Los secretos de Ariadna.

CAPITULO 5

Ariadna.

Acababa de volver de pagar el favor de padre, fue algo rápido y sin riesgo, además debía arreglarme porque había quedado de acuerdo con Kleer en ir de compras para una fiesta que íbamos a ir en su casa.

Desafortunadamente en mi salida me tope con el general y le di un saludo de cabeza para no ser del todo grosera — ¿Vas a salir otra vez? — me preguntó.

— Si, volveré pronto porque debo ir a trabajar con mi tío mañana — agarre mi casco y llaves pero sentía que tenía algo más que decirme.

Me voltee y le dio su tablet a su asistente que era igual de perturbador — Déjanos solos y sírveme un trago — le ordeno y como siempre obedeció su voluntad.

— Vi las fotos de ti y ese Geeler ¿Hay algo entre ustedes?

Agarre con más fuerza mi casco para aguantar el coraje que estaba por venir — Somos amigos y se que en las fotos no lo parece, sin embargo, nadie más que tu debería saber que los medios solo dicen lo que les conviene.

— Solo te advierto que no quiero otro escandalo, los Evans deben comportarse a la altura y no quiero que haya otro error como el que cometió tu madre.

Su mirada era la más fría que había conocido pero sin duda podía contra eso — Como sea, la próxima vez me asegurare de acostarme con él en privado — le guiñe el ojo y salí azotando la puerta.

La combinación entre la ira y un vehículo de dos ruedas no es una buena combinación, acelere tanto que casi choco con un auto, así que baje la velocidad pero llegue a tiempo con Kleer.

— ¿Lista? — me preguntó y asentí con la cabeza. Me llevo a la tienda de que tanto me hablaba y creí que sería de las de lujos pero era de ropa usada.

— ¿Con que frecuencia vienes aquí? — pregunté mientras veía algo que me gustara.

— A menudo, en especial cuando hago fiestas porque me encanta arreglar esta ropa uh... — me mostró un a blusa con cuello de tortuga.

— Es bonita pero... — señale el cuello de tortuga — Creo que se vería bien sin esto.

— Concuerdo, quedaría bien para la fiesta y la arreglare para ti, te verás genial.

Seguimos viendo ropa y nos probamos varias cosas, incluso nos tomamos fotos y llegó el momento de ir a comer algo pero sentía que alguien nos seguía desde hace rato. Para poder comprobarlo saque mi espejo de maquillaje y mire por encima de mi hombro, había un hombre de aspecto grueso con capucha y gorro negro pero se dio cuenta y desapareció entre la gente.

— ¿Y que quieres comer? — me preguntó Kleer.

— Lo que sea esta bien pero debería ser rápido.

Fuimos a comer unos tacos y me contó sobre su experiencia en Italia, yo le conté casi todo de mi vida allá, incluso ella sabía algo de italiano pero no tanto como yo, ya que era un requerimiento para entrar a los Rinaldi.

Nuestra platica fue escalando profundidad ya que comenzamos hablar de algo más intimo, como lo era la familia.

— Hace un tiempo tuve un problema con las drogas — me comenzaba a relatar Kleer y yo le presté mi total atención.

Su mirada se había vuelto triste y me mostró unas fotos de ella, de cuando tenía el pelo largo — La presión que tenía de mi padre era demasiada y comencé con algo leve y debes en cuando pero luego necesitaba de algo más fuerte y todos los días.

— ¿Por qué me cuentas esto? — la interrumpí porque esa clase de historias se las cuentas a personas cercanas a ti y a penas nos conocíamos.

Me tomó la mano sobre la mesa y cambio de foto en su teléfono para mostrarme una donde estaba con Adrián. — Por él, Adrián ya ha vivido lo peor conmigo, vio el infierno que tuve que pasar para rehabilitarme pero nunca me dejo.

Las palabras se habían atorado en mi boca y se habían ido a mi garganta hasta terminar en mi estomago. — Entiendo... ¿Y como llevas tu vida ahora? — traté de cambiar de tema.

— Chequeos médicos, mucha terapia y apoyo de mi familia excepto de mi padre, es una lucha constante pero... no cambies de tema... ¿Te gusta Adrián?

Creo que volví a sonrojarme, incluso me atore con mi saliva — Que directa — murmuré — Mira la hora — dije para salir de esa incomoda situación pero ella me agarró de la muñeca con fuerza y me miro de una manera siniestra, Adrián tenía razón, era un poco molesta y malvada.

¿Cómo es que una persona pequeña tenía tanta fuerza?

— ¿Me sueltas? — pedí de una manera amable.

— Lo lamentó, es que detestó la demora y yo podría acercarlos, soy la persona más cercana a él.

Era momento de ser sincera — Me gusta pero yo no soy adecuada para él, se que quieres suavizarlo con tu historia pero yo también tengo una lucha constante y si se involucra podría salir lastimado.

— Solo escuche que te gusta y eso es suficiente — se puso de pie de un salto — Créeme, Adrián puede con todo.

No solo era molesta, sino terca, se parece a mi. De camino al estacionamiento veníamos distraídas hablando de la fiesta que no me di cuenta hasta que estuve subida en mi moto que había un auto con placa extranjera y se parecía a los de Donatello.

Debió de ver las fotos y ahora debió mandar a seguirme. Prendí mi moto y comenzó a seguirme pero yo fui mas rápida para llevarlo por un túnel, no me perdían el paso así que era momento de enseñarles que tan loca era la idea de vigilarme. Seguí conduciendo hasta que estuvimos en una carretera donde no iba haber muchos heridos.

Me di la vuelta en U y el auto estaba unos diez metros lejos de mi, intercambie miradas con los dos que iban en el auto. Hice sonar el motor y arranque con dirección al auto, ellos hicieron lo mismo, yo no iba frenar y parecía que ellos tampoco pero ha último momento se hicieron a un lado, lo que provoco que chocaran con un poste de luz.

Volví a dar la vuelta en U y uno de ellos salió con mucha dificultad mostrando su cabeza sangrante.

Me baje de la moto y me agache pero ya que comenzaba haber testigos debía actuar preocupada — ¡Llamen al 911! — le grité a los curiosos.




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