— ¿Estás bien?— Preguntó Zeus mirándome desde arriba.
—Aun me duele el cuerpo— Dije irguiéndome, solo para hacer una mueca de dolor. Me dolía la espalda tras el último impacto por lo que un dolor punzante me recorrió toda la columna vertebral. Tuve que volver a acostarme.
—Está bien, está bien, mejor recuéstate— Zeus me acaricio la cabeza.
— ¡No!— Grito Cleo desde la cama contraria, lo que me hizo saltar un poco por la sorpresa.
— ¡¿Estás bien?!— Le pregunte, irguiéndome de nuevo muy rápido lo que me hizo doblarme ahí mismo.
— ¡No hagas eso!— Me regaño Zeus pero ya no podía hacer nada.
—Lo siento, estaba discutiendo con Leo— Cleo se puso de pie para acercarse a mí con una mueca preocupada— No deberías moverte tan bruscamente. Lo siento de verdad, mejor te ayudo.
—Lo siento, joven Artemisa— Se disculpó el pandita que tenía flotando a su lado.
Cleo me ayudo a recostarme de nuevo.
—Está bien, creo que no estoy acostumbrada a ver a tanta gente a mi alrededor hablando tan abiertamente con sus seres mágicos— Admití con una leve sonrisa aunque podría parecer más una mueca.
—Sí, Ceres me dijo que es bueno hablar con ellos y al final creo que es mi amigo. No puedo ignorarlo— Me encogí de hombros.
—Me conmueve, señorita— Admitió el pandita limpiando una pequeña lagrima.
—Ya basta— Le dijo Cleo y debido a la poca luz parecía sonrojada— Como sea ¿Necesitas que te traiga algo?
—Tú también estas mal…
—No es verdad, claro que usar más de un clon de pintura me cansa pero no es para tanto, solo requería descansar un poco. La enfermera y Ceres son un poco exageradas— Me dijo sonriéndome de lado.
—Ya veo, me alegro y gracias, estoy bien— Le dije para tranquilizarla.
—La verdad es que me gustaría poder ayudar a Ceres— La chica pareció darse cuenta de que lo dijo en voz alta—Ah, lo siento, olvídalo, solo pensé que como hoy, podrían necesitar más ayuda…
—Tranquila, te entiendo, yo también pienso, es demasiado para alumnos de primero… Aunque Ceres parece mucho mayor y peleo de una forma increíble— Le dije rascando mi mejilla.
—Sí, esta medio loca…
Cuando el silencio se formó, no supe sin mencionar aquello sobre Dafne pero ella me dijo que no me metiera así que debía respetarlo. De todas formas no conocía su historia pero debía ser grave para que se sintiera tan culpable.
Cleo se veía agradable en general.
—Ahora que lo dices, yo pensé que se había vuelto loca la primera vez que me sugirió que hablara con mi ser mágico como si fuera mi amigo. Algo de que sabían escuchar y dar buenos consejos— Me dijo mostrándose un poco avergonzada— Mi padre dice que solo son objetos pero que equivocado estaba. Leo se volvió mi mejor amigo con el tiempo.
—Te entiendo— Sonreí un poco— Yo… Bueno, creo que solo comencé a hablar mucho con él y me escuchaba muy atentamente. También se volvió mi mejor amigo. El único que tuve en mucho tiempo.
— ¿De verdad?
—Supongo que sí, nunca fui buena integrándome— Admití avergonzada.
—Creo que yo tampoco— Cleo miro hacia la ventana, hacia la luna, como si recordara cosas amargas— Supongo que por mucho tiempo gracias a eso fui muy manipulable como con mi padre o Dafne…
— ¿Dafne?— Pregunte.
—No, sería injusto echarle la culpa a ella…— Negó varias veces— No importa, ignórame…
Entonces una sombra apareció a nuestro lado, completamente cubierta de negro pero ninguna de nosotras pudo reaccionar a tiempo por lo que Cleo fue golpeada y tumbada contra la pared mientras a mí me apuntaba con un cuchillo a la garganta mientras con su otra mano sostenía una roca pequeña.
—Si te mueves o lo hace tu ser mágico, la matare— Dijo el tipo.
De alguna forma sospeche que no mentía. No sabía que podía hacer con esa roca pero no podía arriesgar a Cleo.
—Vendrán conmigo— Dijo el tipo esbozando una leve sonrisa— Daremos un paseo por el bosque. Drakaina Delphyne quiere conócelas.
— ¿Por qué lo haces…?— Comencé.
—No te preocupes, la olvidaras pronto— Dijo la voz de su ser mágico quien apareció sobre su hombro. Era un ave.