Esta mañana, las prácticas mágicas comenzarían oficialmente pero hasta donde yo recordaba, Ceres no enfrentaba ningún problema, de hecho, ahora mismo siento lastima por Artemisa que tendría que enfrentarse al profesor Cicero Antonio, el conservador más conservador del mundo.
Llevaban el uniforme de deportes que curiosamente era muy parecido al que yo había creado basándome en los uniforme de deporte de las escuelas japonesas, aunque este constaba de un pantalón negro con una playera de manga corta blanca.
Vamos, más sencillos y con menos gusto que él mío. El rojo le quedaba bien a Ceres, no el negro pero no podía hacer mucho.
— ¿Ya están todos?— Preguntó el profesor Cicero, un tipo de cabellos blancos cortos, de labios gruesos, nariz respingada, una barba bien recortada y unos ojos de color negro profundos. Era delgado pero con figura que se notaba en ese uniforme, el mismo pero en azul y con una chaqueta— Ya veo, ya veo, bueno ¿Por qué no comenzamos con las armas mágicas?
Note que miro directamente a Ceres, quien estaba distraída hablando con Cleo del desayuno.
Llame su atención, dándole toques en la cabeza pero ya era tarde.
Cicero se había acercado a Ceres quien regreso la vista hacia él con cierto nerviosismo.
Finalmente pude ver a su ser mágico, un camaleón verde con los ojos saltones, uno mirándome a mí y otro a Ceres. Me dio ñañaras este, tanto que no pude evitar hacer una mueca.
—Está bien que este adelantada, señorita Bianchi pero debería dejar que el resto, viles mortales, puedan poner atención ¿No está de acuerdo?— Cicero le miró fijamente— No se crea especial, señorita…
—Disculpe— Ceres asintió, apretando los labios.
Note que el príncipe se rio un poco, lo que molesto.
— ¿O quiere dar la clase usted, eh, señorita?— Pregunto el hombre, mantenido la vista fija.
—No, lo siento— Ceres mantuvo la vista baja.
—Me alegra, me alegra, bueno, el resto, aquellos que no sepan hacer el hechizo de unión para arma deberían poner atención porque es la lección más importante para los de primero y tomando en cuenta los juegos que se harán a medio año, deben practicar. Deben estar listos— Aseguro Cicero— Vayamos a la técnica que la teoría aburre, solo concéntrense y obliguen a su ser mágico a ser un arma, visualícenla, no vean un arma específica, sino solo piensen en la violencia que quieren desatar o por el contrario, en la defensa si no se creen aptos para el combate, aquí se trata de ver tu tipo de magia, algunos no generan armas porque su ser mágico no es de combate, otros sí pero para eso ya debieron doblegar a sus ser mágico.
Ceres apretó los labios.
— ¿Qué pasa?— Pregunté, mirándola.
—Tú me dijiste que era mejor tener ambos, tu y yo, visualizadas las armas para poder hacer una unión real ¿No?— Ceres me miro hacia arriba.
—Lo piensa mucho, no olvide que usted y yo tenemos un contrato especial— Le tranquilice tocando su cabeza— Al confiar el uno en el otro podemos alcanzar nuestro mejor potencial pero todos los seres mágicos, fuera de mí, son casi como esclavos. No vale la pena hablar de eso.
—Es verdad que eres un ser mágico horrible pero no te considero un esclavo…
—Lo sé y lo agradezco, yo tampoco me considero uno… Debería darle ese consejo a Cleo, le servirá— Dije, encogiéndome de hombros— Aunque no sé cómo lo tome Leonardo.
—Sí, lo sé, me dijiste que el mayor problema eran los seres mágicos incluso más que la gente conservadora— Acepto Ceres aunque ella misma era una.
La verdad es que no sé en qué punto la humanidad decidió tratar a los seres mágicos como esclavos en lugar de compañeros pero por la arrogancia del humano, ni me sorprende que llegaran a este punto.
El poder no corrompe, solo deja en claro la verdadera naturaleza del hombre.
Que profundo pero la cosa es que si obligas al otro, solo limitas tanto tu capacidad como la del ser mágico. Todos obtendrán solo un arma pero Ceres y yo ya tenemos tres.
Ceres hizo lo que le recomendé y solo me gane una mirada rara de Leonardo, aun así, era lo mejor.
Note que Artemisa estaba hablando con su ser mágico con tranquilidad.
Espera un segundo, era a ella a quien debían molestar ¿Por qué Cicero decidió molestar a Ceres en lugar de a la chica de baja cuna? No es que quiera que pase, no soy tan malo pero ¿No era un evento canon?
Después de un rato que Ceres no hizo nada y que miraba a Cleo practicar, Artemisa se acercó a ella con cierto nerviosismo. Su ser mágico me miraba con atención, como tratando de descifrarme con la mirada.
Pero era aterradora ¿Algunas vez un oso los ha visto como si quisiera cazarlos? A mí tampoco me había pasado.
Seguramente su ser mágico, Zeus, ya le conto que soy también un administrador ya que solo un administrador ubica a otro.
Lo peor de todo es que solo se acercaron, no dijeron nada. Fue raro.
Después de aquello, el día prosiguió como si nada pasara, al menos hasta que nos encontramos con quien no queríamos encontrarnos y en los pasillos rumbo al salón de los héroes.