Los secretos del corazón

4| Te odio

ALICE

El reloj marca las siete de la noche, y me repito a mí misma que cualquiera que sea la situación que viene a continuación, la podré soportar.

Le doy un breve repaso a la ropa que, según mamá, debía usar.

Consistía en un vestido negro, sin mangas, y que iba adherido a mi cuerpo como una segunda piel.

Mi madre sabía que odiaba ese tipo de vestidos, pero a ella no parecía importarle aquello.

Me di cuenta de que ya era la hora de empezar a organizarme, así que tomé mi toalla y me encamine al baño donde tome una buena ducha para relajarme y sacar todos esos malos pensamientos de mi cabeza.

Tiempo después, observé cómo el vestido se ajustaba perfectamente a mis curvaturas y, aunque su estilo no iba mucho conmigo, me encantaba lo que veía en el espejo.

Escuché dos toques en la puerta y supe que ya era hora... era el momento de saber por qué tanta urgencia por aquella reunión.

Empecé a descender por las escaleras hasta llegar al primer piso, donde observé que estaban todos reunidos y con los ojos puestos en mí.

—Ven, acércate, hija —comentó mi padre, y no me quedó de otra, más que acercarme.

Observé todos los rostros conocidos que había en la habitación y pude ver a los señores Evans... y a su lado, a Nathan con una apariencia pulcra.

Al notar que todos los asientos ya habían sido ocupados, tomé el único disponible que estaba entre Nathan y Amelia, ocasionando que en más de una vez me removiera incómoda.

El comedor se quedó en un silencio bastante extraño y tenso, hasta que mi padre se aclaró la garganta, me dio una mirada agradable, muy sospechosa y luego empezó a hablar.

—Hija, verás... —Antes de que sin tan quisiera continuar, el chico de pelos rojos intervino.

—Clarke —interrumpió — ¿Por qué no nos saltamos todo este royo y vamos a lo que realmente nos importa en este momento? —indico Nathan con sus ojos color esmeralda clavados en mi padre.

Vi la vacilación cruzar por la mirada de mi progenitor durante unos instantes, antes de que recobrara la compostura.

—Todavía necesito hablar con ella, debes entender que no es algo fácil de digerir y...

—¿Es que tan malo es decirle que en unos meses será mi esposa?— soltó el pelirrojo sin filtros.

Gire abruptamente mi cabeza en dirección al sujeto y lo mire con confusión, rabia y unas ganas enormes de asesinarlo.

—Espera, ¿Qué diablos estás diciendo?— cuestione mirando la cara del chico entrometido.

—¿Necesitas que te lo repita? Con mucho gusto lo haré... Tú y yo nos vamos a...—no permití que el chico terminara de hablar, porque ya me encontraba de pie furiosa mirando a mi padre, el cual no intervenía en esta mala broma.

—¿Padre?— Le dediqué una mirada para que me dijera que todo era mentira, pero no lo hizo... al contrario, huyo de mi mirada.

—Es cierto, a partir de hoy tú y Nathan están comprometidos, fin de la discusión— habló mi madre, con un tono de voz muy calmado y como si la situación fuera lo más normal.

—¡No me puedes hacer esto papá!— me giré de nuevo hacia él chillando y sentí cómo mi pulso se aceleraba.

—No tienes opción —sentencio— Lo siento si no te gusta, pero Nathan es un buen hombre y tienes que aprender que, en ocasiones, hay que tomar decisiones por el bien de la familia— replicó mi progenitor.

—¡Pero es que tú no puedes decidir por mí, es mi vida!— Pronuncié mirándolo fijamente.

—No pienso discutir contigo y más con visita —interrumpió — Esta conversación se acabó, Alice, solo acéptalo, ¿vale? —Indicó y retiró su mirada de mí, para tomar un sorbo de su vino de golpe.

—No me voy a casar con él, y no me importan tus castigos, ni esta jodida mierda, no lo haré, quiero vivir mi vida, no la tuya —Afirmé con un tono de voz muy decidido.

Una risa fría y amarga escapó de los labios de mi padre.

—¡No tienes opción! —gritó él, su voz reverberando por el salón— Te he dado todo lo que tienes, y ahora, cuando más te necesito, me das la espalda. Si no cumples con este compromiso, las consecuencias serán severas.

—¿Qué tipo de padre amenazaría a su propia hija? — pregunté, con mi voz temblando de ira—. Esto no es amor.

Mi padre se recostó en la silla, cruzando los brazos con una expresión de fría determinación.

—No confundas amor con deber, Alice. A veces, debemos hacer sacrificios por el bien de quienes amamos.

Esas palabras cortaron el aire como un cuchillo. ¿Realmente hablaba en serio?

En ese momento comprendí que la lucha apenas había comenzado.

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Tres meses después...

Creo que estos han sido los tres peores meses de mi vida, después de todo lo que he pasado.

Para empezar, el tener una relación con Nathan fue el mayor error que pude cometer.

El tipo era todo un santo enfrente de las personas, pero cuando estaba a solas conmigo, era un completo patán, controlador y posesivo.

Nunca imagine que iba a terminar en una relación con alguien así.

Observé la caja que el envió, la cual contenía el vestido que usaría para la gala benéfica de esta noche.

Daria todo por no tener que ver su estúpido rostro y aguantármelo.

Deslice suavemente las cintas que rodeaban la caja, y note como una carta resbala mientras terminaba la acción.

Cariño, he visto este vestido y he pensado en ti.

No puedo esperar a que todos vean lo hermosa que

estarás esta noche.

Ponte el vestido, te amo

N.E.

Al abrir finalmente la caja, me quedé un rato mirando el contenido de la caja.

El vestido era hermoso, sí, pero sentía que cada puntada del vestido venía marcada con las expectativas de un hombre que me había convertido en un objeto de exhibición.




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