Los secretos de Fos

Hades III

Después de aquello, yo guie a la chica por el buen camino, en busca de que no la maten en un futuro (Por que se muere, claro está) pero la maldita mocosa no cooperaba. Estaba demasiado acostumbrada a la buena vida y a ser una perra, para variar.

De por sí, jamás aguante a los malcriados así que las ganas de ahorcarla abundaban.

El primer paso fue corregir sus hábitos alimentarios y el cómo trataba a la gente por debajo de ella. 

— ¿Qué diablos es esto? ¿De verdad esperas que yo coma algo como esto? ¡Se ve horrible!— Dijo la chica con una mueca molesta en el rostro mientras su dama de compañía se mantenía con la cabeza baja, recibiendo el regaño sin decir nada.

Yo tampoco entendía la gastronomía del mundo pero estaba seguro de que esa comida se podía usar para regenerar vida por lo que debía ser… Nutritiva, quizá.

Le di un zape tan tremendo que me hubiera dolido hasta a mí.  

— ¡¿Qué te pasa?!— Preguntó Ceres con molestia mientras sobaba su cabeza.

— ¡No sea tan grosera, mi señora, sea más agradecida con lo que le dan!— En realidad yo recordaba que esa dama de compañía era clave para la derrota de Ceres en el futuro así que debía ser mejor persona con ella. Ganársela.

—Pero yo…

—Pero nada…— Me cruce de brazos mostrándome un tanto molesto— Esta mujer te cocina todos los días, te cuida y te peina, lava tu ropa y cumple todos tus caprichos ¿Y tú no le agradeces de ninguna forma? Esta comida fue cocinada por ella y traída por gente que trabajo muy duro ¡Discúlpate con ella y come su comida!

—Pero soy…

—No eres nadie, esta gente ha vivido contigo toda tu vida ¿De verdad crees que les haga bien verte volverte una mujer tan oscura, maleducada? Pero sobre todo, pensar que han trabajado tan duro para que no puedas ni siquiera apreciarlos. 

Ceres bajo la vista, meditando un poco y miro a la mujer con cierta vergüenza, como recordando todo lo que había hecho por ella de más joven. Tenía sentido ya que ella había vivido toda su vida sola con la única compañía de esa mujer y su hermano, a veces.

—Lo siento…

—N-no debe disculparse, mi señora, yo…— La mujer había escuchado el regaño que yo le di a Ceres pero no dijo nada por respeto.

—Solo acepta las disculpas, rayos— La chica se sentó para comenzar a comer. Su rostro cambio en cuanto probo la comida— Supongo que solo se ve mal, bien, lo aceptare esta vez pero para la próxima podrías no ocupar los pimientos, no los aguanto y busca algo que se vea más bonito visualmente ¡Y tú tampoco me harás comerlos!

Levante las manos con un gesto de despreocupación cuando me apunto con un cuchillo al decir lo último.

Era una mocosa pero no era tonta y era consciente de que esa mujer siempre la cuidaba, que siempre estaba con ella, así que fue más fácil conmoverla con algunas palabras, aun así, a veces volvía a sus viejas costumbres.

De todos modos la chica era bastante dócil en general, algo raro ya que en juego jamás fue así. Me escuchaba más de lo que esperaba.  

La mocosa no había preguntado del porqué de la reeducación, ni la noto, lo que me beneficiaba. No sabía cómo me vería o cómo reaccionaría cuando le dijera que soy de otro mundo donde su historia es un videojuego donde muere.

De todos modos funciono, en parte, ahora era más amable con las personas pero seguía siendo bastante autoritaria aunque solo con las personas que no la conocían lo que en general no me parecía tan malo.

La única que cuestiono mi actuar fue su mejor amiga, Cleo pero al final término dándose cuenta de que era mejor así. A ella le gustaba más la Ceres de ahora.

En el juego ambas son inseparables pero porque Ceres era casi su dueña así que ahora que la trataba más como una amiga, ella se veía más contenta.

Ceres se quejaba por todo, cosa que fui ayudando a cambiar, era floja, cosa que también ayude a cambiar argumentando que mi poder no le serviría si era débil pero sobre todo, era cruel, cosa que no podía cambiar, pero al menos, ahora pensaba antes de condenar a alguien o de decir algo hiriente.

Quizá cruel es una palabra fea pero era muy dura con sus palabras, no se guardaba nada pero bueno, supongo que eso no puedo cambiarlo, la gente tendrá que quererla así.

Si hablamos de la actualidad, seguía siendo una malcriada, una irresponsable, desordenada pero ahora agradecía los favores y no te colgaba por los errores, lo que significaba que reconocía a la gente como humanas.

—Martha, podrías quitar la cosa negra— Ceres señalo su plato, haciendo una mueca— Sabe raro...

—Si señorita…— Martha era su dama de compañía, para quedar claros.

Era una mujer de cabellos castaños largos, era de unos veintiocho años, algo llenita de amor, con labios delgados, nariz respingada, mejillas grandes y ojos de color negro. Sus pestañas eran muy grandes.

—Es que de verdad no me gusto como sabe— Admitió la chica, haciendo una mueca con cierta vergüenza.

—Yo me lo como, tranquila— Cleo impido que Martha se lo llevara y lo tomo en su propio plato— Mañana entraremos a la academia y Martha ya no podrá venir con nosotras así que tendrás que comer lo que haya en el menú.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.