Los secretos de Ariadna.

CAPITULO 7 II

Adrián.
En cuanto regresamos a casa me refugie en los brazos de mi madre por el gran susto que nos habíamos llevado.

Tenía miedo de salir y que me dispararán o que me secuestraran o que le hicieran algo a mi familia.

¿Porque nos atacaron? ¿Acaso mi papá estaba metido en algún crimen? ¿Él era un criminal?

No, no Adrián, tu padre es una buena persona. Pensé.

Pero si éramos buenas personas ¿Por qué nos atacaban? ¿Que mal hemos hecho?. Sin embargo mi padre no respondió ninguna de mis preguntas, ni ahora, ni antes en España.

¿Que me estás ocultando? Creí que debíamos ser transparentes pero parece que no, hay un secreto que no quiere decirme. Tal vez sea porque entre en pánico después del ataque.

Tal vez, mi padre no crea que sea lo suficientemente fuerte para manejarlo y estaba en su razón. No podía descansar porque mi cabeza me atormentaba con todos esos pensamientos.

Por otro lado, no dormi nada esa noche porque trataba de recordar la conversación que mi papá tuvo con uno de esos hombres que nos rescataron.

Hablaban, lo creo que era Italiano y no era tan difícil de entender. Había entendido "proteger" "mejor" y "Jóvenes". Mi italiano es pésimo.

Sin embargo, no podía olvidar el nombre " Rinaldi". Creo que lo hbaia escuchado antes pero no sé de dónde, así que me puse a investigar para matar al insomnio que tenía.

Ariadna.
Sabia que las cosas no iban a mejorar pero no sabia que empeorarían aún más.

Oscar y yo volvimos de España después que los Geeler y me sorprendió la facilidad con la que mi tío acepto que viajará.

Al regresar supe el porque. A las afueras de la casa del tío Ben estaba el auto donde siempre iba el general. Sentí un escalofrío recorriendome la espina.

— Tranquila — me pidió Oscar.

Entre con todo mi valor y lo vi sentado en la mesa del comedor con otros dos hombres y el tío Ben. — ¿Qué pasa? — pregunté firmemente al ver papeles sobre la mesa.

— Ella no se ira contigo, se queda aquí y al demonio lo que digan los papeles — dijo el tío Ben y se puso de pie empujando la silla hacia atrás.

— Esa niña esta a mi cargo y se ira conmigo quieras o no.

— Ella...

— No soy una niña — interrumpí al tío Ben — Soy una mujer, estoy harta de que quieran tomar decisiones por mi y que busquen protegerme con eso, lo odio, no me iré contigo, prefiero morir antes que vivir contigo porque... porque... — sentí una gran opresión en mi pecho — ¡Tu mataste a mi mamá! ¡Tu me la quitaste!

— ¿De que hablas? — todos me miraron consternados y Óscar quiso contenerme con sostener mi mano, pero no podía más, sentía que iba ha explotar.

Fue entonces cuando comenzaron a caer varias lagrimas por mi rostro y lanze mi maleta de mano a su asistente que no me quitaba la mano de encima.

— Yo estuve ahí, yo tuve el cuerpo de mi mamá en mis brazos, su cuerpo frío y tieso con las muñecas cortadas — mire a mi tío y tenía los ojos rojos al igual que el general. — Ustedes no lo saben, pero dejo una carta que manche con su sangre porque la leí después de que quise salir a pedir ayuda a pesar de que ya era tarde.

— Basta... — proclamó el general y su asistente camino hacia mi con grandes pasos pero Oscar se puso en frente como un muro.

Yo seguí con lo mío — En esa carta decía que su vida se había acabado en cuanto nació en esta maldita familia, que hubiera preferido nacer en la miseria antes de ser hija de un ambicioso y avaro padre que solo la usaba y que... — en mi garganta se hizo un nudo que no pude aguantar más — Y que... que ¡abuso de ella!

Sentí como el mundo de mi tío se caía cuando vi su rostro pálido y agarro al general por la solapa de su saco pero su asistente intervino.

— ¿Comó puedes tener la conciencia tranquila? ¡Maldito! ¡Mi hermana esta muerta por tu culpa!

— ¿Cómo puedes creerle a esta bastarda? soy tu padre — se defendió mientras su asistente lo protegía.

El tío lo esquivo y lo golpeó en la cara — ¡Cállate! yo no soy el hijo de un monstruo como tu, ahora entiendo porque ella se quedo contigo, te tenía miedo y claro, le creo a mi sobrina porque ella es la única razón de que este aquí.

Mientras ellos discutían yo me surmegi en una pena y no dejaba de llorar pero mi tío me saco de ese transe cuando me abrazo — ¡Lárgate de mi casa! No te quiero volver a ver Patrick y si me entero que le hiciste algo a ella no te la vas a acabar.

— No me importa — exclamó el general que nos lanzo los papeles sobre que el era mi tutor legal. — Ariadna y yo tenemos un trato, te largaste a estudiar a Europa y ahora deberás ser una digna...

— Ni siquiera te atrevas, abuelo — dijo Oscar interrumpiendolo.

— ¿Tu qué? Si no fueras el hijo de otro bastardo hubieras sido mi heredero — yo no podía más y abrace a mi tío con más fuerza.

Oscar lo fulmino con la mirada y se notaba por los músculos de su cuerpo que estaba tenso.

— Estás tan solo que no importa lo que haga Aria, seguirá siendo tu heredera porque esta imitación de hombre a tu lado no es lo suficiente para que encajes tus uñas en el ¿Verdad? — su asistente quiso golpear a Óscar pero el le doblo el brazo hacia la espalda y lo saco de la casa.

— Aria no se va de aquí y no te atrevas a traer a la policía o soy capaz de ir a los medios y contar todo.

El general nos dió una última mirada antes de marcharse de la casa. Un punto débil del general era la opinión pública, ante todos era un santo pero era un lobo vestido de oveja.

Subí a mi cuarto y con lágrimas en los ojos, le enseñe la carta a mi tío. Nunca lo había visto tan vulnerable como ahora y le pidió perdón a mi mamá por no haberlo sabido.

— ¿Por eso insististe tanto para irte a Europa? — preguntó de rodillas en el piso.

Me remoje los labios y seque mis lágrimas — Temía que pudiera hacerme lo mismo y por eso hice todo lo posible para que me enviara lejos.




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