—Si no te molesta, quiero recompensarte— Artemisa tomo mi manga tras un rato más de avanzar lo más lejos que podíamos del restaurante. Ese fue un gesto adorable, curiosamente— Conozco un lugar que podría gustarte… Quizá.
—Lo que sea está bien, mientras no tenga pimientos— Acepte haciendo una mueca.
—Ah, no te preocupes no los tendrá si así lo quieres— La chica negó con la cabeza y comenzó a caminar por la ciudad mientras yo le seguía de cerca. La verdad es que me sentía un poco tonta porque ella se movía con mucha más libertad que yo.
La verdad es que pese a que venía de vez en cuando, no era suficiente.
Por poco choco dos veces con un letrero gris que indicaba las calles.
La chica saludo a algunas personas como si nada y yo hice lo mismo torpemente pero estos me miraron raro lo que me sonrojo y me cohibió.
Avanzamos por otras calles y casi comenzaba a pensar que me iba a secuestrar hasta que llegamos a un pequeño restaurante pintado de color blanco con lo que parecían rectángulos de colores. No quería decir que era de mal gusto así que solo lo pensé un poco y mire a Artemisa quien entro como si nada.
—Vine, mamá— Saludo.
¿Mamá? ¿Este lugar era de su familia? Me sentí tímida pero la seguí porque no tenía idea de cómo regresar. Que tonta era.
—Hola, Artemisa, querida, pequeño Zeus.
La mujer era de cabellos blancos como su hija, de ojos oscuros brillantes, tez clara, labios delgados y algunas arrugas en sus ojos. Era más baja de la misma Artemisa y era delgada pese a todo. Vestía una blusa blanca y unos pantalones negros y sobre estos, un babero negro también con el nombre de la cafetería: Cacería.
—Buenas tardes, señorita— Saludo Zeus.
Yo entre detrás, recibiendo la mirada de su mamá quien parecía sorprendida de verme ¿Me conocía? Claro, todos lo hacían y entonces note que no había mucha gente pero todos me miraban como la señora. Bueno, es normal que me conozcan.
— ¿Es amiga tuya?— Preguntó su mamá hacia Artemisa quien miraba el lugar con añoranza.
—Ah, lo siento— Artemisa se sonrojo y se acercó a mí— Esta es Ceres Bianchi, es una compañera de la escuela y su ser mágico, Hades.
—Un gusto— Saludo Hades.
— ¿Eh? Ah sí, un gusto conocerla— Hice una reverencia.
—El gusto es mío, querida— La mujer hizo una reverencia— Yo soy Dione, la madre de esta despistada.
—Perdón, es que hace tiempo que no veía el restaurante y me quede mirándolo— Le dijo.
—Te fuiste hace una semana— Señalo su mamá.
—Me ha parecido mucho más tiempo— La chica sonrió con amplitud. No iba a negar que se veía mucho más bonita en ese momento ¿Por qué no sonreía más en clase? Seguro muchos estarían tras ella.
Entonces caí en cuenta— ¿Eres la primera…? Quiero decir ¿La primera en tu familia con un ser mágico?
Artemisa miro a su mamá con nerviosismo pero luego asintió.
—Papá tampoco tiene uno, por cierto ¿Dónde está?— Preguntó Artemisa.
—Fue por materiales— La mujer miro a su hija con atención— No me molesta que estés aquí pero ¿Qué ocurre? Trajiste a tu amiga todo el camino hasta aquí.
—Tampoco esta tan lejos— Dije, demasiado acostumbrada al ejercicio.
—Le prometí una comida y no hay mejor lugar que este, creo— Dijo Artemisa acercándose a mí— Mi mamá hace platillos deliciosos ¿Qué te parece el pastel de carne? ¡Seguro te encanta!
Definitivamente debía sonreír más.
—Está bien, lo que sea está bien solo no…
—Lo sé, el plato no tiene pimientos— Artemisa me arrastro hasta una mesa.
— ¿Estas segura de que es un buen lugar? No es que no te queramos recibir pero bueno sé si sea suficiente para usted— Su mamá aun parecía temerosa.
—No se preocupe, está bien— Le tranquilice apretando los labios ¿Por qué en todos lados era igual? De todos modos ella no estaba siendo grosera y la verdad es que el hecho de que estuviera más vacío me gustaba más.
—Te gustará— Artemisa me dijo que me sentara y fue corriendo a la cocina con su mamá.
Solo uno de los comensales me miro sorprendido.
—Supongo que ir entre la clase alta y la baja es tan raro para todos— Dijo Zeus que se quedó a mi lado.
—Sí, creo que sí pero que molesta, al final todos somos iguales, todos debemos comer ¿O no? Aunque supongo que no todos lo verán de esa forma, como sea…— Dije en voz alta y tome a Zeus, quien no se mostró reacio a eso— ¡Eres adorable, Zeus!
—Muchas gracias, señorita— Zeus se dejó apapachar.
— ¿Señorita?— Preguntó Hades.
—Tú también lo eres pero no me dejas apapacharte en público…
—Tampoco tenías que decirlo— Dijo mi ser mágico dándome palmaditas en la cabeza.
—Son realmente peculiares— Admitió Zeus mirándonos— Me alegra que Artemisa tenga una amiga como usted, de verdad le hacen falta y espero poder llegar a ser tu amigo, Hades.