Los secretos de Ariadna.

Capitulo 2 - El pasado puede doler...

Cuatro años atrás.
Ariadna.
Perder a mis padres fue de las peores cosas que me pudo pasar. Mi padre me abandono y mi madre está muerta.

Mientras otros jugaban he iban al parque de diversiones, yo me quedaba en casa mirando por la ventana, vestida de negro y lamentándome por no poder haber echo nada. Cabe añadir que desarrolle insomnio por la constante preocupación de que el General me hiciera lo mismo que a mi mamá, estaba sola y la única persona que podía defenderme estaba lejos de aquí. 

Todo eso cambio una vez que bajé a la cocina por un poco de comida y ahí fue cuando escuché que el abuelo disfrutaba esta pérdida. Al parecer estar de luto solo era una máscara que el usaba para parecer que no era un monstruo. De un día para otro el apellido Evans había crecido como nunca.

Un día me cansé de todo esto y había tomado la decisión de acabar con todo, prefería estar muerta que seguir siendo parte de esta familia. Estaba sentada en el piso del baño con la navaja en la bañera cuando recibí la llamada de ¨my soulmate¨ y tenia su nombre bien ganado porque parecía leerme la mente.

 -Ariadna Evans, ni se ocurra hacer lo que piensas, porque te traeré de la muerte y te volveré a matar si lo haces - por su tono de voz supe que estaba enojado y la vez sentía que iba a llorar. - Estaré ahí mañana y te obligare a salir de tu cueva y no lo olvides, también eres Rinaldi y no nos rendimos.

- Oscar, no lo somos, solo nos enseñaron a pelear.

- Pero es mejor que ser Evans, empaca tus cosas porque nos iremos a Italia y nos convertiremos en Rinaldi.

- Hasta crees que podré irme, además, vamos a empezar el año escolar - deje la navaja de lado y me senté en un rincón.

- El mismísimo señor Rinaldi lo arreglo todo, solo debes decir que si y después del verano volverás como una nueva Ariadna, además, convenceremos al abuelo para que te deje ir. 

Respire hondo y si irme a otro continente podía calmar esta ansiedad, lo haría, me iría lejos - Si  logramos que me deje ir, seré la mejor Rinaldi de la historia. 

Colgué la llamada y me quede meditando en el piso, después de unos momentos me levante, me mire en el espejo y lave mi cara, tener el rostro fresco me ayudo a pensar mejor. Salí del baño y me cambie de ropa por una más viva, ya había sido suficiente el luto por mi mamá. 

Me arme de valor y fui hablar con el general para convencerlo, por más que duela, aún me cuesta creer que mis padres le hayan dejado mi custodia. Baje con seguridad las escaleras pero me quede quieta al estar frente a su oficina en casa. 

- Tu puedes Ariadna- me dije a mi misma. Toque la puerta dos veces y a la segunda me dejo entrar. 

- Hasta que te vistes con otras ropas, es bueno ver que saliste de tu cueva- me dijo y como siempre tenía un vaso de wiski en su mano y la otra en la computadora. 

- Quisiera hablar de algo importante contigo - dije en un tono tranquilo pero me desespero ver su sonrisa burlona he inquietante. 

 - Dime ¿Qué puedo hacer por ti? mi niña - que me dijera así, hizo que me diera escalofríos por todo el cuerpo pero debía controlarme. 

- Me cuesta estar aquí, me cuesta poder seguir cuando todo me llena de angustia al saber que no volveré a ver a mi mamá y quisiera... - comenzó acercarse a mi y estuvo frente mío, incluso pego mi cabeza a su pecho. Quería gritar, quería patearlo pero rogaba porque no me hiciera nada. 

- ¿Qué te aflige? - me preguntó mientras acariciaba mi cabello y yo solo podía tragarme mi odio. 

- Quisiera poder irme lejos para poder superar esto y se que tengo obligaciones aquí pero nada me daría más tranquilidad, prometo cumplir con mis obligaciones. 

Tardó un rato en responder pero paro de acariciar mi cabello y su respuesta fue satisfactoria - No quisiera apartarte de mi - me apretó  más fuerte - Así que supéralo  - me aparto bruscamente - Dile a mi asistente que te compre lo necesario para el regreso a clases y nueva ropa, tu tienes que verte como una Evans, como la heredera que eres. 

Limpie mis ojos y solo podía llenarme de más odio - Te lo pedí de buena manera pero quiero y necesito irme ¡Por favor! - suplique pero el se mantuvo firme en su decisión. 

- Tú lugar es conmigo, no cometeré el error de tu madre, no te dejare ir. 

No dije nada más y me fui de ahí azotando la puerta. Me encerré en mi cuarto y supe exactamente lo que tenía que hacer y aprovechando que Óscar venía, sabía que el iba ayudarme. 

Le conté sobre mi plan y consiguió que sus padres lo dejaran pasarse a mi escuela y ambos hicimos "bromas" fueron muy crueles y hasta podían ser ilegales pero debía asegurarme de que me enviara lejos.

- ¡Ya no puedo contigo! - me grito el general porque estaba en riesgo de que me expulsaran sin importar cuanto dinero donara el general. - Tu y tu cómplice están haciendo quedar mal a la familia, no es propio de un Evans. 

Yo solo estaba sentada, cruzada de brazos escuchando lo que me gritaba pero no podría importarme menos. - ¿Me estás escuchando?

- Trato de no hacerlo - deje de verme las  uñas para hablar - Pero debiste enviarme cuando te lo pedí pero si no quieres haré cosas peores. 

Ambos nos vimos frente a frente y quiso tocarme pero me aparte - ¿Me odias tanto para arruinar tu vida?

Lo mire con firmeza y aunque era muy joven sabía lo que quería - Dejare de fingir pero es obvio que eres mi última persona favorita y con cada día que pasa te odio más. 

Vi como sus ojos se ponían rojos y no sabía si era de ira o tristeza pero para eso debes tener corazón. - Hagamos una cosa, te concederé este capricho pero con la condición de que seas la heredera que debes ser al volver, dejare que termines de estudiar en Europa ¿de acuerdo?.

Asentí y el plan había funcionado a la perfección, logré que mandara a Europa. Óscar empaco mis cosas tan rápido que ni me di cuenta cuando mis maletas ya estaban echas, deje escondidas algunas cosas para un futuro. 




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