— ¿Segura que quieres quedarte? Es nuestro último día en casa y no podrás ver a tus padres en un largo tiempo. Creo— Comencé mirando hacia Cleo quien estaba acostada en una cama sobre la mía. En realidad no la miraba pero la idea se entendía ¿No?
Hades la creo para momentos como ese, donde ella se quedaba en mi casa. Nos turnábamos pero acá entre nos las alturas me aterraban.
—Mis padres están en un viaje de negocios, no habrá nadie en casa de cualquier forma. Mi dama de compañía está de vacaciones— Dijo Cleo. Se escuchaba melancólica, triste pero debido a que no podía verla, no podía confirmarlo.
—Entonces estamos igual…— La familia de Cleo se dedicaba al comercio de telas finas y pese a que estaban más presentes que mis padres, aún viajaban mucho.
Hades no lo entendía pero la tela fina era diferente a la tela normal y no importaba cuanto se lo explicara.
—Al menos tú puedes hablar con Martha…
—Buen punto…— De hecho, sospechaba que era la única que me extrañaría ahí.
Ambas nos quedamos en silencio.
—Supongo que estoy un poco asustada de entrar, no debería pero… No puedo evitarlo— Admitió Cleo.
—Te entiendo, me siento igual…— Le dije, soltando un largo suspiro.
— ¿Tu? Imposible… ¿No lo recuerdas? ¿Cuándo nos secuestraron?— Hablo Cleo sorprendiéndome un poco por el tema. La verdad es que yo prefería olvidarlo a sobremanera— ¡Estaba aterrada pero tú nos salvaste a las dos de tipos más fuertes y grandes!
—No fue para tanto, la verdad yo también estaba aterrada ¡Llore a moco tendido cuando nos encontraron en el bosque! ¿No lo olvidas?— Le respondí haciendo una mueca al recordarlo.
—Aun así, actuaste y nos salvaste— Dijo la chica asomando su cabeza— Todo el camino que me arrastraste privada llorando tu no lloraste… No creo que te cueste tanto trabajo ir a una academia después de eso.
— ¿De verdad? No lo recuerdo así— Le dije un poco avergonzada. Muy en el fondo no pude evitar sonreír un poco ante sus cumplidos ¿De verdad fui tan genial? Bueno, quizá un poco.
Ese día nos secuestraron cuando íbamos de regreso de la ciudad hacia mi casa ¿O era a casa de ella? La verdad es que no lo recuerdo muy bien.
Mientras la familia de Cleo comercia con telas, mi familia comercia con diamante así que pertenezco a una de las familias más ricas del reino. Muchos dicen que podría ser más que las riquezas de la familia real pero no lo sé. Lo importante es que podía conseguir lo que quisiera muy fácil y era lo único que me importaba.
Regresando al tema ¿Dos niñas de once años, hijas de peces gordos en un carruaje poco vigilado? Como quitarle un dulce a un bebé.
Una frase aterradora que aprendí de Hades ¡Quitarle dulces a los bebés es horrible! Espero que él mismo no lo haya hecho antes.
Pero claro que así de horrible fue el secuestro.
Nuestro carruaje se detuvo de forma brusca, pudiendo solo escuchar el sonido de un disparo y de algo cayendo de forma ruidosa. Tanto la dama de compañía de Cleo como Martha se alertaron al instante.
— ¿Qué?— Mi corazón latía muy rápido cuando el sonido de voces y pasos se escucharon de fuera de la carreta, entonces un par de hombres entraron y nos apuntaron con sus armas de fuego como si nada.
Uno era un tipo calvo, alto, con tatuajes, con un chaleco que dejaba ver sus músculos y su cuerpo lleno de cicatrices, nada estético, además de una expresión de locura que denotaba peligro. No recuerdo su rostro pero debía ser horrible.
El otro vestía ropa un poco más normal, al menos más parecida a la que usaría gente de baja cuna, una playera blanca, un chaleco gris y unos pantalones negros. Tampoco recuerdo su rostro pero seguro era tan aterrador como el primero.
—Daremos un paseo, niñas…
Yo quería gritar y llorar pero mi cuerpo se congelo. Estaba aterrada, sentía mi cuerpo temblar mucho y solo pensar en el arma que tenían me provocaba nauseas ¿De verdad iba a morir? Entonces yo…
—Tranquila, todo está bien— Me dijo Hades, acariciando mi cabeza, lo que no me tranquilizo del todo pero al menos me ayudo a regresar a la realidad— Haz lo que te piden de momento.
— ¡Y ya tienen ser mágico! ¡Nos ganamos la lotería! ¡Si no las salvan, podremos venderlas a un gran precio como esclavas mágicas!— Dijo el hombre pelón tomando mi mano y tomando a Cleo que estaba llorando de forma ruidosa y nos arrastró a fuera del carruaje donde nos arrojó contra el suelo de forma brusca.
— ¡Por favor, déjanos!— Dije yo un poco brusca pero con lágrimas cayendo por mi rostro. Estaba aterrada, mucho, quería hurí y correr muy lejos, quería gritar y tratar de resistirme pero mi cuerpo aún estaba entumecido y me dolía.
—Las dejaremos ir cuando terminemos con ustedes, de momento, quizá también podamos vender su ropa, seguro es muy cara— Dijo el hombre relamiéndose los labios, lo que me causo un estremecimiento.
—No digas más, lo mataremos después— Dijo Hades un segundo después, volviendo a tocar mi cabeza para tranquilizarme.
—Palabras valientes, niña— Dijo el hombre apuntándome directamente a la cabeza, lo que me hizo querer gritar pero el que Hades me sujetara con la cola el cuello de alguna forma evito que gritara. Era su señal para tranquilizarme, creo. Quería creer que de verdad estaríamos bien y que él me cuidaría— Súbanlas al otro carro ¡Nos vamos! Ustedes, si quieren salvarlas, tienen nuestro número.