Inefable.
Reiman me mira con una mezcla de confusión y sorpresa, como si no entendiera quién soy o qué hago parada en su puerta a esta hora. Detrás de él, escucho risas y murmullos que vienen de adentro de la casa. Son voces juveniles, probablemente de sus amigos.
El chico que tengo enfrente es alto, su cabello negro está despeinado como si hubiera pasado el día rascándose la cabeza de tanto pensar. Todavía lleva puesto el uniforme de su escuela, aunque está algo arrugado, como si hubiera salido corriendo. Quizás los que están dentro son sus compañeros.
—Reiman, ¿qué quieres ver? —pregunta uno de los chicos desde adentro, su voz alegre, pero no obtiene respuesta. Reiman sigue mirándome de arriba abajo, sus ojos marrones oscuros recorren mi rostro y luego bajan hasta mis pies descalzos. Lo hace tantas veces que empiezo a sentirme pequeña bajo su mirada. Tal vez ni siquiera reconoció mi voz…
La voz en mi cabeza habla otra vez
¿Qué haces? No te quedes ahí parada, dile algo.
Intento hablar, pero las palabras se enredan en mi garganta. Mis labios se mueven, pero no sale ningún sonido. Miro hacia el suelo, buscando algo, lo que sea, que decir.
—Yo… hola —susurro finalmente.
Reiman parpadea, como si mi voz lo hubiera sacado de un trance. Sin decir una palabra, me toma del brazo con brusquedad y me tiró hacia el interior de la casa. Su agarre es firme, casi desesperado.
—Oye, Reiman, ¿qué estás haciendo? —protesto, pero él no responde. Me guía rápidamente a través del pasillo, y veo cómo sus amigos, que antes estaban sentados en el living, bajan la cabeza al vernos pasar. Ninguno dice nada. Es como si mi presencia los incomodara de una manera extraña.
—Reiman…—trato de sacudir mi brazo, pero él sigue sin soltarme.
Sus ojos se cruzan brevemente con los de sus amigos antes de girar la cabeza hacia adelante. Hay algo en su mirada, un destello oscuro que no alcanzo a descifrar.
Me lleva hasta una puerta al final del pasillo, y tras un par de maniobras nerviosas, saca una llave de su bolsillo. La mete en la cerradura, abre la puerta y me empuja dentro de la habitación antes de entrar él también.
La puerta se cierra con un clic detrás de él.
Veo cómo apoya la frente contra la madera, sus hombros suben y bajan mientras suspira pesadamente, como si estuviera liberando toda la tensión acumulada.
—Reiman… ¿qué está pasando? —pregunto, mis ojos recorriendo la habitación. Grandes pantallas parpadean con textos que no entiendo, y un pizarrón en la pared está cubierto de fotos. Me acerco, tratando de distinguir las imágenes, pero Reiman me sujeta de nuevo por el brazo, deteniéndome.
—¿Morana? —su voz tiembla levemente. No lo había escuchado así antes.
—¿Sí? —Mi propio nerviosismo comienza a crecer.
—¿Qué haces aquí? —Sus ojos, oscuros y serios, me miran fijamente. Está esperando una respuesta, una que yo no tengo.
—Me dijiste que viniera contigo… y aquí estoy —contesto, y veo cómo una sombra de confusión se apodera de su rostro.
—¿Cómo llegaste aquí? —pregunta, sus palabras son lentas, como si intentara procesar algo más grande de lo que estoy diciendo.
Vacilo. —No lo sé… Ella me trajo hasta aquí. O él. No estoy segura… Pero me mostró cosas, y… Reiman, creo que tenemos que hablar de lo que está pasando antes de que… antes de que me encuentre.
???
Reiman seguí sin comprender absolutamente nada de lo que le decia,asi que solo le quedaba una cosa que hacer,mientras intentaba ordenar todas las piezas en mi cabeza,más los pocos recuerdos que llegaron a mi.Reiman hizo la cosa más sensata se fue de la habitación para según él echar a sus amigos y que nosotros logremos conversar como corresponde.
Yo solo me quedé pensativa mirando al suelo tratando de comprender algo de lo que sucede.
Otro escalofrío llega a mi espalda,tensando todo mi cuerpo,logrando que el sudor que se había secado en mi cara y manos volviera a surgir.
Esto podría significar una cosa,veo a mi alrededor para notar un humo gris y denso salir de mi espalda,escucho voces que supongo son de los amigos de Reiman y trato de concentrarme.
—¿Necesitas Ayuda?—Pregunta esa sombra misteriosa mientras me mira,está al frente mío,sin poder vislumbrar su rostro,lo único que nota de su deforme humo son unos grandes y brillantes medallones rojos que me miran atentamente.Ni siquiera tiene boca.
—Quiero recordar,siento que tengo que hacerlo.
—Debes hacerlo.
—¿Como?
—Sabes como,creo que tu amigo tiene una piscina aquí,a veces es mejor hundirse en los recuerdos y los pecados para entenderlos que buscar una forma de evitarlo o en tu caso olvidarlos—Dice mientras se mueve por la habitación,veo como se detiene al frente de la pizarra para mostrar una sonrisa bastante espeluznante mostrando sus dientes largos filosos—.Cada vez me sorprende más la estupidez humana.
Dijo y de repente desapareció,dejando todo el humo que le pertenecía salir por la puerta.
Escucho los pasos rápidos de Reiman que me indica que logró echar a sus amigos y ahora podemos conversar al respecto,veo como abre la puerta que fue cerrada por aquella entidad y toma asiento enfrente de mi.
—Por favor dime quien te lastimo asi el brazo—Dice tomando mi brazo entre sus manos y acariciando aquellas marcas.Miro esas marcas tratando de entender como me las hice hasta que un recuerdo abrupto llega a mi mente,provocando un gran dolor de cabeza y un fuerte mareo,logrando que caiga de la silla—¡Morana que te sucede!—pregunta Reiman totalmente preocupado,escucho su respiración completamente agitada y algo que me desconcierta más es lograr escuchar su corazón.
Mi oído se agudiza más y mis sentidos tambien,escucho hasta mas minima cosa,el ruido de la heladera que está fuera de la habitación,escucho el sonido de los pasos de afuera de la habitación,el corazón de Reiman y otro corazón que está en la habitación arriba de la nuestra.