A veces me odio a mí misma.
Hades muchas veces me ha dicho que soy desagradable y es verdad, soy una cobarde, solo tomo las riendas de las cosas cuando tengo a Hades o a C leo conmigo, mientras tanto, soy egoísta, maleducada y una total tarada.
Hades me ha ayudado con eso pero es verdad que no puedo dejar mis viejas mañas.
Mamá y papá (Aunque este me aterrara) me criaron como una princesa y en gran medida lo soy, así que todo lo que pedía, se me daba y si quería eliminar a alguien pasaba sin explicaciones. Llegue a despedir a mucha gente debido a eso y seguro arruine la vida de otros tantos debido a berrinches sin razón.
En general no me importaba hasta que llego Hades y comenzó a regañarme constantemente.
La cosa aquí es que mis mañas de niña rica no desaparecían, yo aún lo era y él que llegaran a menospreciarme sin razón me molestaba porque mi familia me decía que era de las mejores. Yo lo creía completamente.
Incluso cuando lo hizo el príncipe no voy a negar que me sentí molesta pero nerviosa ya que era el príncipe ¿De verdad podría yo alzar la voz contra el poder más grande del reino de Fos?
Y cuando Hades me tranquilizo, mi lado más orgulloso salió a flote.
Si, Hades era bueno para mí pero a veces gracias a él tomaba valor en los momentos menos oportunos.
—Le dije que saldríamos bien parados al final— La cara de Hades era imposible de descifrar porque era un mapache rojo aunque siempre decía que no lo era.
— ¿Por qué siempre pareces tan confiado? ¿No tienes miedo?— Pregunté haciendo una mueca, mirándolo sobre mi cabeza mientras estaba acostada sobre la cama, meditando sobre ese día— Yo estaba un poco… asustada.
— ¿Por qué tenerle miedo a gente más débil que nosotros?— Hades ni se movió— Mientras estemos juntos, estaremos bien, siempre ha sido así ¿No? Tenga más confianza en sus habilidades y en las mías.
—Lo hago pero…
—Entonces no lo pienses mucho, no te obligaré a nada, tal como paso hace rato, brillamos porque cooperamos, eso es lo importante— Dijo Hades tocando mi cabeza con cariño— Ahora descansa, que mañana tienes clase.
Asentí y cerré los ojos.
—Eres una niña estúpida ¿No tienes ojos? Mira que arruinar mi vestido con tu suciedad— Dije de mala gana, mirando a aquella chica de hermosos cabellos blancos que estaba tirada en el suelo frente a mí— No entiendo las ganas de la escuela de meter a gente como tu pero no puedo hacer nada... De momento.
—Y-yo lo…— Comenzó la chica pero yo la patee en el suelo.
— ¡Cierra la boca! ¡Aléjate de mí vista si no quieres morir!— Le advertí.
Esa definitivamente no era yo pero no pude hacer nada para detenerme.
— ¡¿Otras vez tú?!— Pregunte mirando a la chica de cabellos blancos que acaba de chocar contra el príncipe— ¿No sabes hacer otra cosa más que causar problemas, tarada? ¿No cree usted lo mismo, príncipe?
—Es verdad, ten más cuidado, plebeya…— Le dijo Aquiles con un tono seco.
La chica se fue corriendo mientras yo no podía evitar sentir asco pero no sé si por mi o por ella.
Cuando la imagen cambio, me encontré muerta en las manos de Aquiles, lo que me aterro.
Abrí mis ojos con el pecho subiendo y bajando con irregularidad. Me dolía, como si tuviera la espada de Aquiles en el pecho ¿Qué clase de sueño fue ese? Me sentía hasta mareada y con nauseas.
— ¿Está bien?— Hades apareció a mi lado y me toco la mejilla.
De alguna forma, eso me relajo.
—Sí, solo… Tuve un mal sueño.
— ¿Una pesadilla?— Me miro con atención— Ya veo, ya veo…
—Creo que sí pero solo podía ser una pesadilla, al fin y al cabo son cosas que ya pasaron— Dije, esbozando una débil sonrisa— Como sea ¿Qué hora es? Tenemos que ir a clase.
—Ah, las once…
— ¡Las clases inician en veinte minutos!— Grite y me levante muy rápido, corriendo hacia mi armario para tomar mis cosas y arreglarme lo más rápido posible— ¿Por qué no me levantaste? ¿Y por qué no me levanto Cleo?
—Lo siento, lo siento— Hades se disculpó— Aun no me acostumbro a este horario, pensé que entrabas a las doce, yo hubiera preferido que entraras a las siete, y salgas más temprano pero bueno…
—Esto es muy temprano. Nadie en su sano juicio se despertaría a esa hora— Le mire de mala gana.
—Sí, claro…— Hades no parecía inmutarse.
—Como sea, ya vámonos— Dije, haciéndome una cola de caballo, aunque algo descuidada pues tenía algunos mechones cayendo alrededor de mi rostro— Hades, ayúdame, hazme un peinado rápido.
—A sus órdenes— Hades asintió con una sonrisa.
No sabía cuál era su asunto con mi cabello pero era bastante útil en estos casos.