Los siameses Berthol

Viaje a la ruta.

Uno de los posibles orígenes de la leyenda de los siameses Berthol.

El viento le rosaba la cara de Jaime en la velocidad de la ruta de descampados que se veían a los alrededores de los páramos extraviados a muchos kilómetros de la ciudad venidera de Gilles de Rais. Le gusta asomar la vista hacia afuera cuando el auto va a gran velocidad. Solo unos minutos, que ese fuerte ventarrón penetre sus poros de la piel.

 

Luego del último suspiro del aire que venía hacia Jaime, resolvió terminar ese juego, introduciéndose completamente, luego aprieta el botón de ascender la ventanilla de vidrio; el paisaje se moderaba con pastizales, y huertas inmensas de plantaciones. Gilles de Rais estaba ya muy, pero muy lejos. Elvio continuaba volanteando, y observaba al frente. Iba a una gran velocidad como compenetrado, en llegar algún lado. Jaime, se distraía con su celular enviando mensajes de texto su novia. Ella le insinuaba, ¿cuál era su destino? Paso siguiente Jaime, lo miró a Elvio que parecía poseído.

 

- A ver Elvio, ¿sabes bien dónde iremos no?

 

- Ya te dije es el pueblo de Baba Anujka.

 

- Pero, no logro ubicarlo por ningún lado ¿Baba Anujka, no tendrá otro nombre? Debería haber un Cartel gigante de bienvenida

 

- Si claro, un cartel que diga bienvenido Jaime – responde con ironía Elvio. Te aseguro que lo vi, Aún restan muchos kilómetros por recorrer, no te preocupes.

 

- Estamos perdidos. Seguro estamos perdidos.

 

 

Mucho antes de planear la salida, en vísperas del viaje de una noche anterior Elvio, y Jaime estudiaban en el mapa donde debían dirigirse. Lo curioso es que el pueblo de Baba Anujka no estaba en aquella cartografía actualizada. Jaime en su escepticismo quería desistir de aquel empréstito inútil, cuando sus vacaciones podrían haber sido en otro lugar que fuese paradisiaco. Elvio se dirigió a la gaveta de su escritorio. La abrió con cuidado. De un cuaderno de anotaciones, en el cual contemplaba todas las indicaciones poseía otro mapa. Un ejemplar primigenio que mantenía el color anaranjado que llevan los años del papel, como los libros antiguos. De allí el libro viejo escrito por un tal Diogo Da Silva filho. Un

 

 

 

 

hombre totalmente desconocido en la literatura. De origen lusitano, proveniente de las matas oscuras de aquel pueblo. El mapa era práctico. En él se manifestaban bosques alrededor de todo la circunferencia del poblado. Había una ruta desalineada en rayas. Esto quería mencionar que no había asfalto, sino lo que llaman ripio. Caminos repleto de piedras pequeñas que salpican alrededor con el pasar de las ruedas.

 

- ¿Y este mapa nos servirá? – Comenta Jaime frunciendo el ceño con sarcasmo en la pronunciación de sus palabras. –

 

- Observa el mapa ¡No seas idiota! – se enfada Elvio. – míralo bien. Esta justo saliendo a 300 kilómetros repartidos en diferentes lugares al pasar el cerro colorado.

 

- ¿Detrás del cerro? – piensa Jaime. – Pero detrás de aquella lomada gigante no existe nada alrededor más que algunos matorrales, y pequeños bosques. –

 

- ¡No vez! El pueblo se ubica dentro del bosque. En el corazón de aquella floresta de árboles de pino. –

 

- ¡Es un mapa antiguo! ¡Quizás ese pueblo desapareció! – ¿Dónde están las líneas de tren? Esas que comunican los poblados ¿Dónde puedes ver otros pueblos que sean aledaños? Es un mapa viejo, que no tiene sentido ¡Como ese cuaderno que parece que tiene los años de la edad media en su oscura intención! ¿Qué época ficha?

 

- No importa los pueblos, ni que haya alrededor, el mapa es práctico, y lleva todos los parámetros precisos para poder llegar. En medio del camino se dice que consta el letrero de Baba. Este cuaderno de notas de Diogo cita muchas referencias. Es antiguo, calculo que debe tener unos ciento cincuenta años aproximados.

 

- ¿No tiene algún dato extra? ¿Datos del año?

 

- No, los tiene. Si quiera tiene sellos de firma, ni nada. Incluso la letra es complicada en otro idioma. -

 

- ¿Cómo lo conseguiste?

 

- Contactos de mis abuelos. Ellos guardaban todo en una caja. Posiblemente lo adquirió en su temprana edad ¿No lo sé? - Explica Elvio – Solo sé, que la historia es interesante y vale la pena el viaje.

 

- ¿Cuánto tiempo has venido planeando esto?

 

- Desde hace unos meses atrás, cuando encontré el ejemplar en la baulera del garaje de casa. Allí se guardan todas las reliquias de la familia.

 

 

 

 

- ¡Extraño! – se desorbita Jaime observando la nada. –

 

- Para nada.

 

- Tu siniestra manera de querer saber la historia de aquellas cosas extrañas que eran siameses te hace un extraño. Leyendas, fabulas, o lo que sea. –

 

- Es una leyenda. Una leyenda muy atractiva con todo lo que representa mi amigo.

 

- Iremos por una leyenda. Y nada más.

 

- Una gran leyenda. Te voy a narrar lo que el libro relata. Está en idioma lusitano, pero más o menos con lo que fui entendiendo las palabras eran bien claras al respecto.

 

Todo tem um começo pessoal. Um principio terrivel, e um final sem acabar. Essas sao as minhas palavras nesta historinha dos siamés Berthol. Das almas do inferno que vinhan para atormentar à vida, e matar as pessoas com o terror da sangre, que só o filo da faca, e a machado refletem na seus olhares).

 

(Todo tiene un comienzo. Un principio terrible, y un final sin acabar. Esa son mis palabras, en esta historia de los siameses Berthol. De las almas del infierno que vinieron para atormentar a la vida, y matar a las personas con el terror de la sangre, que solo el filo del cuchillo, y el hacha reflejan en sus miradas).




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