no olvidemos los tiempos: con más de 2 700 millones de minutos de reunión al año, Microsoft Teams acapara la conversación global . En Estados Unidos, 8 millones de empresas lo utilizan, y en Reino Unido, 1,9 millones; Canadá, Alemania, Francia, India, España… imposible escapar. Y no voy a entrar porque el tiempo y el papel me limitan a los especímenes que convocan a lo loco sin mirar disponibilidad o mirándola, pero ocupando todo el espacio laboral como si necesariamente tuviera que estar ocupado por reuniones de Teams.
Ahora imaginemos este escenario: te conectas a Teams, ves que se abre una presentación PowerPoint con 47 diapositivas, efectos otoñales, transiciones orbitales… y te sumerges en un trance corporativo digno de novela distópica. Además, cada slide da pie a un chat paralelo (chat, reacciones, menciones…), mientras tu cerebro pregunta: “¿Por qué estoy aquí?”, ¿pero qué pinto?. Y al cabo de unos minutos dejas la voz de ruido de fondo y te pones a otras cosas. Vaya, como si fuera un matrimonio tóxico.
Teams y PowerPoint se retroalimentan. Una treintena de diapositivas en PowerPoint genera un bombardeo de comentarios y defensas en Teams. Y, por la tarde, esa misma presentación se edita, se mejora, se vuelve a subir, se vuelve a compartir… En un bucle sin fin. En un agujero negro insondable (valga la redundancia) que espera un guion en black mirror.
Y los datos lo reflejan: los usuarios pasan más de 85–90 minutos diarios en Teams, que incluye lectura de chats, gestión de reuniones y exposiciones virtuales . Sumado al tiempo de preparación de presentaciones, podría decirse que la mitad de la jornada está dedicada a Teams + PowerPoint. En una época en la que no paramos de hacer planes de contingencia; ¿Qué pasará el día que PowerPoint tenga un problema? ¿Y si no podemos usar Teams?.
3. RESUMEN Y CONSEJOS
Todo lo anterior viene a resumirse en que deberíamos empezar a plantear nuestra relación con las herramientas. Dedicar mas tiempo a tareas de valor . Y más si, al final, Copilot (en estos dos casos y la IA en general) acabarán haciéndolo por nosotros. Aquí si estaremos en el nivel espécimen para esa mente artificial.
No quiero terminar sin unas recetas básicas de supervivencia: